Poemas de Giovanna Cristina Vivinetto

Poemas de Giovanna Cristina Vivinetto / Traducción del italiano: Ángelo Néstore


 

Giovanna Cristina Vivinetto (Siracusa, 1994). Licenciada en Filología Moderna, reside actualmente en Roma y es una de las poetas con más proyección y reconocimiento de su país. Dolore minimo (Interlinea, 2018) es su primer libro de poemas y fue el primero en Italia en abordar en verso la cuestión trans. Con él ganó, entre otros, el prestigioso Premio Viareggio Rèpaci Opera Prima, el Premio Alda Merini y el Premio Terre di Castelli para menores de treinta y cinco años. En 2020 publicó su segundo libro de poesía, Dove non siamo stati (Bur, Rizzoli).

En estos poemas de infancia y juventud, extraídos de la obra en versión bilingüe Dolore Minimo (Letraversal, 2021), Giovanna Cristina Vivinetto narra con belleza el proceso de autodescubrimiento, reconocimiento y de transición de una mujer trans. La presencia de la madre es casi constante, como una figura de apoyo, de complicidad, y de acompañamiento: «Cuando nací, mi madre / me hizo un regalo antiquísimo, / el don de Tiresias, el adivino: / mudar el sexo una vez en la vida. / Desde mi primer vahído comprendió / que para mí crecer sería / un desprendimiento rebelde de la carne, / una lucha fratricida entre espíritu / y piel. Un aniquilamiento».

Como bien indica la poeta, «la sexualidad / es un completo enredo que desentrañar / en la mente». En la mente también se desarrolla la identidad, y se expresa a través de cada acto, ligado no necesariamente al aspecto exterior: «A los veinte años, dejé de orinar / de pie: me senté (…) Se cree que la conquista de un cuerpo / trans es la alteración de lo visible. / Un cuerpo hinchado, manipulado, / que parezca casi irreconocible. / Sentarse sin deformar es, realmente, / el acto más sincero. Más revolucionario». En los poemas de Giovanna se encuentra ciertamente la vivencia en la que muchas personas pueden sentirse reflejadas; cada detalle de su poesía dota de un matiz nuevo al tema de la transexualidad, haciéndolo florecer, haciéndolo visible de una manera nueva y necesaria.


[symple_toggle title=»La prima perdita furono le mani / La primera pérdida fueron las manos» state=»closed»]

[symple_tabgroup][symple_tab title=»La prima perdita furono le mani«]

La prima perdita furono le mani.

Mi lasciò il tocco ingenuo

che si addentrava nelle cose, le scopriva

con piglio bambino – le plasmava.

Erano mani che non sapevano

ritrarsi: mani di dodici anni,

mani di figli che tendono al cono

di luce – che non sanno ancora

giungersi in preghiera.

Mani profonde – come laghi

in cui nessuno verrebbe a cercare,

mani silenti come vecchi scrigni

chiusi – mani inviolate.

 

La prima scoperta furono le mani.

Ricevetti un tocco adulto che sa

esattamente dove posarsi – mani

ampie e concave di una madre

che si accosta alla soglia ad aspettare;

mani di legno e di fiori

di ciliegio – mani che rinascono.

Mani che sanno aggrapparsi anche

all’esatta consistenza del nulla.[/symple_tab]

[symple_tab title=»La primera pérdida fueron las manos«]

La primera pérdida fueron las manos.

Me abandonó aquel don ingenuo

que se adentraba en las cosas, las descubría

con gesto niño, las plasmaba.

Eran manos que no sabían

retirarse: manos de doce años,

manos de hijos que tienden al cono

de luz, que todavía no saben

juntarse para la oración.

Manos profundas, como lagos

en los que nadie querría buscar,

manos silentes como cofres antiguos

cerrados: manos inmaculadas.

 

El primer hallazgo fueron las manos.

Recibí un don adulto que sabe

exactamente donde posarse, manos

amplias y cóncavas de una madre

que se detiene en el umbral y espera;

manos de madera y de flores

de cerezo, manos que vuelven a nacer.

Manos que saben también aferrarse

a la consistencia precisa de la nada.[/symple_tab][/symple_tabgroup][/symple_toggle]

[symple_toggle title=»Una volta l’anno discendevo / Una vez al año descendía» state=»closed»]

[symple_tabgroup][symple_tab title=»Una volta l’anno discendevo«]

Una volta l’anno discendevo

a te, madre, d’autunno.

Tu mi accoglievi con foglie

tra le mani che disperdetevi

al vento ad ogni mio arrivo.

Capivi, madre, l’ordine nascosto

delle cose – così quando ai miei otto

anni sussurravi «figlia mia»,

io ti rinnegavo tante volte

quante erano le foglie che svolavi.

«Siamo foglie d’autunno, figlia mia»

era il tuo unico, dolce monito.

Per i successivi dieci anni

discesi a te ogni autunno, madre

e ti vedevo, com’eri solita fare,

disperdere foglie e sibilare

tra le labbra nomi di donna

– nomi di figlia a me ignoti.

 

L’autunno dell’undicesimo anno

scesi a te, madre, ma non ti trovai più:

le foglie restavano ammucchiate

– non c’erano mani a liberarle nel vento.

Ti chiamai, sussurrai il tuo nome,

sciogliendo la verità in esso nascosta.

 

Quell’autunno al posto tuo,

in vece delle tue mani dispersi

le foglie, mi nominai al vento,

riemersi dall’inferno che mi moriva

in petto: fu così che mi arresi

al dolore dei nomi quando capii

che quel nome che andavi chiamando

era il mio, madre.[/symple_tab]

[symple_tab title=»Una vez al año descendía«]

Una vez al año descendía

a ti, madre, en otoño.

Tú me acogías con hojas

entre las manos que dispersabas

al viento con mi llegada.

Comprendías, madre, el orden oculto

de las cosas, como cuando a mis ocho

años susurrabas «hija mía»,

y yo te renegaba una vez

por cada hoja que echabas a volar.

«Somos hojas de otoño, hija mía»,

era tu única, tu dulce advertencia.

Durante los diez años sucesivos

descendí a ti cada otoño, madre,

y te veía, como de costumbre,

espaciendo hojas y siseando

entre los labios nombres de mujer:

nombres de hija para mí desconocidos.

 

El otoño del undécimo año

bajé hasta ti, madre, pero no te encontré más:

las hojas permanecían amontonadas,

sin mano alguna que las liberase al viento.

Te llamé, susurré tu nombre,

disolviendo la verdad ahí oculta.

 

Aquel otoño tomé el relevo,

suplí tus manos para dispersar

las hojas, me nombré al viento,

resurgí del infierno que me moría

en el pecho: así fue cómo me abandoné

al dolor de los nombres y entendí entonces

que aquel nombre que ibas invocando

era el mío, madre.[/symple_tab][/symple_tabgroup][/symple_toggle]

[symple_toggle title=»Quando nacqui mia madre / Cuando nací, mi madre» state=»closed»]

[symple_tabgroup][symple_tab title=»Quando nacqui mia madre«]

Quando nacqui mia madre

mi fece un dono antichissimo,

il dono dell’indovino Tiresia:

mutare sesso una volta nella vita.

 

Già dal primo vagito comprese

che il mio crescere sarebbe stato

un ribelle scollarsi dalla carne,

una lotta fratricida tra spirito

e pelle. Un annichilimento.

 

Così mi diede i suoi vestiti,

le sue scarpe, i suoi rossetti;

mi disse: «Prendi, figlio mio,

diventa ciò che sei

se ciò che sei non hai potuto essere».

 

Divenni indovina, un’altra Tiresia.

Praticai l’arte della veggenza,

mi feci maga, strega, donna

e mi arresi al bisbiglio del corpo

– cedetti alla sua femminea seduzione.

 

Fu allora che mia madre

si perpetuò in me, mi rese

figlia cadetta del mio tempo,

in cui si può vivere bene a patto

che si vaghi in tondo, ciechi

– che si celi, proprio come Tiresia,

un mistero che non si può dire.[/symple_tab]

[symple_tab title=»Cuando nací, mi madre«]

Cuando nací, mi madre

me hizo un regalo antiquísimo,

el don de Tiresias, el adivino:

mudar el sexo una vez en la vida.

 

Desde mi primer vahído comprendió

que para mí crecer sería

un desprendimiento rebelde de la carne,

una lucha fratricida entre espíritu

y piel. Un aniquilamiento.

 

Así, me entregó su ropa,

sus zapatos, sus pintalabios;

y me dijo: «Toma, hijo mío,

conviértete en lo que eres

si no has podido ser lo que eres».

 

Me transformé en adivina, en otra Tiresias.

Practiqué el arte de la clarividencia,

me hice maga, bruja, mujer

y me rendí ante el murmullo del cuerpo:

cedí a su femenina seducción.

 

Fue entonces cuando mi madre

se perpetuó en mí, me hizo

hija egresada de mi tiempo,

en el que se puede ir viviendo siempre

que se vague en círculos, ciego,

si se oculta, al igual que Tiresias,

un misterio que no puede nombrarse.

[/symple_tab][/symple_tabgroup][/symple_toggle]

[symple_toggle title=»Ho sempre orinato in piedi / He orinado siempre de pie» state=»closed»]

[symple_tabgroup][symple_tab title=»Ho sempre orinato in piedi«]

Ho sempre orinato in piedi.

Ho imparato ad espellere i fluidi

in piedi e per diciannove anni

ho sempre orinato così.

 

A vent’anni non ho più orinato

in piedi: mi sono seduta.

Non che fossi operata, non che fossi

già evirata: l’organo non era

mutilato. Intatto, orinava

come aveva sempre orinato.

Questa volta seduto, accovacciato.

Dopo vent’anni rifunzionalizzato.

 

Credono che la conquista di un corpo

transessuale sia l’alterazione del visibile.

Un corpo gonfiato, manipolato,

che appaia quasi irriconoscibile.

 

Sedersi senza deformare è in verità

l’atto più sincero. Più rivoluzionario.

La manovra più difficile.

Sedersi e scoprire che il corpo

non si mortifica se cambia approccio

alla normalità – la sessualità

è tutto un groviglio da districare

nella mente –, che non serve a niente

dilaniarsi pezzo dopo pezzo il corpo

per renderlo accessibile

se non si riesce a sedersi

con se stessi. Se non si è in grado

di consolare quell’intima diversità

che ci ha costruiti macchine perfette

benché contro la nostra piccola volontà.[/symple_tab]

[symple_tab title=»He orinado siempre de pie«]

He orinado siempre de pie.

He aprendido a expulsar los fluidos

de pie y durante diecinueve años

he orinado siempre así.

 

A los veinte años, dejé de orinar

de pie: me senté.

Pese a no estar operada, pese a no

estar castrada: el órgano no había

sido mutilado. Intacto, orinaba

como había orinado siempre.

Esta vez sentado, agachado.

Después de veinte años, rehabilitado.

 

Se cree que la conquista de un cuerpo

trans es la alteración de lo visible.

Un cuerpo hinchado, manipulado,

que parezca casi irreconocible.

 

Sentarse sin deformar es, realmente,

el acto más sincero. Más revolucionario.

La maniobra más difícil.

Sentarse y descubrir que el cuerpo

no se mortifica si cambia el enfoque

de la normalidad —la sexualidad

es un completo enredo que desentrañar

en la mente—, que no sirve para nada

desgarrarse pedazo tras pedazo el cuerpo

para hacerlo accesible

si no logran sentarse

con ellas mismas. Si no se es capaz

de consolar esa íntima diversidad

que nos ha construido como máquinas

perfectas contra nuestra mínima voluntad.[/symple_tab][/symple_tabgroup][/symple_toggle]

[symple_toggle title=»Non esisti più, Giovanni / Ya no existes, Giovanni» state=»closed»]

[symple_tabgroup][symple_tab title=»Non esisti più, Giovanni«]

Non esisti più, Giovanni,

tamburellando le dita sulle guance

mi dico nel pulviscolo della mattina.

Ho dimenticato la prassi dell’addio.

Piegarsi sulle ceneri dell’estinto.

Raccoglierle a mani giunte.

Depositarle in salotto, in bella vista,

in un vaso canopo con testa felina

affinché ti si guardi col rispetto

reverenziale che si deve ai morti.

Con la pazienza immobile del ricordo

che sovrasta tutto quanto il tempo.

Sei durato quanto la polvere

depositata sulle conche delle mani

in un ventoso lunedì mattina

e come polvere ti sei piantato in gola.

Hai scosso le narici e i bronchi,

ammalato la condizione del restare

finché uno starnuto non ti ha consegnato

alla cifra tonda dell’aria. All’invisibile

compostezza degli antenati.

Sei passato come una febbre settembrina.

Come un raffreddore per un colpo

d’aria imprevista. Hai solo spossato.

Non esisti più, Giovanni,

perché non basta una lama di sole

a riportarti nel pulviscolo vorticoso.

Non esisti, mi convinco, tamburellando

sulle guance le dita. Quelle stesse dita

che un tempo furono le tue.[/symple_tab]

[symple_tab title=»Ya no existes, Giovanni«]

Ya no existes, Giovanni,

me digo tamborileando los dedos sobre

las mejillas en el haz de luz de la mañana.

He olvidado el hábito de la despedida.

Agacharse sobre las cenizas de lo extinguido.

Recogerlas con las palmas juntas.

Exhibirlas en el salón, a la vista de todos,

en un vaso canopo de cabeza felina

para que se te mire con el respeto

reverencial que se debe a los muertos.

Con la paciencia inmóvil del recuerdo

que domina la totalidad del tiempo.

Duraste lo que dura el polvo

en las cuencas de las manos

un ventoso lunes por la mañana,

y como el polvo te agarraste a la garganta.

Sacudiste la nariz y los bronquios,

infectaste la condición de la permanencia

hasta que un estornudo te entregó

a la suma redonda del viento. A la invisible

compostura de los antepasados.

Pasaste como pasa una fiebre septembrina.

Como un resfriado por una corriente

de aire imprevista. Solo nos debilitaste.

Ya no existes, Giovanni,

porque un filo de sol no es suficiente

para devolverte a ese haz de luz vertiginoso.

No existes, me convenzo, tamborileando

sobre las mejillas los dedos. Esos mismos dedos

que fueron los tuyos durante un tiempo.

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Un comentario en “Poemas de Giovanna Cristina Vivinetto”

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