La poética queer de Ángelo Néstore
Ángelo Néstore (Lecce, 1986 / Málaga). Su obra gira en torno a lo poético entendido como territorio queer, en el cual la poesía se hibrida con disciplinas como la performance, las artes escénicas, la música o la narrativa. Ha publicado Hágase mi voluntad (XX Premio de Poesía Emilio Prados, Pre-Textos, 2020), Actos impuros (XXXII Premio de Poesía Hiperión, 2017), traducido al inglés con el título Impure Acts por Lawrence Schimel en la editorial neoyorquina Indolent Books y Adán o nada (Bandaàparte Editores, 2017). En 2021 sale su primera colección de poesía en italiano, titulada I corpi a mezzanotte (Interlinea Poesía, 2021). Actualmente co-dirige el Festival Internacional de Poesía de Málaga Irreconciliables y es director editorial de la editorial de poesía Letraversal.
La obra de Ángelo Néstore bascula entre las categorías conceptuales que consideramos como naturales en nuestra sociedad, de forma que pasa de una a otra, las traspasa, las desfigura con el fin de acabar borrándolas. Como poeta no binario, practica una poesía que crea el mundo a su imagen y semejanza, y con él, un arte que busque la conciencia social y combata, ya no sólo los estereotipos de género, sino la mirada de una sociedad corrupta en su esencia. Su poética —hablamos de poética en un sentido más amplio, y no de poesía, ya que Ángelo Néstore es un artista multidisciplinar— parte desde la reflexión sobre base de la opresión patriarcal, pilar de nuestra cosmovisión del mundo, y a partir de ahí reflexiona sobre los derechos de las mujeres y su papel subordinado en la Historia, sobre los privilegios masculinos y la transexualidad. Dentro de esta poética, el movimiento queer y el sexismo lingüístico van a tener un papel fundamental, tanto en su filosofía como en la práctica de su escritura.
Si lo pienso un nicho es la utopía perfecta:
sin hombres o mujeres,
todos extranjeros.
He querido resaltar los versos anteriores, versos que podréis leer más abajo en el poema «insepulto». No sólo los resalto por su belleza —el poema entero en sí goza de una belleza conmovedora—, sino porque me parece un perfecto compendio de la filosofía poética de Ángelo Néstore. Vemos aquí como se desdibuja el género, que es igualado ante la muerte. A las características ya anteriormente comentadas, hay que sumarle su condición de extranjero. La migración es un tema también que va a preocupar y va a tratar la poeta en su obra. Recurriendo de nuevo a esos versos, vemos que el nicho no hace distinciones, y todos y todas acabaremos en él, tarde o temprano, como extranjeros que vamos a un lugar desconocido. Al mismo tiempo, reflexionando sobre ello, se me ocurre esa muerte, ese nicho, como esa vuelta a la tierra, de donde venimos, de donde pertenecemos, pero a donde vamos ahora, desposeídos ya de materia, de cuerpo, de sexo y de género; como extranjeros, condición que nos pertenece desde un inicio, y que obtendremos de nuevo en un final.
Tras los poemas, hemos querido también mostrar el single que a principios de julio del pasado año vio la luz y que fue la primera incursión en la escena musical de esta poeta que tiene como bandera la mezcolanza y difuminar las fronteras entre las artes: Poeta cíborg pecador.
Ave y Eva
Me resisto a la idea de ser
aquel niño que vivió en mi boca: recuerdo caer al suelo,
hacerme mil pedazos.
La habitación, limpia solo para mí;
la habitación
y este trozo de carne,
estirpe nómada ante el espejo.
Me miro en el cristal
y hay un animal huyendo del fuego,
una jauría con principio de hombre
o un desastre con nombre de niño.
Por eso busqué en el incendio la excusa y en el aire el pretexto,
por eso me arranco la barba
con la mano que antes me besabas.
No hubo salvación para este pájaro,
juro que hice lo posible para domesticar la espera.
Ahora dejo que la tierra tape los huecos de la piel.
Digo casi no soy
mientras celebro los dos bultos de mi pecho.
Escribo la palabra ave, leo la palabra Eva.
Bajo este cielo ya no hay lengua que me nombre.
(De Adán o nada, Bandaàparte Ediciones, 2017)
Insepulto
Mi madre compró un nicho en Italia y me dijo:
aquí descansaremos los dos con tu padre.
Y, de repente, imagino su cráneo apoyado sobre mi cráneo,
refugiados en la madera del árbol que nos vio nacer, y le sonrío.
Su esperanza me roza como una caricia
para que un día deje España y vuelva,
la suya es una promesa de amor eterno.
Pienso en mi madre, en mi padre y en mí,
convertidos en polvo,
una familia sin descendencia, mediterránea,
unida en la muerte como nunca lo estuvo en vida.
Algún día el conserje barrerá las flores podridas,
nos dejará desabrigados frente al mundo,
mirará el nicho e intuirá nuestro amor en la foto familiar con fondo blanco
entre tanto hueso desnudo,
igual de seco, igual de blanco.
Si lo pienso un nicho es la utopía perfecta:
sin hombres o mujeres,
todos extranjeros.
Guardamos un mundo ideal dentro,
en nuestros huesos, pero tan lejano.
La tumba es el modelo de familia definitivo.
Deberíamos meter todos la cabeza en un nicho
hasta que deje de dolernos el mundo.
(De Hágase mi voluntad, Pre-Textos, 2020)
E io chi sono?
Por la mañana abandono mi sexo.
Al atardecer vuelvo
cuando me desnudo para entrar en la ducha.
Mi madre siempre dice que tengo los hombros de mi padre.
Con el vaho en el espejo el contorno es más ancho, más
generoso.
Dibujo una línea recta con los dedos, con la mano la deshago.
En los ojos guardo la tristeza de las muñecas
que jugaron a ser hijas
y que mis padres acabaron regalando.
El agua fría me trae a mi cuerpo,
escondo el pene entre las piernas.
Mamá, ¿a quién me parezco?
(De Actos impuros, Ediciones Hiperión, 2017)
Tu cuerpo o el mío
¿Recuerdas cuando nos sosteníamos
en la palabra sin conjurarla?
Es como cuando el viento dobla la rama
y no la parte.
¿Recuerdas cuando dibujábamos
nuestros sexos en la tierra
y del tronco hacíamos una hoguera
y la llamábamos lenguaje?
Ya no hablamos del árbol
clavándonos las aristas
ni del fuego que nos quemaba la yema de los dedos.
Ahora que solo nos quedan cicatrices en la lengua,
besamos estas cenizas
para curarnos las heridas.
Me dices que enterremos nuestras diferencias,
pero cavar un foso es asomarse
siempre a un precipicio.
(De Hágase mi voluntad, Pre-Textos, 2020)
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