«Yo misma fui mi ruta» y otros cinco poemas de Julia de Burgos

Julia de Burgos

La poeta puertorriqueña Julia de Burgos.

 

Julia de Burgos (Carolina, Puerto Rico, 1914—Nueva York, 1953) es considerada como la más importante poeta nacida en Puerto Rico durante el siglo XX. Fue una autora de convicción feminista, lo que la llevó a escribir una obra en que se registra la búsqueda de su propio destino fuera del que le trazaba los convencionalismos de su época, que a casi un siglo de su escritura aparenta encerrar en ella una metáfora entre su ansiada libertad como mujer, descendiente afropuertorriqueña y poeta con la condición de insularidad y dependencia política que arrastra su lugar de nacimiento, algo de lo que dejó constancia en más de un texto.

La poeta realizó estudios en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras donde se graduó de maestra. Poco después se casó por primera vez, unión que duró aproximadamente un año. Integró la primera generación de migrantes puertorriqueños en Estados Unidos a inicios de la década del Cuarenta del siglo pasado, con lo que vivió en Nueva York y Washington. También residió durante una temporada en La Habana, antes de volver a Nueva York. No obstante, la mayoría de su obra la escribió y publicó en Puerto Rico, con excepción de una última etapa de su vida en que decidió escribir poesía en inglés.

En vida apenas publicó tres libros: Poemas extractos a mí misma (1937), Poema en veinte surcos (1938) y Canción de la verdad sencilla (1939). Mientras que después de su muerte se editó póstumamente el volumen El mar y tú (1954). Algunas anécdotas biográficas, incluso, dieron origen a la obra teatral Julia de Burgos: criatura del agua (1999) de Carmen Rivera.

En su país se editó Criatura del agua: obra poética (1961) a cargo del Instituto de Cultura Puertorriqueña, la misma institución que más de cuatro décadas después dio a conocer el volumen Obra poética (2004). A medio camino entre esas dos ediciones, se conoció Yo misma fui mi ruta (1986), publicada por Ediciones Huracán. Además, en su país al cumplirse el centenario de su nacimiento, Ediciones SM publicó la antología poética Y fui toda en mí (2014).

En los últimos años en España se la ha dado a conocer a través de nuevas ediciones de su obra, por un lado los dos volúmenes Obra poética I y II (2009) publicados por Ediciones de la Discreta. Mientras que una década más tarde, Ediciones Terramozas dio a conocer la recopilación Yo soy mi ruta (2019).


Yo misma fui mi ruta

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.            Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisoria
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.

.            A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.

.            Pero la rama estaba desprendida para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos:
y mi rostro iba tomando la expresión que le venía de adentro,
la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.

.            Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.

.            Y fui toda en mí como fue en mí la vida…

.            Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.
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De Poema en veinte surcos (1938)

Íntima

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.            Se recogió la vida para verme pasar.
Me fui perdiendo átomo por átomo de mi carne
y fui resbalándome poco a poco al alma.

.            Peregrina en mí misma, me anduve un largo instante.
Me prolongué en el rumbo de aquel camino errante
que se abría en mi interior,
y me llegué hasta mí, íntima.

.            Conmigo cabalgando seguí por la sombra del tiempo
y me hice paisaje lejos de mi visión.

.            Me conocí mensaje lejos de la palabra.
Me sentí vida al reverso de una superficie de colores y formas.
Y me vi claridad ahuyentando la sombra vaciada en la tierra desde el hombre.

.                                       ***

.            Ha sonado un reloj la hora escogida de todos.
¿La hora? Cualquiera. Todas en una misma.
Las cosas circundantes reconquistan color y forma.
Los hombres se mueven ajenos a sí mismos
para agarrar ese minuto índice
que los conduce por varias direcciones estáticas.

.            Siempre la misma carne apretándose muda a lo ya hecho.
Me busco. Estoy aún en el paisaje lejos de mi visión.
Sigo siendo mensaje lejos de la palabra.

.            La forma que se aleja y que fue mía un instante
me ha dejado íntima.
Y me veo claridad ahuyentando la sombra
.                                                    vaciada en la tierra desde el hombre.
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Poema del hijo no nacido

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Como naciste para la claridad
te fuiste no nacido.

Te perdiste sereno,
antes de mí,
y cubriste de siglos
la agonía de no verte.

No quisiste la orilla de la angustia
ni el por qué de unas horas que pasan lentamente
en la vida,
sin dejar un sollozo,
ni un recuerdo,
ni nada.

No quisiste la aurora.
No quisiste la muerte.
Rechazaste el olvido,
y en la flauta del aire avanzaste perpetuo.

No quisiste el amor en féretro de las olas
ni quisiste el silencio que deja el túnel breve
donde ha dormido el hombre.

Tuyo, inmensamente tuyo,
como naciste para la claridad
te fuiste no nacido,
nardo entre dos pupilas que no supieron nunca
separar el eco de la sombra.
Manantial sin rocíos lastimeros,
pie fértil caminando para siempre en la tierra.
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A Julia de Burgos

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.            Ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga
porque dicen que en verso doy al mundo tu yo.

.            Mienten, Julia de Burgos. Mienten, Julia de Burgos.
La que se alza en mis versos no es tu voz: es mi voz
porque tú eres ropaje y la esencia soy yo; y el más
profundo abismo se tiende entre las dos.

.            Tú eres fría muñeca de mentira social,
y yo, viril destello de la humana verdad.

.            Tú, miel de cortesana hipocresías; yo no;
que en todos mis poemas desnudo el corazón.

.            Tú eres como tu mundo, egoísta;
yo no; que en todo me lo juego a ser lo que soy yo.

.            Tú eres sólo la grave señora señorona; yo no,
yo soy la vida, la fuerza, la mujer.

.            Tú eres de tu marido, de tu amo; yo no;
yo de nadie, o de todos, porque a todos, a
todos en mi limpio sentir y en mi pensar me doy.

.            Tú te rizas el pelo y te pintas; yo no;
a mí me riza el viento, a mí me pinta el sol.

.            Tú eres dama casera, resignada, sumisa,
atada a los prejuicios de los hombres; yo no;
que yo soy Rocinante corriendo desbocado
olfateando horizontes de justicia de Dios.

.            Tú en ti misma no mandas;
a ti todos te mandan; en ti mandan tu esposo, tus
padres, tus parientes, el cura, la modista,
el teatro, el casino, el auto,
las alhajas, el banquete, el champán, el cielo
y el infierno, y el qué dirán social.

.            En mí no, que en mí manda mi solo corazón,
mi solo pensamiento; quien manda en mí soy yo.

.            Tú, flor de aristocracia; y yo, la flor del pueblo.
Tú en ti lo tienes todo y a todos se
lo debes, mientras que yo, mi nada a nadie se la debo.

.            Tú, clavada al estático dividendo ancestral,
y yo, un uno en la cifra del divisor
social somos el duelo a muerte que se acerca fatal.

.            Cuando las multitudes corran alborotadas
dejando atrás cenizas de injusticias quemadas,
y cuando con la tea de las siete virtudes,
tras los siete pecados, corran las multitudes,
contra ti, y contra todo lo injusto y lo inhumano,
yo iré en medio de ellas con la tea en la mano.
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De Poema en veinte surcos (1938)

Ay, ay, ay de la grifa negra

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Ay, ay, ay, que soy grifa y pura negra;
grifería en mi pelo, cafrería en mis labios;
y mi chata nariz mozambiquea.

Negra de intacto tinte, lloro y río
la vibración de ser estatua negra;
de ser trozo de noche, en que mis blancos
dientes relampaguean;
y ser negro bejuco
que a lo negro se enreda
y comba el negro nido
en que el cuervo se acuesta.
Negro trozo de negro en que me esculpo,
ay ay ay, que mi estatua es toda negra.

Dícenme que mi abuelo fue el esclavo
por quien el amo dio treinta monedas.
Ay ay ay, que el esclavo fue mi abuelo
es mi pena, es mi pena.
Si hubiera sido el amo,
sería mi vergüenza;
que en los hombres, igual que en las naciones,
si el ser el siervo es no tener derechos,
el ser el amo es no tener conciencia.

Ay ay ay, los pecados del rey blanco
lávelos en perdón la reina negra.

Ay ay ay, que la raza se me fuga
y hacia la raza blanca zumba y vuela
hundirse en su agua clara;
tal vez si la blanca se ensombrará en la negra.

Ay ay ay, que mi negra raza huye
y con la blanca corre a ser trigueña;
¡a ser la del futuro,
fraternidad de América!
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De Poema en veinte surcos (1938)

Nada

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.            Como la vida es nada en tu filosofía,
brindemos por el cierto no ser de nuestros cuerpos.

.            Brindemos por la nada de tus sensuales labios
que son ceros sensuales en tus azules besos;
como todo azul, quimérica mentira
de los blandos océanos y de los blancos cielos.

.            Brindemos por la nada del material reclamo
que se hunde y se levanta en tu carnal deseo;
como todo lo carne, relámpago, chispazo,
en la verdad mentira sin fin del Universo.

.            Brindemos por la nada, bien nada de tu alma,
que corre su mentira en un potro sin freno;
como todo lo nada, buen nada, ni siquiera
se asoma de repente en un breve destello.

.            Brindemos por nosotros, por ellos, por ninguno;
por esta siempre nada de nuestros nunca cuerpos;
por todos, por los menos; por tantos y tan nada;
por esas sombras huecas de vivos que son muertos.

.            Si del no ser venimos y hacia el no ser marchamos,
nada entre nada y nada, cero entre cero y cero,
y si entre nada y nada no puede existir nada,
brindemos por el bello no ser de nuestros cuerpos.
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De Poema en veinte surcos (1938)

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