Cinco poemas de «Con dos pesos ya no alcanza», más tres textos de Ana Belén Jara

Ana Belén Jara (Jujuy, 1990) es comunicadora social y periodista, especializada en análisis discursivo en política y medios de comunicación.

Es autora de los poemarios Cataclysm (Editorial Cuatro Hojas, 2019), de El desalojo de un cuerpo (Editorial Cronopios, 2022) y Con dos pesos ya no alcanza (Ril Editores, 2024) y ha sido seleccionada en diferentes antologías internacionales de relatos, poesía, fotografía y cuento (Premios Itaú, Editorial SeviEdit, Revista Margen Cero, Revista Rumbos, Literariedad, Casapaís, entre otros).

También escribe y colabora con revistas como Culturamas sobre cine de animación y literatura del género fantástico. Actualmente, se encuentra escribiendo su primera novela, Altares Mundanos.

Los poemas de Ana Belén Jara que ponemos a vuestra disposición, en el caso de los cinco primeros, pertenecen al último título recientemente publicado por la poeta argentina en España, Con dos pesos ya no alcanza (2024). Mientras que, los otros tres textos proceden de El desalojo de un cuerpo (2022) y Cataclysm (2019), respectivamente.


Suspendida sobre el patio

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Suspendida sobre el patio,
una fila de corpiños dibuja
una sombra irregular.
Entre el yuyo seco y los palitos quemados
viene bajando una hilera
de gallos y gallinas cochambrosas,
un festín de picos
y garras que avanza
hasta los bloques de cemento,
y cruza
la puertita de metal
hacia este mundo.
Un festín que me alcanza
mientras duermo.

Todas estas bestias
me caminan por el cuerpo
ensayando una murga sabrosa
que coquetea con la muerte.
Ahora yo también me levanto
y bailo con ellas,
como en el funeral del videoclip
que no dejan de repetir en la TV.
Cautivada y conducida por sus ojos,
esas bolitas prendidas en llamas de fuego
que les llega hasta la cresta,
dejo que el incendio me perfore
como el miedo de ser Pedro
y negar tres veces antes
de que los machos canten,
canten y yo me niegue
tres veces
y me convierta, también,
en una bestia
agazapada
en mi habitación.
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De Con dos pesos ya no alcanza (2024)

Un nombre se prolonga y repta

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Un nombre se prolonga y repta
desde el comienzo del día
hasta la última imagen clara
que empaña los ojos
Un nombre que se pronuncia desnudo e inequívoco
desde tiempos lejanos
cuando un otro
lo dijo por vez primera
simulando una presentación
desinteresada
Un nombre limpio, aunque algo débil
porque el músculo por el que sale ya no es el mismo que el
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pero serpentea ávido de un oído
un oyente atento
que acuda
que asista y
asienta
que mantenga el hilo
vivo entre el recuerdo y
el abandono
de la memoria
un oyente que responda
—Acá estoy,
vieja.
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De Con dos pesos ya no alcanza (2024)

Llevo el olor

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Llevo el olor
de los jazmines
en mi pelo avejentado
y enredado por el paso del día.
Puedo ver los nudos que los duendes
me hicieron mientras dormía
y pensaba
que la siesta era tan solo
un impasse en la tarde.
He dejado el pantalón vaquero de un varón
en la ventana
siguiendo el rito de las abuelas
y esperando que al fin se vayan
y dejen de tirar piedritas
a la membrana de la terraza
o de preguntarnos si con la de lana
o la de hierro,
pero se quedan
y me subsisten
nos subsisten
y nos sentencian a verlos cruzar
entre los pies de nuestras camas
hasta el fin
de nuestros días.
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De Con dos pesos ya no alcanza (2024)

Me puse el corsé

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Me puse el corsé
que ella usó con 28 años
el día de su casamiento.
Apenas y cerró
con la ayuda de sus dedos
haciendo presión sobre mis huesos
dejando que me asfixie una sola idea.
Esto es morirse o estoy acaso ya muerta,
tenía de esto tantas dudas.
Yo que, con 14 años,
me creía tan flaca, sentí
el horrible y temprano mandato
de crecer en un cuerpo
insuficiente.
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De Con dos pesos ya no alcanza (2024)

Cómo se desgasta la avenida

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Cómo se desgasta la avenida
con tantos autos yendo y viniendo,
la edad se le pasa volando
ahora que en esta pequeña ciudad
parecen estar todos nerviosos.
En la radio mezclan bancos con cacerolas,
en la tele estallan bombas contra edificios,
en el quiosco de la esquina del colegio
se comentan teorías paranoicas.
Mi abuela dice que se viene la
tercera guerra mundial.
En la clase de catequesis
las monjitas no dejan de nombrar
la lista eterna de los pecados
que como especie cometemos.
Pienso que ni a Moisés se le habrían
ocurrido tantos.
En el recreo, Mariela me habla
de un concierto suspendido de los Back Street Boys,
en una ciudad que nunca escuché mencionar.
Jimena me cuenta, alterada,
que rompimos el pacto con Dios,
que ahora que llueva nos vamos a sorprender,
porque no va a haber arcoíris,
no, ya no.
En su casa se comenta que
estamos malditos
y que se viene
el segundo diluvio universal.
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De Con dos pesos ya no alcanza (2024)

Las rocas

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Las rocas,
equivalentes a un delirio fantasmal
de millones de años,
como lo que se inscribe en mí, en vos…
marcado y tallado en la dermis
desde antes de las estrellas.
Chocan con las olas, furiosas,
se calman y se distienden
en un orgasmo taciturno.
Vuelven,
ellas vuelven para besar
en un tumulto de espuma espesa.
No duelen,
nos traen un poquito de su memoria
hasta la orilla.
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De El desalojo de un cuerpo (2022)

Nunca seré esa madre

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No seré madre, no esa madre
nunca seré el cuerpo
ni la gesta
el verso ni la puerta,
ni la nana herida por el largo día
ni el apego tierno de la noche que cae
ni la que enseña de luciérnagas
ni la que ahuyenta monstruos
y habla de orgullos que después borrarás en un atisbo

no seré esa mujer
la de las fotos analógicas,
la de la boca roja,
y la cara cansada,
porque no seré más que nuestros días juntxs
nuestros días a sabiendas de que
no seré esa madre
y vos no serás mi hijx.
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De El desalojo de un cuerpo (2022)

Las puntas de los dedos

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Empieza el tacto, la luz.
¿Qué hicimos para llegar a esto?
Nos querían encendidos,
valientes, no estáticos
en lo absoluto.
Las ventanas nos dicen a gritos
que hay algo esperando salir.
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De Cataclysm (2019)

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