«The Days of Dumpster Smoking» y otros dos poemas de Sarah Mackey Kirby
Traduce| Giovanni Mangiante
Sarah Mackey Kirby creció entre arboles de magnolias y luciérnagas en Louisville, Kentucky. Es la autora de la colección de poesía, The Taste of Your Music (Impspired, 2021).
Sus poemas han aparecido en Chiron Review, ONE ART, Ploughshares, Third Wednesday Magazine, entre otras revistas. Tiene una Maestría en Educación y un Bachiller en Ciencias Políticas en la Universidad de Louisville.
Los poemas de Sarah Mackey Kirby cuentan historias. Se imagina a sí misma como una poeta Beat con un shot extra de lirismo. Usualmente usa las temáticas del amor, coraje, enfermedades personales y de familia, la naturaleza, cuidado médico y observaciones sobre lo que hace a una persona humana. Su escritura va desde lo cómico a lo intenso. De valiente y crudo a lindo y refinado. Intenta conectar profundamente con las personas. Las rimas asonantes aparecen prominentemente en mucho de su trabajo, dándole ritmo y movimiento a su poesía. Le gusta atraer a los lectores hacía el poema junto a ella, para que sientan que están compartiendo la experiencia en lugar de solo estar viendo desde afuera. Es conocida por usar hilos de palabras unidas por guiones.
Su próximo libro de poesía, Deep-fried Daffodils, será publicado en el 2025. También escribe obras teatrales y se encuentra trabajando en una comedia. Su esposo y ella viven en Kentucky. Su trabajo literario puede ser encontrado en https://smkirby.com/
The Days of Dumpster Smoking / Los días de fumar cerca al contenedor
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You spend most of your life
trying to recapture the throat burning.
The singe of a Friday afternoon
keeping him company behind the
drugstore dumpster as he blew
smoke circles from the good cigarettes
you got him free
from your dad’s factory job.
Before driving past Old Lynn Farm,
dirt road curves dusting up
the Carolina blue of summer sky
while Chris Cornell and Billy Corgan
serenaded the two of you,
windows rolled down
through fields of artist sun.
How bad you wanted to be held,
to be loved so much
that love had a texture,
a current, a potency,
a taste.
Where all that lonely
snapping your bones
like twigs on a dogwood
disappeared for a while.
Flew off with the Cooper’s hawks
into the arms of coming dusk.
And you were left inside shadows
sipping cheap bourbon
he knew would impress you
because it felt like danger.
How those hours were danger,
the good kind.
The young kind
that lingered for decades.
Sweetening up the stumbles.
Reminding you that you’re not
really living ’til you open, wide-eyed,
below a storm so fierce
it killed off all the rainbows.
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Publicado originalmente en Rat’s Ass Review (2022)
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Pasas la mayor parte de tu vida
tratando de recapturar el ardor en la garganta.
El chamusque de un viernes por la tarde
haciéndole compañía atrás del
contendor de la farmacia mientras él soplaba
círculos de humo de los buenos cigarros
que le conseguiste gratis
del trabajo de fábrica de tu padre.
Antes de manejar y pasar Old Lynn Farm,
curvas de tierra empolvando
el cielo de verano azul Carolina
mientras Chris Cornell y Billy Corgan
les hacen una serenata a ambos,
las ventanas bajas
a través de campos de sol artístico.
Cuánto querías que te sostuvieran,
ser amada tanto
que el amor tuviera una textura,
una corriente, una potencia,
un sabor.
Donde toda esa soledad
partiendo tus huesos
como ramas en un cerezo silvestre
desapareció por un momento.
Voló con los gavilanes de Cooper
a los brazos del anochecer que viene.
Y se te dejó dentro de sombras
tomando sorbos de bourbon barato
sabiendo él que te impresionaría
porque se sentía como peligro.
Cómo fueron esas horas peligro,
del buen tipo.
Del tipo joven
que permanece por décadas.
Endulzando los tropiezos.
Recordándote que no estás
realmente viviendo hasta que te abres, con los ojos muy abiertos,
bajo una tormenta tan feroz
que mató todos los arcoíris.
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Stuck / Atascada
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The morning shines its music as though
we’re not all wedged between our
dusty pick-up-truck blur and all the dreams
that were supposed to take us someplace else.
We sleep through the wildflowers. Listen to rain
beat down roofs in its uneven rhythm. It hurts us
too much to know it’s summer. Eastern Parkway’s
trees line crooked sidewalks as we, shadow-eyed,
commute breathless, without realizing we’re driving
to work, or the grocery, or home. We watch pretty girls
and smile as boys whose eyes sparkle slide their hands
to the smalls of backs, the way we all once knew.
Cynicism sneaks up fast. We stare as cardinals and
robins cling to branches and clouds move through
the lilac throat of dusk. The arm by the train tracks
begins to close as the alarm sounds. These thoughts.
Some days we know how good people can
do hurtful things when desperation turns to knots.
And we understand a little better how tempting
it is, those seconds, that flashing inch beyond the rust.
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Publicado originalmente en Front Porch Review (2021)
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La mañana brilla su música como
si no estuviéramos encajados entre nuestras
polvorientas manchas de camioneta y todos los sueños
que se suponía nos llevarían a algún otro lugar.
Dormimos a través de las flores silvestres. Escuchamos la lluvia
golpear techos con su ritmo irregular. Nos duele
demasiado saber que es verano. Los árboles de Eastern Parkway
alinean aceras torcidas mientras nosotros, ojos de sombra,
viajamos sin aliento, sin darnos cuenta que manejamos
a trabajar, o a la tienda, o a casa. Miramos niñas lindas
y sonreímos mientras los niños cuales ojos destellan deslizan
sus manos en espaldas bajas, de la forma que todos supimos una vez.
El cinismo se cuela rápido. Nos quedamos mirando mientras cardenales
y zorzales se agarran a ramas y nubes se mueven a través
de la garganta lila del anochecer. El brazo cerca de las vías del tren
empieza a cerrarse mientras la alarma suena. Estos pensamientos.
Algunos días sabemos cómo las buenas personas pueden
hacer cosas dolorosas cuando la desesperación se vuelve nudos.
Y entendemos un poco mejor que tan tentador
es, esos segundos, esa pulgada brillante más allá del óxido.
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The truth about loving me / La verdad sobre amarme
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I thought I knew, but I didn’t,
not until the vomit came.
Whether he had what it took
to love me. To really love me.
If he could stomach a skull dressed with
staples, railroad-tracked from lobe to lobe,
dark curls gross from lack of shampoo.
While I searched for some indication
I was still here. Still human.
Whether he’d sit with me for a month,
as a tongue once used for kissing him
felt so heavy my speech dribbled thick
incomprehensible molasses. And legs
once used to dance ballet and hip-hop
turned to noodles on a sparkly mopped floor.
When my fingers couldn’t grip a pen.
When he drove me to Minnesota,
polar vortex snow punching January white,
in time for a Mayo Clinic Monday
that turned into much longer.
Where icicles dangled gorgeousness
by Mississippi River cliffs
like cave-artist-carved stalactites
to make us both forget for
a moment why we were there.
That we were there.
That’s how I found out the truth.
Not with hot sand toes
on palmetto tree vacations.
Or stargazer lily bouquets.
Or laugh-laden birthdays.
Or pictures posing in summer light.
But in a bed that caught my teardrops
with me pissed at the world.
Some nights, even at him.
Blood and brain goo
draining into an oval container
as he covered an exposed
part of my foot with a blanket.
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Publicado originalmente en ONE ART (2022)
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Pensé que lo sabía, pero no,
no hasta que llegó el vómito.
Si es que él tenía lo que se requería
para amarme. Para amarme de verdad.
Si él podría aguantar un cráneo vestido
con grapas, como con vías de tranvía de lóbulo a lóbulo,
rizos oscuros y grotescos por la falta de shampoo.
Mientras yo buscaba una indicación
que todavía estaba aquí. Todavía humana.
Si es que él se sentaría conmigo por un mes,
mientras una lengua que solía besarlo
se sentía tan pesada que mi hablar goteaba de vuelta
melazas incomprensibles. Y piernas que solía bailar ballet y hip-hop
se convertían en fideos sobre un brillante suelo trapeado.
Cuando mis dedos no pudieran agarrar un lapicero.
Cuando él me llevó a Minnesota,
el vórtice polar golpeando blanco a Enero,
a tiempo para un lunes de Clínica Mayo
que se hizo mucho más largo.
Donde carámbanos colgaban hermosura
por los acantilados del Rió Mississippi
como estalactitas hechas por un artista de cavernas
para hacernos olvidar por
un momento por qué estábamos aquí.
Que estábamos ahí.
Así es como descubrí la verdad.
No con los dedos de los pies en arenas calientes
en vacaciones de Sabal palmetto.
O bouquet lilas de observador de estrellas.
O cumpleaños cargados de risas.
O fotografías posando en luz de verano.
Sino en una cama que atrapó mis lágrimas
conmigo amarga contra el mundo.
Algunas noches, incluso contra él.
Sangre y viscosidad cerebral
drenando en un contenedor ovalado
mientras él cubría una parte expuesta
de mi pie con una manta.
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Un comentario en “«The Days of Dumpster Smoking» y otros dos poemas de Sarah Mackey Kirby”