Cinco poemas de Carlos Cousillas
Carlos Cousillas (Montevideo, Uruguay, el 27 de abril de 1927 – 18 de agosto de 2018) comenzó estudios de Derecho en la Universidad de la República que abandonó al logra trabajo en el sector privado en laboratorios de la industria farmacéutica. También fue director de Microfilm y Archivos de la Intendencia Municipal de Montevideo. Tras estudiar Grafología, y trabajar como grafólogo, fundó y dirigió la Sociedad de Grafología del Uruguay. Uno de sus trabajos como grafólogo mereció los elogios de Ludwig Klages, creador de la Grafología moderna.
De intereses múltiples, desde muy joven escribió poesía, y sus poemas fueron publicados en el semanario Marcha y en diarios de Montevideo. En el año 2006 obtuvo el primer premio en el X Certamen Internacional de Poesía y Narrativa organizado por la editorial argentina Nuevo Ser y publicado junto con otros poemas en Botella al mar.
De su matrimonio con Beatriz Ache tuvo tres hijos, Javier, Gastón y Germán, los cuales editaron sus poemas con el título Enigmas y laberintos en el año 2020 y, por mediación del poeta Jorge Arias, han llegado a nuestras manos. De este libro escribió el crítico y poeta Juan de Marsilio Peña:
Es una poesía de duda, escéptica… se palpa en estos poemas la relación del hombre con su temporalidad, entendida como límite pero también como riqueza… en estos textos se rescata con terquedad la solidaridad entre los hombres, la belleza del mundo… y las alegrías y asombros sencillos del vivir cotidiano.
Uno quisiera, digo...
Uno quisiera, digo
como un deseo universal
golpear sobre lo obscuro
lo oscuro de los días
de uno mismo
de este mundo sucediendo.
Uno quisiera, digo,
como un deseo individual
generar silencios
la palabra
el dios.
Una forma, en suma
de entender el laberinto.
Puedo imaginar un paisaje...
Puedo imaginar un paisaje
donde las ventanas contengan a los barcos
mientras rostros de perfil, porque así son enigmáticos
miran en espejos incesantes
el reflejo de los mundos ordenados.
Puedo también sentirlo
como un tablero en que se juega
una partida sin fin de palabras y abalorios.
Allí un pan es un asombro
el ojo un párpado continuo
el hombre un signo que interroga.
Se funda un mundo
eso lo siento.
La ventana que miraba
ahora mira.
Esto lo entiendo.
Hoy me conmuevo...
Hoy me conmuevo
sintiendo un dolor de calidad general.
Dolor del mundo
sin una causa que se sepa.
Hoy, como una sensación universal
definitivamente, así de simple
el mundo
duele.
Estoy en un día encrucijada...
Estoy en un día encrucijada.
Paso la mano en el espejo
borrando mi rostro sucesivo.
cae la estrella, y no lo sé
comienza el tiempo, y no lo sé.
Me encuentro petulante
y lo decido
hay que entrar al bar
un bar con mesa mármol
con espejo con ventana
con un horno donde cuezan.
Volver a la realidad
de este vaso con el vino
sentirme el cuerpo
que sentado mira
descubre entre la gente las historias.
Mientras pedazos de tiempo
llenan los bolsillos
Se puede con un lápiz dibujar
un ojo curioso o escribir despacio
acerca de las pequeñas cosas
en busca de sentido.
Hay días en que derramo el vino...
Hay días en que derramo el vino
sobre las tablas de mi casa
me siento solo
y vivo.
Se me ocurren frases iniciales
¿por qué nostalgia?
¿qué pasa con los actos?
—la importancia de temer.
A veces también
hago invenciones de palabras asociadas
—el amor uno
—el amor nunca
—el amor muerte.
Sé
que uno de esos días
tendré que empezar una historia personal
de mis adioses.
Lo haré buscando
una memoria fundamental
que seguramente me recorre
y me sobrevivirá.
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