«Porque nos atrevamos a la cordura» y otros tres inéditos de Alexandru V. Iosif

Alexandru V. Iosif (Ploiești, Rumania, 1989) es doctor en matemáticas por la Universidad Otto-von-Guericke de Magdeburgo y profesor de matemáticas en la Universidad Rey Juan Carlos (y poeta-filósofo a tiempo completo).

Estudió un Máster en Matemáticas Avanzadas, un Máster en Formación del Profesorado de Matemáticas y un Grado en Física.

Sus poemas y relatos breves han sido publicados en revistas como Aeroletras, Almiar, Armarolla, Convergencias Literarias, Destiempos, Fuego de Luka, Grezza, Herederos del Kaos, La Poesía Alcanza, Morbífica, Periódico Poético y Telescopio.

En 2023 publicó el poemario Kleingeist (Ediciones El Drago) co-pensado y co-escrito junto con Lorena Acosta. Mientras que este año se editó el libro de prosa poética Hilas -o la pasión lila-. Memorias de una candente soledad homomarica (Ediciones En Huida, 2025).

Los textos de Alexandru V. Iosif que compartimos con vosotros pertenecen a su material inédito, en concreto a un proyecto de libro todavía en desarrollo que de momento lleva el título preliminar de Me siento al borde de un campo de girasoles. Cabe destacar que todos los textos fueron originalmente escritos en español, aunque «Sin poema este título» posee la particularidad de alternarlo en unas pocas frases con el rumano, lengua materna del autor.


Porque nos atrevamos a la cordura

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Hay psiquiatras que no pasaron de los mil ochocientos cero,
hay psiquiatras que no pasaron de los, tan los años cincuenta,
tan de manual
y psiquiatría básica,
segundo de carrera
¡qué absurdidad!
y hay quienes,
aun sin ser obuses,
lanzados obtusas lanzaderas,
desde las facultades de psiquiatría,
te encerrarían de por vida, esos,
que te miran mientras esperas en los semáforos
a cruzar las calles de tu ciudad, te encerrarían,
por tirarte tus pulmones y tus hígados
y tus gónadas contra su naturaleza,
vil naturaleza, humana soplo,
de un mediocre quehacer humano,
ultrapolítico y de andar por casa,
kai idiotés, sus pesadumbres pesadillas,
las que vemos constantemente imbecilizar a nuestras bellas mentes,
mientras esperas en los semáforos a cruzar las calles,
a hacer tu vida de pequeña humana
y ser estudiada en los manuales
de sociología,

Ay de nuestros cuerpos,
ay de las antenas desintonizadas de las televisiones donde vomitan
constantemente vomitan una magra extirpación de nuestros órganos impúdicos,
precisamente es: te encerrarían en los manicomios;
de nuestra sed;
metamoderna edad;
de nuestras pobrezas de espíritu y de bolsillo.

Pobre, pobre, pobre muchacha,
no halló el amor en los libros de filosofía
mientras contaba las monedas a ver si hoy le daba
para el café,
sin leche,
sin azúcar,
con amplitud de cafeína,
pobre, pobre, pobre muchacha,
¿dónde te desterrarán ahora, que ya te vuelves a tu infecto rincón de una vida,
de tu pisito estudiantil compartido con otras siete camas ausentes,
cadáveres que follan y no dejan de follar
a las cuatro de la madrugada,
y tocan las guitarras y no dejan de tocar
para encantar a las profusas y profundidades de sus amoríos,
y luego vuelven a sus aulas magnas
donde tremendos catedráticos imparten
del amor y del banquete cátedras,
es hipermagisteria hipoproeza,
pobre, pobre, pobre muchacha,
que esta vez pagaste tu matrícula, y podrás estudiar,
un año más, te fue otorgado, podrás estudiar,
mas se vienen tiempos imbéciles e imposibles,
donde las aulas se pagaron a precio de riñón,
a precio de vello púbico se pagaron,
de ego y de violación,
que no hallarás silencio,
ni siquiera cuando, muda, camines sobre las aguas,
turbulentas aguas de una playa bajo la bóveda tormenta,
que tus títulos te otorgarán cinismo,
propio de los falos cinismo,
cuyas sillas yacen en las catacumbas
de una vieja catedral vestida de osamenta
y músculos aún sin corromper,
y callas, y callas,
callas, muchacha, porque todo esto lo conoces,
de sobra lo conoces,
no te hicieron falta las esferas cristalinas para comprenderlo,
eso que tanto se nos violenta, y retinas, y callas,
y callas, y no hay nada, y tú lo sabes, pero,
Vi, desde mi cuarto, la lluvia caer en tantos siglos por primera vez,
y no me acordé de la manera de llorar,
yo, que vivo en un ataúd,
en el número quince de una calle ensombrecida de Madrid,
me asomé por la ventana para observar la lluvia,
y pensé en una historia,
universal historia de la literatura
de esta cívica ciudad,
sus ciudadanos,
sus vellos púbicos y alquileres,

Te vi, muchacha, con tu abrigo negro,
de escamas, atravesar la manzana podrida,
desde la esquina de mi calle,
mirada perdida en la locura,
psiquiatría de bolsillo,
descosido diagnóstico bolsillo,
cristalizado sobre tus heladas manos,
pequeño truco de un
no-me-amarás-jamás,
no-me-amarás-nunca-jamás,
un-dos-tres,
un-dos-tres,
pétalo del coño
de su
qué-tiempos-eran-aquellos.

Venid, venid, dejad que vosotros vengáis a Mí,
amadme, creadme, chupad Mi sabiduría felina,
humana brevedad de las ruinas.

Volverás a caer
tu pequeño
oscuro cuerpo,
cuerpo,
minúsculo cuerpo,
sobre esta,
la Ciudad,

Y callas,
y no dejas nunca de callar.
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Inédito

Poema a lo Ginsberg con almorranas y huesos huesecillos muy molones, bailarines

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.         Yo ya no me permito el lujo de llamarme Ginsberg, para escribir un poema sobre
las almorranas que me cuelgan, no,
.         Ni tengo barbas a lo Whitman–blanca–nieves, padre nuestro del siempre serás,
pobre señor,
.         Pobre señor pero muy rico en poblados, señor, que inventaste prosas poesías, e
indomable señor, y tus amantes,
.         Ni me escondo tras los watermelons cual un Lorca, tras los versos, no, ya no,
.         Santos motociclistas no me dieron en versos por el culo. Una vez,
.         ¡Y qué recuerdos tan felices eran aquellos años de lo sublime, tan recién
pandémicos!
.         Las esperanzas de volver, voltear, una normalidad canina,
.         Una vez, recuerdo estar en la montaña, alzándome por sobre el horizonte,
Dharma era mi nombre de jovenzuelo jovencito, y viajaba por los trenes, y las
alucinaciones de lecturas vagabundas me acompañaban siempre, y pensé en un
.                                                      –antepasados, es lo suyo–
momento que qué maravilla sería volver a la inocencia en sí de la santidad de los
pretéritos peludos multigéneros —peludas inocencias…
.         Pero no nos fue dado.
.         Y seguimos cabizbajos por senderos contrarios a la anarquía de vuestras
mitologías, de vuestras bicicletas, de vuestras cópulas, sizigias,
.         Y vuestras latas,
.         Y mi nombre ya se me fue olvidando entre tantos chips de neurosis muy
controladoras…
.         Es una pena, admito la derrota; y ya es una rareza que me pregunte, en dicho
estado, por el volver; humanos, llore yo o no, que nunca nacisteis, que nunca bebisteis,
que nunca comisteis,
.         Santa humanidad…

[Primer poema en una década].
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Inédito

Sin poema este título

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Pudiera habitar el Paraíso.           La fresca brisa de un ciclón leve
quien-lo-pudiera.             levísimo sueño de otoño tropical tardío,

Érase una vez un mozo moziño de roce rociño,.              véase a dónde camina ese
muchache
pequeño saltarín de horizonte rozbonbon..        ¿volver ya a un nicho de un más aquí?

Ahora bien, decoradas nuestras.           Trandafirii sunt unele bestii hermosas prea
frumoase
introductio, ¿quién pudiera habitar el Paraíso?               și ni sau mai dus basmele acelea
Una vez, érase una vez un Paraíso, y Quien.                 și am fost târâți târâș peste un
precipițiu
lo habitaba, y como Quien habitaba.            și fuseserăți Feții Frumoși prea hermosos
dicho Paraíso, tenía su día a día.            sea pues, aceptemos la alegría deste niño,
un paradisíaco Paraíso..             punto intermedio (.)

Edenes.             Ese muchache habitó una vez el Paraíso
como.              y bellese muchaches le besaron las mejillas llenas de rubor
este.             y fue feliz en su terreno Paraíso
se vieron.               y en el Paraíso los humanos eran los más hermosos
pero nunca tan así..              y nunca se dio la maldad del ser humano.

Quisiera habitar un paraíso.             Pero la infancia nos fue dada
y si yo habitara el Paraíso.             infanticidio es la conclusión de este cuento de tan
poca fermosura.
olería mariposas, plantaría los garbanzos..            Ay, humane… ¿dónde fue a parar tu
inocencia?
Fin precipitado de este paradisíaco cuento..          La NADA aquí.

¿Y sin embargo, no obstante, todo ello?.           No lo sé.
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Inédito

Canto a escorpiones y delfines

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Cuando ya yo no exista más
quedarme y llores quisiera con sus lágrimas
y atardecer sonrisa,
no se diga más

Cuando eterno era sueño
y en no hallados paralelos flotaba por la inocencia humana
vine y sagrada me hice luz inconmensurable,
y no se diga más

Confiésolo, despoblados la fauna de los rincones admiré
de sus últimas aldeas
escorpiones y delfines,
¿y qué diría más?

Ahora, que ya no uno con ustedes ser mi es
y no hallé la paz en revivencias de luciérnagas
quizás en instantes brevemente
tome aliento entre sus sonrisas
como cuando en la soledad halláis
sutil presencia no apercibida
última luz de atardecer acantilado
brisa que fugaz se va,
decir con lengua verbo
y rubor.
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Inédito

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