Siete textos de «Lengua madre», el segundo poemario de Alicia Párraga

Alicia Párraga (El Esparragal, Murcia, 1985) es licenciada en Filología Clásica por la Universidad de Murcia, trabaja como profesora interina en diversos institutos públicos desde 2009.

Algunos de sus poemas fueron publicados en los fanzines Carne para el perro y Manifiesto Azul. En 2020 vio la luz su primer poemario, titulado Kairós (Boria Ediciones). Desde entonces ha participado en Los Lunes Literarios (Colectivo Iletrados) y Poetas En Cercanías (Letras de Contestania). Además, algunos de sus poemas han sido traducidos al italiano por el Centro Cultural Tina Modotti.

Todos los poemas que ponemos a vuestra disposición para su lectura provienen del libro Lengua madre (2022) de Alicia Párraga, recientemente editado por Ediciones en Huida, en su colección Extravaganza.


La estirpe de las hojas

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Una hoja en blanco. Virgen. Inmaculada.
Eso somos durante los 9 meses que ocupamos el sagrario
cálido, acuoso, frágil
de la mujer que acoge un caos como a su mesías particular.
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En la primera cita,
sus lágrimas templadas lavan con infinita generosidad
la piel de la ciruela que aún conserva
el ardor de su sangre.
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Ese primer vínculo, esa alquimia cotidiana
prepara la blancura del folio para un reciclado continuo,
adereza con sal la tinta
con la que se escriben las historias
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que se escriben en el margen de la Historia.
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De Lengua madre (2022)

Dietas

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Come cinco veces al día.
Olvida la avena,
tu cuerpo no metaboliza el azúcar.
Aquí tienes un glucómetro,
lancetas y tiras de prueba.
Pincha la yema del dedo índice
antes y después de cada comida.
Cuidado con pasar de 140.
Mientras la matrona sigue
ejerciendo su férrea dictadura
mi memoria invoca la última vez
que hice cinco comidas al día,
y sólo entonces
mi madre regresa a la verja de la escuela
con el trozo de bizcocho que
olvidé en la encimera.
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De Lengua madre (2022)

1ª cita

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                                                                                           .Para Candela
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Olfateas mi piel desgarrada
en la penumbra de una habitación de hospital.
Me escrutas con ojos interrogantes.
Sé que éste no era el momento, hija.
Le pusieron una zancadilla
a nuestro encuentro
y acabó precipitándose.
El metal de las grapas que zurcen
el vientre del que te han desahuciado
es tan frío como el quirófano
en el que tuvimos nuestra primera cita,
pero la chispa que enciende tu nombre
calienta más que cualquier otro fuego
en esta extraña noche de enero.
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De Lengua madre (2022)

Persona, animal, cosa

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Ya no esbozo intentos de poema,
ahora compro pañales,
vocalizo de manera teatral
palabras sencillas
—papá, mamá, agua, pan—
sano heridas
con el agua bendita
que fabrica mi boca agnóstica.
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Ya no leo poesía,
ahora devoro artículos
sobre etapas de crecimiento,
descargo aplicaciones
que recomiendan nuevos métodos
de alimentación infantil,
invento recetarios
nada apetecibles
para paladares exigentes.
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Ya no soy persona,
ahora soy la cabernera
que, con su trino,
invita a comer
al pichón alopécico
incapaz de volar
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De Lengua madre (2022)

Síndrome del nido

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Antes de la fecha de parto
mis únicos objetivos eran dejar la casa limpia,
lavar sábanas
y abrigar el nuevo hogar.
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La mañana en la que me avisaron
de que la sombra de la abuela
era una jauría hambrienta
no quise correr.
Sabía que, esta vez
sus horas estaban contadas.
Pero el polvo cubría su foto.
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Limpié en silencio.
La mopa recogía pelusas
y lágrimas calladas.
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Cuando el trasluz no reveló suciedad alguna
me reuní con ella en el cuarto
donde había parido a sus hijos.
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La mujer que me inculcó
la limpieza absoluta
para cruzar las puertas de la vida y la muerte
se moría,
y yo cumplí sus recados
hasta que la máquina de coser
se quedó sin hilo.
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De Lengua madre (2022)

Las hijas de Ícaro

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Una y 20.
No soy consciente de estar dormida.
He olvidado el roce de Morfeo,
supongo que el agotamiento es
la pastilla que mece la cuna vacía
que mi hija rechaza.
—¿Quién puede dormir tranquila cuando te
abrazan barrotes de madera?—
Un golpe rotundo quiebra la noche
y abre los puntos sanguinolentos
que tabican el butrón del único atraco
a cara descubierta en el que gana más
la victima que quien empuña el arma.
Llanto, sueño, tristeza,
angustia, mi carne abierta.
Todo lo recojo del suelo
en menos de cinco segundos.
Vuelve la calma, pero hay sentimientos que
vienen de fábrica, como esas aplicaciones
inútiles de los smartphones.
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La culpa es uno de ellos,
y vive salvaje en el laberinto
que construyen las yemas de mis dedos.
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De Lengua madre (2022)

Pasos

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Los primeros pasos tropiezan
con un manojo de ansias y titubeos
ante la incertidumbre
de una libertad incipiente.
Los últimos se enredan
con el miedo
a la pisada que convertirá
los huesos en polvo de arena.
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Nadie puede guiar el devenir de esas huellas.
Confórmate con tender tus brazos
y ser sostén cuando sea preciso.
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De Lengua madre (2022)

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