El displacer de Stefan Zweig
Escribe | Gonzalo Montes Amayo Nunca he padecido depresión —clínica, quiero decir—. Tampoco he probado la ketamina para dormir ni amortiguar los golpes desleales. Eso no significa que no tenga momentos abúlicos producidos por la tristeza que causa lo inesperado. Es una sensación extraña,