Una muestra de «Tomates», el primer poemario de Luis Varela
Luis Varela (Cali, 1987) Es candidato al grado de Doctor en Filosofía por la Universidad de Hamburgo, ciudad en la que reside desde hace más de 8 años. Además es Comunicador Social-Periodista de la Universidad del Valle y Magíster en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia. Se desempeña como docente de literatura, creación literaria y español.
Gracias a la organización foundintranslatio
Ha publicado crónicas, poemas y cuentos en distintas revistas latinoamericanas. Tomates (
Hacia una colina
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Antes del amanecer
llevan la primera vaca al matadero.
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Si estás cerca, allá en Campo Alegre,
escuchas el chorro de agua en la nuca de la vaca,
un chorro fino que tranquiliza los nervios
antes del golpe
.y el derrumbe.
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¿Quién no lo reconoce?
.¿Quién no lo ha sentido?
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Las demás vacas que van en fila,
hacia una colina donde todos
tendremos que llegar,
inician un rezo suave,
mientras la neblina las bendice
y les acaricia el lomo.
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Aquel coro imperceptible, absurdo, aterrador,
.estrecha la vida en su final
.y el brote de la primera luz.
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De Tomates (2022)
Nidos
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La paloma lleva en su pico
una ramita, liviana como un trazo en el aire
de tinta negra.
En el balcón refuerza su nido
con los cabellos dejados por la vecina
después de peinarse al sol.
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Me levanté temprano, preparé café y estuve atento
al crecimiento del malestar en mi pecho, un círculo
que se angosta y se crispa hasta hacerse un lecho.
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De Tomates (2022)
Lautaro
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Aprendimos nuestros cuerpos juntos
descubrí tu espalda y tus brazos,
vos me señalaste un lunar que nunca he visto,
estuvimos entre hombres,
desarmados, en ese mundo tuyo de asma y toldillo,
que nos protegió de todo menos del viento
y de estar vivos, uno al lado del otro,
jugando, queriéndonos
sin un lenguaje establecido, sintiendo
nuestros penes a veces erectos
en los estómagos y en los muslos.
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Nos cuidamos, como soldados,
en el barrio. Convivimos con las alarmas
en los oídos. Vimos el primer muerto juntos.
Los otros me los describías o yo te los contaba.
Todos miraban hacia un mismo lugar.
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De Tomates (2022)
Retrato de Daniel Granada
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Sin camisa, flaco y musculoso
con una iguana al hombro y la iglesia de fondo.
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Detrás
los ladrillos de la casa de la esquina
muecos de tanto rasparlos
para el bazuco.
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En su pecho
un tatuaje de la Avalancha
Verde y Blanca,
un tatuaje de su madre
que murió de cáncer,
un tatuaje de su sobrina
recién nacida,
un tatuaje de su nombre en chino
que nadie en el barrio entiende.
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De Tomates (2022)
Flores frescas
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mis amigos adolescentes
muertos,
una letanía rezada
con poca, pero legítima fe.
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He aquí mi jarrón de cristal con narcisos
sumergidos en la luz y en la desaparición,
el agua estancada sin ninguna excusa o explicación:
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Juan Camilo Segovia,
atropellado por un borracho al frente de McDonald,
ten piedad.
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Eduardo Santana,
disparo en la cabeza en un hotel de Medellín,
ten piedad.
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Cristian Vásquez,
abandonado al frente de la morgue, un lunes caluroso,
óyenos.
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Muertes de fácil cuidado,
monedas de un reino primaveral,
mis amigos adolescentes:
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Juan Camilo Segovia, tu corazón
se aplastó para luego cerrarse.
Eduardo Santana, tu cerebro
se regó por toda la habitación
para luego cerrarse.
Cristian Vásquez, tus pulmones
no aguantaron un gramo más de cocaína
para luego cerrarse.
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Mis amigos adolescentes
muertos
con la boca abierta
porque la muerte,
como las putas,
—ustedes lo saben —
no da besos en la boca.
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De Tomates (2022)
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