Franco Toledo nació en Mendoza (Argentina, 1996),  bajo el regente de acuario aquel signo húmedo y oscuro como decía Hermann Hesse. Actualmente cursa el profesorado de lengua y literatura en el Instituto Superior San Martín. Sintió que perdió la inocencia cuando leyó a Dostoyevski  en la adolescencia. Luego, profundizó en la obra de Roberto Arlt, Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges, Alejandra Pizarnik y los poetas malditos. Ha participado de talleres literarios.

Gritos y Cantares del idiota (2020) es la primera obra de Franco Toledo, la que fue publicada por la editorial bonaerense Huesos de jibia. Actualmente se encuentra trabajando en su segunda obra poética que lleva por nombre provisional, Aletheia.

[symple_toggle title=»El deseo del idiota» state=»closed»]

No quiero llegar a la caída del borde
para ver qué tan profeta es mi suerte
de mi mendiga fe.
¡Yo quiero ver ahora lo que no pueden ver mis ojos!
No quiero que mi espíritu siga bebiendo de las comarcas
de barro hasta que mi piel no dé más.
¡Yo quiero ahora otro paladar para
embriagarme en la vid!
Con este no me alcanza.
No quiero estar en las sinfonías
que componen los hombres
y ensordecerme en sus aplausos.
¡Yo quiero ahora que mi caja de carne sea
el sonido del eco disperso!
Quiero otro pincel que me pinte.
Quiero una piel que me desenvuelva al aire.
Quiero ojos que rueden por otros ángulos.
Yo quiero ahora sacarme la estaca
que nos hunde en nuestra sangre
de pies a cabeza.
¡Yo quiero sentir ahora sin la marea de la sangre!
¡Yo quiero sentir ahora sin la carne que nos atrapa!
Pero más quiero penetrar el enigma que
marchita la rosa y que fecunda la vida
junto con el germen de la muerte.

De Gritos y cantares del idiota   (Editorial Huesos de jibia, 2020)[/symple_toggle]

[symple_toggle title=»Cátaros de viento » state=»closed»]

Hay cátaros de viento en el malambo furioso
de los viejos. El viento penetra la sangre y
acongoja el fuego, hay migajas de tierra en los
enanos reyes delirantes, la pulcritud de la tierra
es la tiza de barro que tiñe el cielo.
Hay manantiales de vino en los estómagos del artesano,
el que forja el arpa de madera llámenlo guitarra serena.
Y hay, vaya que hay, los que tejen con el pincel del sonido
los trapitos de piel de los hombres y nos dan
el recinto de una zamba de plegarias, a entregarse al viento.

De Gritos y cantares del idiota   (Editorial Huesos de jibia, 2020)[/symple_toggle]

[symple_toggle title=»El desencantamiento de la magia » state=»closed»]

La palabra es el envoltorio blanco
de los ojos de un ciego que pretende
desnudarse con la mirada.

La palabra es la herencia bastarda
que nos pronuncia.

Los límites del mapa de un viajero
en un paisaje ajeno.

La palabra es el dibujo de la cerradura
por donde creemos que entra la luz.

Es un fragmento de la alucinación de un
sediento en el desierto por no poder
beber agua de la arena.

La palabra es el cartón que se infiltra
en la piel y encaja las sensaciones.

¡La única palabra honesta ha de ser inefable!

De Gritos y cantares del idiota   (Editorial Huesos de jibia, 2020)[/symple_toggle]

[symple_toggle title=»Mi garganta» state=»closed»]

Y mi nuez acorazona un niño rayo
que es acróbata de mi garganta
y anda como un cieguito saltando por los hilos de
carne, vocifera equilibrio pero da gritos
feroces, gritos suaves, gritos sinceros.
Gritos que danzan como una mariposa con
alas de colibrí.

De Gritos y cantares del idiota   (Editorial Huesos de jibia, 2020)[/symple_toggle]

[symple_toggle title=»El espejo» state=»closed»]

El agua cristalina petrificada del desierto
en un marco. Los tejidos del ojo ocular de un dios
para representar nuestros demonios.
El espejo la forma de los gritos que
ensordecen al acróbata de nuestro cráneo.
¡Qué fiel consejero es cuando la noche
enreda los nervios de nuestra alma!
Él es la pintura de agua cascarón en la que sumergimos
el rostro.

De Gritos y cantares del idiota   (Editorial Huesos de jibia, 2020)[/symple_toggle]