«Ruegos» y otros seis poemas de Aníbal Malaparte

Aníbal Malaparte nacido el primero de mayo de 1991 es practicante de artes marciales y licenciado en Historia por la Universidad Veracruzana, titulado con la tesis Banderas de fuego, pechos de luz. Voluntarios mexicanos antifascistas en la Guerra Civil Española.

Es autor de los siguientes poemarios Escribe poesía, construye bombas caseras (2019), Conversaciones de odio (2020), Delirios nihilistas (2023) y La asamblea de los fantasmas (2023), además de fundador de diversas tertulias literarias. Adepto a las causas perdidas desde 2008 es y ha sido militante de diversas organizaciones zapatistas y marxistas-leninistas.


Democracia

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Ese jodido lapso,
entre la tarde y la noche,
esperando un rayado y apestoso camión,
junto al resto de los proletarios,
un minuto de aquellos
donde repartes algunos volantes
(que explican en una cuartilla)
sobre en qué consiste la plusvalía,
miran tus ojos,
esperas no noten tú angustia
y la puta mirada que no se decanta
ni por el odio ni la tristeza.

En la calle,
matrimonios con niños van a pasear al parque
hay un olor a elotes preparados,
grasa quemada, mayonesa y frituras de trigo
y hay satisfacción
por cumplirle a la familia
y no gastarse todo en la cantina.

Hay puestos que ponen su televisión
para que puedas ver el partido
o a Gohan convertirse en super saiyajin dos,
mientras te comes unos tacos de suadero
y todos discuten
si las elecciones las deben ganar
los tecnócratas–neoliberales
o los populistas–demagógicos,
mientras unos amenazan con la bolsa de valores
donde perderás lo poco que tienes;
otros te chantajean cuando afirman,
que, si no votas por ellos,
todo seguirá igual.

Cuando críticas a los populistas
y afirmas que es imposible conciliar intereses,
de explotados y explotadores,
nunca falta una encopetada gorda,
creyente de la izquierda bien portada,
que cuando joven vio la guerra sucia,
volteó la mirada y se quedó callada,
diciendo que tus críticas,
solo le hacen el juego a la derecha,
le respondes con odio
un odio más allá de las palabras,
un odio que ella comprende, pero finge no comprender
y en vez de responderte racionalmente,
te insulta, calumnia y abusa del hombre de paja
ganas el debate,
se va gritándote que si ya te depositó Salinas.
Vuelves a tu cuarto,
lees un poco de Gramsci,
golpeas tu saco de boxeo,
te bañas y duermes temprano
porque, aunque el empresario genera la riqueza
(o al menos eso no deja de gritar la religión capitalista)
por algún motivo
te quiere en el trabajo bien temprano,
pero en venganza esa mañana,
le darás a leer a un compañero laboral
el manifiesto comunista.
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De Conversaciones de odio (2020)

La torre de marfil

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Existe un selecto club de intelectuales
que siempre encuentran
la forma de ser revolucionarios
sin acercarse jamás, ni remotamente,
al peligro de la revolución.
Claro, esta siempre se encuentra inaccesible,
muy lejos de sus cubículos,
la encuentras en el tercer mundo,
o el tercer mundo del tercer mundo,
(tampoco es que importe dónde te encuentres
siempre puedes mencionar un sitio
donde todo está peor, mucho peor).

La revolución está en Rusia, España,
China, Vietnam, Argelia, Palestina,
Cuba, Angola, Nicaragua,
El Salvador, Chiapas,
Kurdistan.

En cierta forma tienen razón,
la revolución se encuentra en cualquier sitio
donde no estén ellos.
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De Conversaciones de odio (2020)

Guerra sucia

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En esta ciudad hiede la muerte,
todos están muertos, pero no lo saben aún,
son cadáveres usurpando el aire de los vivos,
los que temen denunciar están muertos,
los que voltean a otro lado están muertos,
los que fueron a votar están muertos,
los que dicen no es mi pedo están muertos,
los que piensan se lo merecen están muertos,
los que dicen yo jamás me enteré están muertos.

La historia
no solo es justicia por el futuro,
es venganza por el pasado,
y para obtener justicia
hay que castigar,
no solo a los uniformados que torturaron,
secuestraron, violaron y desaparecieron
a los mejores de una generación, también,
hay que extendernos a la red de complicidades
que comienzan con la frase:
yo por eso no me meto en política.

Acabas de volver de la escuela
y tu ciudad sigue apestando a muerte,
todo el país apesta a muerte,
Latinoamérica entera apesta a muerte,
llegas a casa, preparas la cena,
te sientas frente a tu laptop,
—pides perdón a poetas que escribían a mano—
pero comienzas a teclear algunos versos,
tres, treinta o trescientas cuartillas
¿acaso importa?
hay demasiado que decir
y tienes como misión
convertir las palabras
en pasaporte
a alguna parte.
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De Conversaciones de odio (2020)

Podrido en odio

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Conoces el odio
cuando escuchas a alumnos de escuelas publicas
(pagadas con los impuestos de la clase obrera)
defender en voz alta,
con convicción religiosa,
histéricamente,
a Pinochet.

Conoces el odio
cuando te enteras que el ejército,
lanzó campesinos drogados y atados al mar,
metió estudiantes vivos en hornos crematorios,
que introdujo ratas con tubos de PCV,
en las vaginas de las detenidas,
e incluso alimentó, a la mascota de algún oficial
–un cocodrilo en una piscina–
con sus prisioneros
en la sierra de Guerrero.

Conoces el odio,
cuando observas a cualquier burócrata del subdesarrollo,
que mientras juega Plantas contra Zombis,
condena familias enteras a la pobreza,
con tal de no perder
su coche pagado en abonos.
El odio es tu leche materna,
cuando creces y descubres,
que eres como tus padres
y ellos no son lo que pensaste cuando niño,
por eso, al tomar tus decisiones,
ahora como adulto,
desesperado en evitar cometer sus errores
terminas por enredarte
en un extraño ciclo
carente de propósito,
enajenado y empeñado,
en destruir el legado de otro
olvidando construir el propio.

Odio es advertirle a una amiga
ese bato aparte de anarquista y drogadicto
es ladrón y encubridor de violadores

solo para escuchar
es mi amigo y a mí no me ha hecho nada
e impotente, la miras con la certeza,
que, a ella, también le pasará.

El odio es enterarse
que un esclavo de Bakunin
mató a un gato,
y en una cartulina escribió
marxismo–leninismo la otra cara del fascismo
dejándola junto al cadáver del minino,
en la puerta de tu casa,
esperando con ello
amedrentarte.
Odio es tener que comprar aguardiente,
lo que te alcanzó con tu salario mínimo,
mientras ves a un mirrey hijo de otro mirrey
mezclar un whisky que pasó
12 años en una barrica de roble,
con coca cola y algún energizante.

El odio es tener que planificar
el robo de un libro,
porque comprarlo significa
que por semanas
tendrás que despertar una hora más temprano
para irte caminando al trabajo.

El odio es quedarte un sábado en casa
y no por elección, sino por una cartera vacía.

El odio es escuchar a cualquier aporofóbico.

El odio es trabajar horas extra
y que, al reclamar la paga,
te quieran dar una pizza.
El odio es ir a la cárcel
porque te asignaron un abogado de oficio.
El odio es la izquierda
aquejada por el síndrome de Procusto,
siempre anhelando matar a Roque Dalton,
a todos los Roque Dalton de este mundo,
el odio, es la izquierda dizque organizada,
que como Secretario de Formación Política
coloca a un analfabeto funcional
con tal de impedir el avance
de algún probado intelectual
que los obligue a cuestionar
y salir de su folklórica zona de confort.

Odio es no ir al concierto de tu banda favorita.
Odio, es que el tráiler sea mejor que la película.

Odio es ver cómo un mural,
destruido en unas horas,
ya sea por un pendejo lumpen,
escribiendo su nombre con letras de molde,
o un pinche narcopartido pidiendo tu voto.

Odio es el coctel molotov
lanzado a un cajero automático.

Odio es soportar en el transporte público,
la transversalidad del discurso,
de raperos, gruperos y payasos,
unidos en la misoginia,
los pasados inventados
y el culto guadalupano.
Odio, es escuchar las calumnias pejistas
el EPR y el EZLN son un invento de Salinas
olvidando que AMLO se unió al PRI en el 76,
en plena Guerra Sucia,
tras las matanzas de Tlatelolco
y Corpus Cristi.
El odio es ver a supuestos revolucionarios
abandonar la lucha de clases,
el análisis materialista de la historia,
la insurrección y la economía planificada,
para abrazar el multiculturalismo neoliberal,
la autogestión pachamamadora,
el diálogo posmoderno
y la no violencia.

El odio es conocer al cuñado.
Es una cerveza dañada por la luz del sol.

El odio es que tus vecinos protestantes,
te despierten con sus himnos,
un domingo en la mañana.

El odio es el parásito que te mantiene con vida,
disciplina de quien nada posee, mas
que su fuerza e inteligencia,
calendario con llamaradas pendientes,
aquello que transmuta lo imposible en posible,
armadura ante la estupidez,
fuerza ante la adversidad,
y el ver más allá,
de toda falsa conciencia.

Duele, pero te mantiene
enfocado y con vida.
El odio es todo aquello que harías
con un cuchillo,
un par de granadas
y un AK–47.
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De Conversaciones de odio (2020)

Ruegos

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Hay cierta conciencia
de saberme eco de una estrella que muere,
lágrima,
tiempo,
semen,
cuervo,
canción,
bala,
una muerte sin permiso,
una ilusión que desespera,
un atolladero del subdesarrollo.

¿Y quién no ama sin esperanza?
¿Y quién no merodea tus cementerios?
¿Quién no goza con ginebra barata?
¿Quién no tomó partido por Lucifer?
¿Quién no blasfemó siendo ateo?
¿Quién no se sabe fuego, gasolina, grasa de motor
librería de uso, chamarra de cuero,
miedo, maullido, campo minado,
una trampa de bambú bien afilado,
manta, lecho frío, leche con galletas,
cello tocado en la azotea, candado sin llave,
póster en la pared, ruleta rusa, pelea de cantina,
el beso con amor a una lengua envenenada,
un gato atropellado que se pudre en la basura?
Oh, extraña y triste criatura,
a veces sospecho
que no nos volveremos a ver…
bésame,
déjame lamerte,
déjame venirme dentro de ti,
abandóname en un motel,
déjame una marca visible que nadie
.                                                   [comprenda,
déjame cortar la lengua de parásitos
.                                                   [anarquistas,
déjame arranco mi rostro para portar sólo una
.                                                                           [máscara
déjame regalarte amor, matando todo lo que
.                                                                           [odias de mí
déjame perpetuarte con una serie de atentados
.                                                                           [marxistas-leninistas,
déjame declararte amor de mi otra vida
y llora conmigo
como vidrio enterrándose en el cuello,
como ángel suicida,
como reprobando un examen de lógica,
como libro de Herman Hesse,
como noche en las barricadas,
como una orgia de Tule en el bosque,
como cavando en una fosa común,
como adolescente enamorado por primera vez.
Y toda esa hambre,
esa vorágine insatisfecha,
esa ansia,
ese sentido carente de sentido,
esa pulsión de muerte,
ese poema tan desnudo
.                               [que no porta consigo excusa alguna,
esa pesadilla donde todos
.                               [tenían rayones en vez de ojos,
ese no saber cómo terminar este poema,
esa pistola escondida detrás del librero,
ese puto ojalá,
esa puta historia que no fue,
déjame ignorarlos a todos un rato,
déjame fingir que no existen.
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De Delirios nihilistas (2021)

Fight Club

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Lo hermoso es efímero,
inestable, auténtico,
como nitroglicerina casera
o un gemido de placer.
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De Delirios nihilistas (2021)

Carta de despedida #3

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Sé que lo eterno puede ser abrumador
así que te propongo lo siguiente:
prometo amarte, perpetuamente,
el tiempo que te tome
leer estos versos.
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De Delirios nihilistas (2021)

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