El pensamiento del poemario «Por Descartes» de Yasmín Navarrete
Escribe | Moisés Cárdenas
René Descartes fue un héroe del pensamiento, porque sus palabras las llevó más allá del papel; no solo dejó sus escritos, sino que plasmó una frase que dejó para la reflexión de sus seguidores y que movió a toda alma terrenal que se precie: «Pienso, luego existo». Estas palabras quedaron para la historia, ya que el filósofo en un estado de contemplación las escribió en su mente para dejarlas sobre el papel.
Dicen que las palabras se las lleva el viento, pero lo que refirió Descartes, sin duda, tuerce al ser humano. Quienes van y vienen como trashumantes, algunos piensan y otros no, porque viven en sus propias hecatombes. No obstante, Descartes usó este pensamiento para referirse a la duda como estado de búsqueda de la verdad. Además, el dudar era una forma de hallar las respuestas a sus inquietudes.
Por lo tanto, surge la pregunta: ¿dudamos? Y esto me trae el recuerdo de un profesor de filosofía que tuve cuando estudiaba la maestría, quien en una ocasión se me acercó y con una mirada taciturna y voz parsimonia me preguntó:
— ¿Usted duda?
Cuando me hizo ese interrogante quedé pensativo y, por lo tanto, Descartes hizo mella en mí, en el profesor y en muchos otros más. Entonces pasaron los años y seguí pensando en Descartes, hasta que me topé con un poemario maravilloso, filosofal, existencial y de pensamiento como lo es el libro Por Descartes, de Yasmín Navarrete, publicado por Editorial Signo (2017).
La poetisa se conmueve con el filósofo y refleja su pensamiento de una forma somera, pero también intuitiva, porque ella explora la duda, incluso se apodera de su ser, para debatirse sobre los pensamientos que inclinan su corazón.
La poesía de Yasmín Navarrete va desde la duda hasta la preocupación por las cosas, donde el amor está en sus versos, preguntándose por ese sentimiento que viaja en los astros. En el poema «Estrella oscura» la poetisa dice:
Y el agujero negro danza buscando el amor en otros universos perdidos, esa estrella dormida en otras dimensiones, en toda esa gravedad, su propia oscuridad. Es el sol muerto y vivo, perdido en la mente de un ciego.
Encontramos acá el manejo sobre el cosmos, desde una salida terrenal hacia el espacio donde llega la poesía. Allá en lo más alto, llega la duda, y así se refleja en el poema «Contradicción inicial»:
Ser y no caber en cotas
estructuras preestablecidas.
¿Dónde está lo profundo
cuando deja de ser oscuro?
Hay una reconcomiendo del «soy», ese ser que está dentro de sí mismo, pero al mismo tiempo se contradice, por lo que se desea buscar. ¿Será amor?; ¿será existencia?; ¿o simplemente y llanamente es la duda? No lo sabemos a ciencia cierta, pero la poetisa tiene que ir de un lado a otro en un viaje sideral para encontrarse con la poética, hasta el punto de buscar lo más retiniano que yace en el ser para plasmarlo en el poema «Reptil»:
Distinto es el sonido,
zumbido del solsticio.
Socavado, sometido.
Sinuoso se mueve,
serpenteante en mi cerebro,
su circunvalación
en el círculo sostenido
de su serpiente ascendente.
En ocasiones la poesía no todo es un viaje hacia las rosas, la poesía también es terrenal, incluso es telúrica. Yasmín Navarrete hace un viaje por todos los sentidos, quizá la frase «Pienso, luego existo», es una constante en su poemario, o quizá sean sus pensamientos constantes. No obstante, la poetisa siempre está deseando el ser, y esto se lee en el poema titulado «Anhelo» que dice:
Quisiera ser el mar que se eleva en sus contradicciones
trascender el tiempo, trascender la nada.
Descender del cielo, mirar el tiempo y subir de nuevo.
Acá donde la chakana sigue su ritmo y nosotros lo perdemos.
Acá donde las diez dimensiones se unen en el cuerpo,
con esa esperanza guardada en la voz de cada uno de sus órganos,
hablando el lenguaje del universo.
Con este poema sideral la poetisa llega hacia la Tierra y plasma «La Tierra que siente».
Amo la Tierra porque es, más allá de no ser lo que una idea pretende,
lo que la Tierra enciende que siempre se abre inmensa, una madre eterna.
La Tierra es y las ideas no son hasta que caen como bombas que
explotan por no ser,
no ver, no sentir en las entrañas del silencio.
Darse cuenta de que somos Tierra.
Darse cuenta de que tenemos el mundo en el cuerpo
y el universo en nuestro cielo, nuestra mente…
Tantas estrellas como neuronas,
tanto corazón como volcanes ardientes,
fervientes por sentir en la expansión de una emoción…
De la Tierra que siente,
del cuerpo que se encoge y las venas contraídas.
De un mundo que teme cuando no humanos
cuando siente que no habla y calla toda esa energía dormida
en una explosión por no ver, no volver
a nuestra Tierra…
Y con estas palabras telúricas, la poetisa Yasmín viaja hacia el cosmos, lugar donde busca la esencia. Lo terrenal está dentro de su poesía, porque todo lo que la rodea, la hace pensar. Y es aquí donde vuelve el filósofo Descartes: «Estoy seguro al menos de que existo y de que existo como algo que piensa. Esto que soy no es el cuerpo, sino una sustancia cuya esencia consiste en pensar».
Por Descartes es un buen título para la obra poética de Yasmín Navarrete, donde ella piensa la naturaleza humana con un sentimiento profundo, hasta llevarnos hacía una esperanza, la esperanza de que la poesía es un hechizo. Invito a buscar este poemario, porque estoy seguro que, al leer el libro, alguna rosa de un jardín lejano se abrirá hacia el sol.
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