Muestra poética de Héctor Lira

Héctor Lira (Santiago de Chile, 1988). Hasta el momento ha publicado los poemarios Fragmentos de un idiota (Mago Editores, 2016) y Recurso humano (Editorial Deriva, 2019). Es Ingeniero Comercial y máster en Dirección de Personas y Organizaciones por la Universidad Adolfo Ibáñez, donde actualmente se desempeña como profesor. Además, es consultor e investigador en comportamiento del consumidor.

Ha sido columnista en diferentes medios de prensa escrita en Chile como diario La Tercera o medios informativos digitales como El Mostrador y El Dínamo, entre otros. En cuestiones literarias, participó en los talleres de poesía del escritor chileno Germán Carrasco y actualmente está trabajando en su próximo poemario que recibe por nombre Imaginar un hijo.

Héctor Lira se reconoce, de alguna manera, producto de una mezcolanza, un mestizaje producido entre el mundo de las letras, al que pertenece por su condición de poeta, y el mundo de las finanzas y negocios, al que pertenece como profesión para ganarse la vida, lo que le da un toque de riqueza a sus versos, que puede apreciarse con mayor nitidez en Recurso humano, donde el poeta reconoce que «fue concebido en el corazón mismo del capitalismo financiero» y desde el cual hace una crítica a su funcionamiento, sobre todo del aparato capitalista chileno, poniéndolo en cuestión a través de sus dotes poéticas y su conocimiento interno del mismo.

Hoy le dedicamos una muestra de poemas sacados de ambas obras, Recurso humanoFragmentos de un idiota.

Corta el mundo en dos.

Atraviesa el bosque de bestias que brillan
.            a carne viva durante noches fucsias.

Las estrellas también mueren:
abre tu boca y espera que caigan.

Sana siempre horizontal
el dolor de las formas verticales.

Ahoga dos hielos en un vaso de cristal:
sumérgelos en un whisky.

Acosa a un transeúnte con pucheros.

Déjate caer salvaje
como un rayo de sol en verano.

Explora sábanas de distintas geografías.

Embarázate del barro
.                          & engéndrate a ti mismo.

Une las mitades separadas al nacer.

Haz tus costillas tronar
cual caja humana de resonancia.

De Recurso humano (Editorial Deriva, 2019). 

Hay noches y noches donde mi pecho se aprieta.

Es la sed por no dormirme a oscuras,
iluminar el espacio con el resplandor
de unos muslos duros y suaves,
envolverme en pieles elásticas
antes que el albor dominical me queme.

Nadie está en su cuerpo cuando
una orgía de a dos comienza. Es suficiente
con ser desconocidos. Monstruosa es
la forma que adopta la soledad acompañada.

Hay un otro junto a mí, lejos del sol.

La suciedad pegajosa de la noche lo impregna todo
y soy el cadáver de un macho vencido
extendido sobre otro cuerpo.

El aliento de los árboles no me limpiará,
he perdido el verdor de los bosques
y hackeado los átomos de oxígeno.

.                              Me he venido a esconder
a una habitación de paso, respirar la mugre
y ensuciarme con la inmundicia orgánica,
con el desprecio de la carne por la carne.

En este volcán infestado de tiburones
las hijas de inquilinos son mis tierras,
en la soledad de la trinchera financiera
un cliente siempre tiene la razón.

De Recurso humano (Editorial Deriva, 2019). 

Cuando la mudanza incesante llegue hasta mí
y me despoje al fin de mi nombre, liberaré los seres
inviables que vivieron en mi más profunda sombra,
explotaré los refugios donde retenía mis memorias:

migrarán a otros ojos, arrugarán
otras carnes, brincarán como ninfas excitadas
entremedio de otras ropas, mirarán mi rostro
y me dejarán atrás como a un planeta desolado.

¿Podré huir del dramatismo físico de los seres humanos?
¿Podré esconderme del tiempo que avergüenza la materia?

Quizás debo desentenderme de las sombras
y dormirme optimista
.            ante la fuga final del horizonte,
empaparme de la invisible luz que lo hincha todo.

O quizás debo dormirme
.              en la línea entre el océano y la arena:
.                              reforestar mi biografía
.                                              con un último sueño de bosque.

De Recurso humano (Editorial Deriva, 2019). 

Gracias a estos ventanales traslúcidos
puedo ver el distrito financiero brillar hasta mi oficina,
a esta altura es fácil imaginar
el viento desmembrando a una persona.

Desde mis rascacielos puedo contemplar
cómo el sol cae sobre los recursos humanos:
vienen desde algún lugar, como anodinas
monedas de carne arrojadas sobre la acera.

Cada lunes veo sus rostros de culo y excel
parpadear frente a monitores, apagados
los ojos ante el propio reflejo: ¿y cuánto cuesta
fabricar a más humanos que los humanos?

La jornada nunca acaba, el after-office
reúne a criaturas de todas las clases
y entre cervezas y alcohol florece
el imperativo táctil presente en todo:

.                Fantasear con la tersura rosa depilada
.                bajo una falda de oficina, reírnos con silenciosa
.                perversión de la obesidad de nuestros competidores,
.                evaluar las brechas entre nuestras ropas

.                sentir el branding infiltrado en cada interacción,
.                la soledad de las distancias intercomunales,
.                los atracones de Netflix desde el abandono,
.                el cortocircuito de los animales originarios.

Los veo. Falsos autónomos y deportistas
agobiados entre buses y automóviles
mientras reparten deliverys en bicicleta,
como salvajes uberizados sin ánimo de tierra.

Los oigo. El alarido de cada individuo
cuando se transforma en cliente. Podrían
estar encerrados en un supermercado
y sentirse reyes de un espacio infinito.

Los huelo. La democracia con todo
ese olor innecesario. Las diversas corporalidades
forzadas en un vagón del Metro. Las palomas,
los perros, las migajas que atraen a todo tipo de alimañas.

.              Si un bosque es talado y nadie lo escucha,
.              ¿han caído sus árboles? Mientras el verdor
.              de mi césped no se extinga, qué importa
.              el silencio de los revoltosos espíritus verdes.

Le prohibiremos a la naturaleza jugar en sus flores,
la penetraremos y en sus frutos incubaremos negocios.

De Recurso humano (Editorial Deriva, 2019). 

Fuera de mí vivían ellos

lo sé porque fui testigo
muchos días de sus muchas caras

Los miraba y trataba de entender
quiénes eran, de dónde venían,
porque ellos siempre tan apurados
y seguros de sí mismos, con sus trajes
y zapatos impecables

.              (¿cuánta piel sobre la piel necesita
.              un hombre para deambular tranquilo?)

.              Todo era todavía más fuerte en las noches
.              de agosto, en la forzada intimidad
.              de los vagones del Metro, cuando el
.              día tendía a desaparecer

.                            (Tuve que consumir cosas
.                            en mi ausencia)

Y cada día cuando llega la noche
tras horas disfrazado
………….descuello mi corbata
………….con los dedos
………….disparo mis zapatos
………….con los pies

y no hay nada

…………solo espacio

.                            en esta sala-carne de espera.

De Fragmentos de un idiota (Mago Editores, 2016). 

Si desaparezco
y no bebí ni comí suficientes
.                                          dioses

le quiero contar a Dios
que yo sí lo vi, incrédulo y tibio,
atascado entre las cosas

y también le quiero decir que
cuando Él siga aquí sin mí
y me respire por última vez

.                            y me expulse
del paraíso que reside en sus
pulmones

.              como un gargajo-humano

.                            no importa

otros vendrán después de mí
como querubines-cólicos
a irritar su colon infinito.

De Fragmentos de un idiota (Mago Editores, 2016). 

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