Seis «Frugálicas» del último libro de Hebert Abimorad

Hebert Abimorad

Hebert Abimorad durante una lectura poética en Suecia. Fuente. 

 

Hebert Abimorad (Montevideo, 1946) es un poeta uruguayo afincado en Suecia desde 1975, cuando llegó como refugiado político a causa de la Dictadura militar en su país que se prolongó hasta 1985. Durante todos estos años se ha dedicado a la docencia, al periodismo cultural y a la escritura de poesía con más de una veintena de títulos, algunos de los cuales dio a conocer bajo la identidad de heterónimos.

Sus tres primeros libros se publicaron en edición bilingüe castellano-sueco: Gotemburgo, amor y destino (1982), Gestos distantes (1985) y Voces ecos (1988).  Años más tarde, una vez que reestableció nexos con su país y luego con España, llegaron las publicaciones de Poemas frugálicos (1994), Poemas frugálicos II (1995), Malena y Cíber (1996, con el heterónimo de Martina Martínez), Poemas frugálicos III (1998), Conversaciones y Volverá la loba… (2000, con los heterónimos de José José y Camilo Alegre), Nuevos poemas frugálicos y otros textos heterónimos. Antología 1982-2007 (2008), Hermatario (2011, con el heterónimo de Silvestre del Bosque), Invento ad Gotemburgum (2011), Mekong (2012), Dios (2013, con heterónimo de Flor de Condominio), 100 poemas frugálicos (2014), Poemas y dibujos frugálicos (2015), La plaza (2018), Profecías frugálicas (2020) y Frugálicas variaciones estacionales (2022).

La obra de Hebert Abimorad ha sido principalmente traducida al sueco con los libros Korta dikter (2000), Samtal (2006), Mekong (2018) y Torget (2020)No obstante, también ha sido volcada a lenguas como el francés, el italiano, el portugués, el macedonio, el inglés y el persa.

El término «frugalía» o «frugálica», según relata Abimorad, nació cuando hizo una relectura de las greguerías del escritor español Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), al quedar deslumbrado por su visión aguda de la realidad con un tono humorístico. Esto está acompañado por su interés de los estilos de poesía japonesa, tanka y haikú. Así es como, a finales de la década del ochenta escribió sus primeras composiciones de este tipo, frugalías también denominadas como frugálicas, aunque ambos refieren a la misma forma de creación poética.

«El estilo que acompaña mis libros es una constante que muchas veces se ha estrellado contra la falta de comprensión de ciertos críticos literarios. La idea de que el silencio juegue una parte importante de un poema, no es fácil de incluir en el legado poético hispano.  No sabría cómo definir mi poesía, aunque el acercamiento a la escritura oriental es notoria. La negación a la acumulación de palabras, como un vendedor de mercadería en una plaza pública, en mi poesía ha sido un trabajo metódico que lleva muchos años y libros», definió hace poco.  Asimismo, recalcó el efecto que pretende provocar con la economía verbal y el ahondamiento del significado que compone cada una de las «frugálicas»: «Pocos versos y cierta sencillez, un pensamiento filosófico, humorismo, acompañado de metáforas. Y la comprensión del silencio, las pausas, actúan obligándonos a oír ecos de lo que leímos para comprender mejor  la lectura, en huida del presidio estructural».

Los poemas «frugálicos» de Hebert Abimorad que compartimos a continuación forman parte del libro Frugálicas variaciones estacionales (2022), publicado recientemente por Ediciones Vitruvio.

I

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Descanso a la sombra / sin coacción de la naturaleza /

en un día soleado / Respiro tranquilo / me gana el sosiego /

confiado como un niño dormido bajo el paraguas verde /

Sostengo el mango con firmeza para que el varillaje

no se vuelva y me asolee
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De Frugálicas variaciones estacionales (2022)

II

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Me transformo en una araña cuando floto en la superficie del lago /

Un cuerpo vacío de huesos / Sin peso alguno / Como si el pasado

se hubiese descargado y nunca existido / Intento mover

mis extremidades y logro un equilibrio aparente
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De Frugálicas variaciones estacionales (2022)

III

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Descuartizar las frases para lograr tener espacios para otra palabra /

Menudo trabajo / Falta una palabra aquí / allí y también allá /

Derramar palabras sin ton ni son y que encuentren su espacio adecuado /

Y las sobrantes / Las que no tienen lugar / Abandonarlas al lado de las frases /

hasta el momento del próximo descuartizamiento / para que traten

de encontrar su sitio
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De Frugálicas variaciones estacionales (2022)

IV

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Cuando mueren las estrellas / el amanecer respira aire fresco

y olor a vida matutina / Se oyen sonidos de pasos /

Sonido de gorriones / Sonido de alas de golondrinas /

La tierra ha cambiado de órbita / los hombres oscuros

mueren con la aurora / tan rápido en la noche /

que sus últimos suspiros crean un rocío fresco
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De Frugálicas variaciones estacionales (2022)

V

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Lo contrario de verano eres tú /

Lo contrario del invierno es el calor de tu mirada /

Cuando veo que tú ves que me veo en tu mirada /

es lo contrario del otoño / Lo contrario de lo contrario eres tú /

Tú contraste es mi libertad / Mi libertad es un vendaje negro

que puedo atar sobre tus ojos en primavera /

Todo lo contrario de mis ojos / Lo contrario del verano

es el dolor invernal
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De Frugálicas variaciones estacionales (2022)

VI

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Cierra los ojos caracol y permanece fiel a setenta y cinco años /

todavía cabilas bajo la hoja de la planta / dedos terrosos /

la lluvia canta áspera y amigable a todo lo que crece por aquí /

La sombra / se retorna color tras color / El caracol esconde

a todos en su casa del futuro / donde descansa el espacio sin tiempo
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De Frugálicas variaciones estacionales (2022)

Un comentario en “Seis «Frugálicas» del último libro de Hebert Abimorad”

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