Juan Setién del Valle nace el 1 de junio de 1983 en Madrid. Licenciado en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y postgrado en Estudios Filosóficos avanzados con la especialidad en Estética, Racionalidad e Historia, con una tesina sobre la imposibilidad y el fracaso del lenguaje en la literatura de ciencia ficción. Entre otros estudios tiene un MBA en marketing y dirección de empresas, la carrera de guión cinematográfico y estudios de arte dramático en la escuela de las Rozas. Actualmente dirige el área de marketing de una empresa de ingeniería.

En cuanto a su actividad literaria, ha publicado la novela Los arrabales de la desdicha en la editorial Grounded. Sus poemas han sido incluidos en la antología Pétalos de pasión y en la gaceta literaria universitaria Mephisto. Su Réquiem por la muerte de David Foster Wallace, publicado en la gaceta literaria digital Letralia tuvo una muy buena aceptación. El 23 de Junio del año 2007, junto con un grupo de personas aficionados al teatro, funda una compañía con la que estrena El rey Lear se muere, una refundición del texto clásico de Shakespeare. (Tanto el texto como la dirección corren a su cargo, al igual que toma un papel como actor dentro de la obra) En 2008 estrena con la misma compañía Ruth, (en la dramatización del famoso texto bíblico) ahora se ocupa del texto y de la dirección exclusivamente. En ese mismo año estrena en abril El juicio, un texto metafísico que representa la agonía del alma de Pilatos ante un tribunal absurdo al final del túnel. También se ha destacado por su actividad solidaria, apoyando con la dirección teatral de actores amateurs que representan la noche de navidad la dramatización del nacimiento de Cristo para los más desfavorecidos.

En el blog personal www.juansetienblog.wordpress.com va construyendo una identidad literaria mientras entrelaza algunas indagaciones filosóficas.

Premio de narrativa corta Jóvenes creadores de Ávila 2016 con la narración Ahora cuando ya es tarde, y Finalista del premio de Poesia Adonais 2016 con el libro Las Afueras.

[symple_divider style=»solid» margin_top=»20″ margin_bottom=»20″]

No creía en la vida

No creía en la vida.
No creía en la eterna caída,
En el siempre huir hacia ningún lugar.

¿Qué es la vida?
¿Qué es la vida
sino dolor?
La hernia de los deseos que acaban frustrados,
Los nudos que se atragantan,
El planear de la esperanza sobre el vértigo de un abismo sin fondo.

No creía en la vida.
Siempre.
Siempre las virtudes frugales desollando el apetito de la carne,
Las perversiones abnegadas encadenadas en las mazmorras de una conciencia,
La razón dislocada, la irrealidad de la realidad sojuzgada por las reglas de unos pocos,
Los credos desvergonzados,
Las leyes restrictivas de los cansados,
las leyes restrictivas de los impotentes,
las leyes restrictivas de los vulgares, de los sobrios, de los terrenales.

Siempre la sed insaciable,
Siempre el hambre irrompible,
La eterna repetición del eterno sufrimiento,
El odio a perder, a dejar huir, a impedir marchar,
La fuerza que se adquiere cuando a tu soledad sumas la de otro ser,
Las ansias amanecidas con el puñal del aborto,
La inútil distracción del retortijón del desahuciado,
El eructo de las responsabilidades,
Las verdades que exudas empujándolas desde dentro para que sus perros no
muerdan tu conciencia,
los vicios descarados a los que apagas la luz para esconderlos,
la pobreza,
la enfermedad insobornable,
la infidelidad y el abismo y el abandono de los Dioses,
las iglesias profanadas, los espantados demonios,
los desiertos autoimpuestos,
las verdades intolerables que camuflo con mentiras aún más ásperas,
los vulnerables achaques que mellan tus cansancios,
los días pesados y lentos
.                                            esperando a que se cumpla el deseo,
el deseo de volver
al silencio.

¡No!
No creía en la vida