Poemas de Gema Palacios
Gema Palacios es autora de los poemarios Morada y plata (ebediziones, 2012), Compañeros del crimen (Ediciones Paralelo, 2014), Treinta y seis mujeres (El sastre de Apollinaire, 2016), el libro-objeto colectivo Hypnerotomaquia, la plaquette Simiente (accésit del XVIII Premio de Poesía de la Universidad Autónoma de Madrid 2018), y Lumbres (Polibea, IV Premio de Poesía Joven Javier Lostalé, 2019). Es graduada en Estudios Hispánicos, máster en Estudios Literarios y actualmente trabaja como investigadora predoctoral y profesora en el departamento de Historia y Teoría del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid. También, forma parte de la asociación feminista de mujeres poetas Genialogías. Sus poemas se han recogido en antologías como Nacer en otro tiempo, Antología de la joven poesía española (Renacimiento, 2016) o Poesía bajo sospecha. Españolas nacidas entre 1976 y 1993 (Animal Sospechoso editor, 2020) así como en diferentes revistas digitales y en papel como Turia, Nayagua, Estación Poesía, Vallejo & Co., Kokoro o International Poetry Review.
Los poemas aquí publicados son todos inéditos, salvo el último, «Canción de la mujer sin edad», incluido en su obra Treinta y seis mujeres. La escritura de Gema Palacios hace un recorrido por la situación de las mujeres a lo largo de la historia; mediante un verso breve y preciso, desvela injusticias silenciadas históricamente, como la quema de mujeres por parte de la Inquisición, o la violación, justificada en literatura cuando es perpetrada por los dioses, como le sucedió a Dafne, quien «enmudece para siempre / ante la voluntad de Apolo», quien «ya no podrá rebelarse», pues «la violencia patriarcal la obligará a guardar silencio / durante el transcurso íntegro de nuestra Historia». Más allá de la denuncia, la poesía de Gema Palacios también recupera y reivindica el canto, la voz, el cuerpo, el lenguaje de las mujeres, quienes «escarban la tierra hasta hallar sus raíces / y besarlas», las que, en comunidad, caminan lado a lado, pese a las dificultades, pese a que «cuando dos mujeres caminan juntas / tienen que inventar el lenguaje desde el principio».
La poesía de Gema Palacios se puede leer junto a la de otras poetas de la sección «Alguien se acordará de nosotras», como Paloma Chen, Patricia Figuero, Giovanna Cristina Vivinetto, Gabriella Nuru, Katia-Sofía Hakim, Carla Nyman, etc.
EL OTRO ESPEJO
En el corazón de París, Place de la Grève, frente al Hotel de Ville, el 1 de junio de 1310 las llamas de una hoguera de la Inquisición consumieron el cuerpo vivo de Margarita Porete.
Cuerpo soy y reclamo
con sed de nave ciega
Al cuidado de un himno he entregado mi causa
y ya no siento siquiera el asombro
de esta lengua atroz sobre los muslos
La luz es mi celda de castigo
-el pronombre con que busco
una brizna fugaz de entendimiento-
Espejo de ti abrazo de una fe
desconocida
Gramática obscena del verbo
En el color rojo del tumulto
de huesos hallarás la firma
de mi sacrificio
-letras indemnes
Arderé y arderás
Nada queda de Amor que no acompañe
mi voz hacia la puerta del abismo.
Poema inédito
CANTADERAS
Con June, Anne-Marie, Ana y Paloma
Con las mujeres que dan voces
Respiramos la lluvia
bajo la cicatriz del cielo
Se han apaciguado todas las preguntas
que clamaban en las sienes
Has regresado de un viaje remoto
y tus manos huelen todavía a tiempo
Porque tú reconoces el rostro
de los seres amados en su oculta melodía
y eres capaz de dibujar un neuma
allí donde se abre el corazón
Respiraremos la lluvia
y será nuestra para siempre
voz de las mujeres
alma de las mujeres
canto de amor
cuerpo y memoria.
Poema inédito
SEMILLAS
El primer sonido es vegetal:
crujen como las semillas
dentro del vientre frágil de sus vainas.
A mediodía bailan:
sus zapatos de cordones invaden
ese espacio pequeño tibio
donde el filamento se vuelve caricia.
Con la tarde se espigan hacia el cielo:
recuerdan ciertas esculturas de Bourgeois
su cuerpo es un abrazo suspendido
refugio táctil que no alcanza.
En la noche se besan solamente
si el aire mece la curva de sus ramas
ahoga sus gemidos animales.
Cuando dos mujeres caminan juntas
tienen que inventar el lenguaje desde el principio.
Poema inédito
LA METAMORFOSIS DEL HORROR FEMENINO
Fue una flecha de plomo, según el mito
la que atravesó el pecho de Dafne,
y le negó la capacidad de amar.
“Huye la cordera del lobo,
huye la cierva del león,
huye la paloma del águila”[1].
Dafne huye para liberarse del aliento
de Apolo en su nuca, de su abrazo
imperativo y violento.
Dafne, antes que ser violada por un dios,
muda su cuerpo por la corteza áspera
y la hojarasca del laurel.
Dafne enmudece para siempre
ante la voluntad de Apolo:
“Ya que no puedes ser
mi esposa, serás mi árbol”.
La ninfa ya no podrá rebelarse.
La violencia patriarcal la obligará a guardar silencio
durante el transcurso íntegro de nuestra Historia.
Poema inédito
[1] Los versos entrecomillados pertenecen a Las metamorfosis de Ovidio.
ADHERENCIA
Torno vivo de ti
amasando mezclando
el pecho como única herramienta
volver los materiales dóciles
a empellones fingir que no es
cuerpo sino casa
cerviz lenta
orden lento
-esta infinitud extraña-
enmudecida tú
hembra sin dientes
me abres a la boca en el espacio
y todo hueco es balsa
en este mar fiel
de la carencia
en ti paso la noche
ahora que vivo sola y sola
pienso
qué nos pertenecerá entonces
a nosotras
seres de tallo roto
amantes sin remedio de la falta.
Poema inédito
CANCIÓN DE LA MUJER SIN EDAD
A todas las mujeres que han sido silenciadas
a lo largo de la Historia.
Las mujeres de platos en los labios
cruzan la carretera por el lado de la sombra
Sus cuerpos sin fecha no atienden
a las preguntas mudas de los conductores
toman el asfalto cuando cruje el día
y retienen en sus iris las últimas luces
No esperan a nadie salvo a sí mismas
no se encogen no se acobardan
no hacen del frío su lenguaje
hace tiempo abandonaron el asombro
los aluviones de deseo la risa y la derrota
Las mujeres de platos en los labios
escarban la tierra hasta hallar sus raíces
y besarlas
contemplan la montaña
su enclave solemne
arábigo
su patria mustia de animal con grietas
No necesitan recordar las vocales de sus apellidos
porque nunca supieron de apellidos
Las mujeres de platos en los labios
retienen la silueta de sus hijas vivas
y lloran serenas con los ojos muy abiertos.
De Treinta y Seis Mujeres (El Sastre de Apollinaire, 2016)
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