Seis textos de «Si me asomo a lo inmenso» de Andreína Benítez
Andreína Benítez (Maldonado, 1991) es actriz y correctora de estilo, con vocación por el uso de la escritura como herramienta de autoconocimiento y transformación personal. Actualmente reside en Montevideo.
Además de su labor en la corrección de textos literarios, académicos y divulgativos, acompaña a otros en sus procesos creativos y promueve la escritura terapéutica, ayudándolos a descubrir nuevas lecturas de su propia experiencia.
Si me asomo a lo inmenso (2025) es su primer poemario, el cual fue publicado recientemente en Argentina por la editorial Kuntur. Todos los poemas de esta muestra pertenecen a este libro.
Herencia transgeneracional
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La abuela, mamá y yo en un mismo vientre,
encapsuladas en un entorno biológico a oscuras.
Óvulos de generaciones enteras resistieron
dentro de un cuerpo enloquecido, fragmentado.
Una pauta genética despliega sus tentáculos
y el pasado retorna como síntoma,
el placer y el dolor se cortejan y aparean
aturdiéndome en un azul fluorescente.
Es tanto el ahogo que mi mente
se evapora, se gasifica.
Un encogimiento me arrastra hacia abajo
por las escaleras al sótano,
lo oculto al fin asciende como un dragón,
pero a su paso me quema los bronquios.
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De Si me asomo a lo inmenso (Kuntur, 2025)
Incendiaria
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Me confieso que debo alojarme más en el cuerpo,
en los tejidos, en los músculos,
donde las memorias se han agarrotado,
donde mecánicamente olvido el milagro.
Y ahora resulta que veo
que mi estrategia viene siendo
ponerle algunas bombas al cuerpo,
que todo estalle y, escondida en un rincón,
escarbar hasta que la inocencia sea redimida,
mirarla a los ojos como en medio de una guerra
para que al fin entienda que soy un territorio seguro,
la inteligencia que recolecta todas mis partes.
¿Por qué tan incendiaria con el cuerpo?
Esta vez no me confieso, me pregunto,
pero la voz no proviene de donde espero,
sino de una delicada suspensión en el movimiento,
susurra como lo haría en un espacio vacío
con una lindeza digna, venerable,
y mi cuerpo se percibe el templo más divino,
el que menos corrompería,
porque sin él no hay Dios,
sino ¿cómo me hablaría?
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De Si me asomo a lo inmenso (Kuntur, 2025)
Después de morir
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Una muerte forzada me hizo oír
y ver el dolor y lo oblicuo.
El terror se me desperezó dentro,
pero en la transformación desnudé
a una criatura hermosamente crepitante.
Fui desatando con fuerza cada día
una invitación a la armonía
para seguir viva, para no irme.
Mis recursos empezaron a nacer
de una comprensión en ciernes,
los demonios se dejaron enamorar
por mi risa poética frenética
y le canté con gracia a la muerte
solamente para divertirla.
La salvaje, a carcajadas, me envolvió
y una vez más cruzamos al otro lado.
Nadé en un sueño más vívido que la propia vida,
se me murieron tantos
que ya no atino a sostener nada con las manos,
morí tantas veces
que me parece que la muerte no existe.
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De Si me asomo a lo inmenso (Kuntur, 2025)
El sueño lúcido
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Mis pies en el precipicio,
sobre el borde desde donde veo
lo extraordinario del mundo.
Acá hay vértigos sin amainar,
manos que anhelan descanso,
una mente que se apelmazó,
fundamentos cubiertos de remiendos.
Aligero el engaño de años
impuestos sin convicción ni cautela.
Me orillo tímidamente,
una extensa exhalación me bambolea.
Retrocedo, medito el antes.
Rezo para parecerme al viento,
mi inspiración se estira,
entreveo un principio abierto imparable.
Impetuosa, aunque ingrávida,
parto hacia el abismo que me llama.
Me arrojo, pero me elevo,
mi cielo es rojo y me pierdo.
Siento que caigo,
pero no es cierto.
Busco los límites,
acá no hay formas.
La mente se desvanece,
ya no me informo de ella.
El cielo ya no es rojo,
el rojo ya no existe.
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De Si me asomo a lo inmenso (Kuntur, 2025)
Tercer pulmón
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Llega la noche y cierro las puertas,
olvido a quienes me esperan,
renuncio a los ecos del día.
Voy a la cama sin alumbrarme,
reconozco la liviandad de las sábanas,
me tiendo sobre mi piel despierta.
Hay palabras que quieren rozarme,
de lejos las miro,
de cerca las tiemblo,
pero traigo conmigo la llave que abre
la única puerta hacia el cese del tiempo,
ese tercer pulmón con el que respiro
cada «sí»,
cada «no»,
cada silencio.
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De Si me asomo a lo inmenso (Kuntur, 2025)
Sol salvaje
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Un sol salvaje creció bajo mi piel,
tan abrumador como espléndido,
él ilumina hasta los huesos
y, otras veces, también abrasa.
Puede ser luz furiosa que no para,
es mi gracia y mi carga,
hallo fuerza en su impulso,
pero repetidamente tiemblo
cuando sus manos entran en rincones oscuros
avanzando hasta la raíz más honda
y aunque no se apuran siempre llegan.
Todo rayo me aclara y resplandece,
pero como ocurre con algunas polillas
que orbitan errantes alrededor de la luz,
hay personas a las que mi luminosidad
les agota.
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De Si me asomo a lo inmenso (Kuntur, 2025)