«El polvo enamorado» y «Los círculos», dos poemas de Josefina Plá

Josefina Plá

Foto de Josefina Plá durante su juventud.

 

Josefina Plá (Isla de Lobos, Canarias, 1903-Asunción, 1999) fue una poeta, dramaturga, narradora, ensayista, ceramista, crítica de arte, locutora radial y periodista, quien debido a las particularidades de su biografía está totalmente  identificada más con su país de adopción que con su país de origen, al punto que la llamaban la «Española de América». Además que, debido al nivel de profundidad en el que enraizó sus preocupaciones estéticas e historiográficas durante su carrera, tanto a través de la creación poética como de la investigación cultural, prácticamente no se conoce su monumental legado intelectual fuera de las fronteras del Paraguay, pues estamos hablando de la poeta y ensayista de ese país más trascendental del siglo pasado con más de setenta títulos escritos en todos los géneros literarios.

Se radicó en Asunción en 1927, después de conocer en Alicante a quien sería su esposo, el ceramista paraguayo Andrés Campos Cervera, también conocido con el seudónimo «Julián de la Herrería».

Entre 1932 y 1935, cubrió para el diario El Liberal como periodista, la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia, experiencia que décadas más tarde registró en su poema «Los 30.000 ausentes». Además, durante muchos años fue colaboradora del diario ABC color de Asunción y de su suplemento cultural, llegando a ser jefa de redacción. También compaginó la creación poética y investigación cultural con la enseñanza del teatro, al punto que creó la Escuela Municipal de Arte Escénico de Asunción, en la fue docente durante 22 años.

Obtuvo numerosas distinciones como el Memorial de América latina de San Pablo, el Premio Mottart de literatura de la Academia Francesa de las letras en 1987 y la Medalla de las Bellas Artes de España en 1995. Pocos años antes, incluso, fue candidata a reconocimientos en el ámbito de las letras iberoamericanas de la talla del Premio Príncipe de Asturias de las Letras y el Premio Cervantes. No obstante, este último sí le fue concedido a su compatriota, el novelista Augusto Roa Bastos en 1989. Antes, en 1981, la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción reconoció sus méritos nombrándola Doctora honoris causa.

En 1935 publicó su primer libro de versos El precio de los sueños. Luego, aparecieron consecutivamente Rapsodia de Eurídice y Orfeo (1949), La raíz y la aurora (1960), Rostros en el agua (1963), Invención de la muerte (1965), Satélites oscuros (1966), El polvo enamorado (1968), Desnudo día (1968), Luz negra (1975), Antología poética, 1927-1977 (1977), Follaje del tiempo (1981), Tiempo y tiniebla (1982), Cambiar sueños por sombras (1984), Los treinta mil ausentes: elegía a los caídos del Chaco (1985), La nave del olvido, poemas (1985), La llama y la arena (1987), Poesía paraguaya. Josefina Plá (1989), Canto y cuento (1993), Latido y tortura. Selección poética (1995), Poesías completas (1996) y El verde dios desnudo (2003).

El ensayo, fue el otro género en el que profundizó como nadie más en las raíces del Paraguay. Entre sus textos destacan El grabado en el Paraguay (1962), El teatro en el Paraguay. Primera parte: de la fundación a 1870 (1967), Las artesanías en el Paraguay (1969), El templo de Yaguarón; una joya barroca en el Paraguay (1970), Historia y catálogo del Museo de Bellas Artes (1970), Hermano negro. La esclavitud en el Paraguay (1972), Treinta y tres nombres en las artes plásticas paraguayas (1973), Barroco en el Paraguay: las imágenes peregrinas (las migajas de una herencia) (1975), El barroco hispano guaraní (1975), La literatura paraguaya en el siglo XX (1976), Obra y aporte femeninos en la literatura nacional (1976), El espíritu del fuego. Biografía de Julián de la Herrería (1977), Castellano y guaraní en la intimidad de la cultura paraguaya (1979), La cultura paraguaya y el libro (1983), Algunas mujeres de la conquista (1985), Una vez más, en busca de William Shakespeare (1985), Españoles en la cultura del Paraguay (1985), En la piel de la mujer. Experiencias (1987),  Cuatro siglos de teatro en el Paraguay: El teatro paraguayo desde sus orígenes hasta hoy (1544-1988) (Tres volúmenes: 1990, 1991 y 1994), Viriato Díaz-Pérez: biografía (1993) y La cerámica popular paraguaya (1994), entre otros.

Mientras que la narrativa, tal vez su faceta menos difundida, publicó los libros de cuentos La mano en la tierra (1963), El espejo y el canasto (1981), La pierna de Severina (1983) y La muralla robada (1989); los cuentos infantiles Maravillas de unas villas (1988) y una novela Alguien muere en San Onofre de Cuarumí (1984).  Cabe destacar que, también se recogieron sus Cuentos completos (1996) y posteriormente se editó en Chile un volumen inédito de relatos infantiles con el título de Los animales blancos y otros cuentos (2002).

Poco antes de morir, en 1998, le fue concedida la ciudadanía honoraria paraguaya. Meses después, falleció en Asunción el 11 de enero de 1999.

En su texto «Poesía» de 1980 describe en pocos versos, ya a una edad avanzada de su vida, cuál es la principal consagración a la que dedicó su producción poética: «Vivir la otra que soy que no fui que habría sido/ Vivir la que sería Morir la que aún no soy/ Dormir todos los fui despertar otros voy/ Sangrar todas las tardes que nunca me han herido».

Augusto Roa Bastos dijo sobre su compatriota: «He aquí una poesía ardiente y despojada, como pocas en el panorama de nuestro idioma, propenso, ya lo sabemos, en todos los géneros de elaboración literaria, al despliegue de las formas en desmedro de las intuiciones esenciales. La fuerza y la significación de esta poesía, en cambio, proceden de profundas excavaciones en carne viva de sus experiencias y vivencias fundamentales, radican en la extrema condensación de sus elementos. De ella sí puede decirse con verdad que arde en su propio fuego, crucificada, más también levitada sobre el foco de su enigma central: esa obsesión que llena todos sus sueños y vigilias con la trémula opacidad de lo intransferible y que desde lo hondo de sí busca comunicarse, trascender, hacerse comprensible».

El texto «El polvo enamorado» que ponemos a vuestra disposición se publicó por primera vez en 1968 en Asunción y le dio nombre a un libro con el mismo título, en Ediciones Diálogo. No obstante, la versión en la que nos hemos basado forma parte de Latido y tortura. Selección poética de Josefina Plá (1995), editado todavía en vida de la autora en su tierra natal por el Cabildo Insular de Fuerteventura, con selección y prólogo de Ángeles Mateo del Pino. En la misma antología se encuentran los poemas «Primer círculo», «Segundo círculo» y «Tercer círculo», a los que decidimos denominar específicamente de forma subjetiva para esta muestra «Los círculos», debido a que los tres conforman una unidad temática y estilística», además que fueron publicados siempre en conjunto desde su aparición en el libro Tiempo y tiniebla (1982), pese a que la inscripción con que los acompaña la autora fecha su escritura entre 1960 y 1972. Ambos se pueden leer al desplegar el enlace con su título.

[symple_tabgroup][symple_tab title=»EL POLVO ENAMORADO«]
…………………………..I

… Aquí estuve. Aquí estoy. Fue un tiempo del cual jamás
hubo memoria,
—porque la tuya con la mía son una—
Pero yo sé que estuve, y mi estatura
ahora es perímetro de huertos.
Yo estuve y sé que estoy. Yo bato el inaudible tambor
…..de un antiguo latido
en el ladrillo del patio, en la corteza del árbol cejijunto,
en la gotera ciega como el beso;
en la danza del polvo
que en la raya del sol sonámbulo enloquece.

Yo estuve y yo regreso. Por siempre enamorado.
como el viento de lengua lastimada
aprendo nuevamente el dócil canto de la primer cigarra,
el crepitar de la minúscula tijera de la hormiga
o debajo la lengua del más tibio cordero
suscito la voz blanda de la primera súplica.
Yo estoy y sé que estuve. Yo inauguro
hoy el canto olvidado en la reseca gárgola,
y en tus labios el pozo de tu primer olvido.

…………………………..II

Hoy lo aprendí. Vivir es olvidarlo todo,
y morir aceptar que todos nos olviden,
para que nadie muerda con angustia los frutos
ni se desmaye de dolor al ver volar un pájaro.
Recordar es dejar colarse en nuestro pecho la mano
que reclama
el préstamo primero,
y el que recuerda ya no puede
soñar que bebe toda el agua que su sed necesita;
ya no puede tener su muerte pequeña por entero.

…………………………..III

Inmemorial jornada donde los soles funden su río
interminable,
donde los ríos cuelgan sus aortas como efímeros cometas,
y los árboles siempre prisioneros
dan vuelta a tierra y cielo, al otro lado azul de todo viaje.
Inmemorial periplo donde aurora y ocaso sangran un solo
parto
y la arena murmura al final su miseria pequeña
con la lengua infinita de la espiga.
Jornada
madurándose en rayos como la nube; abriéndose
cual la granada de oro de las noches.
…………………………………………………Inmemorial vigilia.

…………………………..IV

Donde pones tu pie, yo estuve, estoy. Te apoyas en mi
pecho y te sostengo.
Me alzas en tus manos al cortar el primer crisantemo,
cuando tus sienes mojas yo te lavo para tu diaria muerte.
Mis dedos abren en tus manos las puertas y saben el
número exacto de tus pasos;
mis pies suben a veces por tu espalda el tobogán del calofrío.
Duermo la siesta sobre las colinas
cobardes de tus rótulas
y en la feral quebrada de tus ingles acecha mi desvelo.

…………………………..V

Arriba. Arriba. Arriba. El sueño era un engaño,
la hamaca un espejismo
y el descanso una estafa. Levántate, camina, porque son
….muchas las jornadas,
y viático tramposo el puñado de tierra que brindaron a
….tu hambre.
Levántate e ingresa en el coro sin noche y sin descanso,
y pide a Dios por un trébol de cuatro hojas, una
….semilla curativa;
por una sombra acogedora,
y hasta por una piedra que refugie a un gusano
o sueñe en el montón que atesoran los muertos.
Pide por una lluvia benéfica, un racimo
a punto madurado, un trago fresco.

…………………………..VI

(Pero te son acaso consultados tus deseos?…
¿Alguien escribe con letras de piedad tu memorial de
….súplicas?…
¿Pidieras tú en lugar de la violeta el cacto,
el puñal mejor que el cáliz,
en vez del agua fresca el sorbo de veneno?)

…………………………..VII

Tal vez pidan por ti la flecha, el ala, la hélice.
Acaso la corteza de taciturna máscara.
Tal vez la mariposa funámbula del aire.
Tal vez te espere el mar, la vela, el témpano;
aleta aguda, anémona quemante,
fluorescente medusa, barroca caracola,
laberinto moreno de las algas,
flanco vertiginoso de torpedo asesino.
Ay, todo menos eso: seguir siendo
polvo, por siempre preso, en la trampa mineral implacable.
Cadena. Exilio. Cárcel. Extrañación. Castigo.

…………………………..VIII

Levántate. Camina. Y no te quejes.
Tú que hablaste de amor. Porque el amor es esto:
un descanso imposible, un más allá en perpetuo reto,
….un viaje nuevo
tras de cada jornada insufíciente.
(¿Qué vida nuestra vida, si todo lo engendrase todo, menos
….el hambre de otras vidas?)
Levántate. Camina. Porque esto es el amor que te secaba
las carnes como seca el sol los herbazales en enero.
Esto el amor. Seguir tu forma inacabada,
sonámbula por todos los corredores de la muerte.

…………………………..IX

Entre tanto, levántate. Camina.
No llores el amor que estuvo en tus mejillas claras, que
….corrió por los mapas celestes de tu sangre,
porque ese amor te citará al regreso.
El ha de levantar tu polvo de noche entre los muertos
—hijo de nuestra oscura llamarada—
para darle otra vez una sed del tamaño del cielo.
(Ojos de uva al mediodía,
manos como estrellas abiertas a tientas en lo oscuro,
pasos midiendo bosques de olvidadizas hojas).
Levántate. Camina. Mundo de encendidas abejas, tu pulso
perdió voz y mirada. Es sólo amor, tan sólo
amor. Amor tan sólo.

…………………………..X

Mira bien el otoño manojo de rotos tulipanes
matadero de soles. Porque en él volverán a quemarse como
….polillas tus deseos.
Mira bien los plantíos, donde septiembre alza verdes
….vapores tiernos;
porque ellos levantarán el índice de tus tapiados pasos.
Y no llores en demasía la tarde que se te va cargada de
….preguntas,
como fruto de fuego con la vedada almendra;
porque hasta la última de ellas te será contestada
Y aunque tú no lo quieras ha de llenar un día
el largo y ancho de tu muerte
la verdad que ha de darte su nombre de una vez para siempre.

…………………………..XI

Otro sorbo de amor. Y la nostalgia crece,
la nostalgia que anuncia la claridad lejana.
Ah. Cómo cuesta, polvo,
dejar este amor duro, esta hambre de los huesos,
esta sed de cintura,
y cambiarlos un día
por la paz sin dolor, sin angustia, sin sueños, sin recuerdo.

De El polvo enamorado (1968). [/symple_tab][/symple_tabgroup]

[symple_tabgroup][symple_tab title=»LOS CÍRCULOS«]

…………PRIMER CÍRCULO

…Oye.
…….Sueño los nácares glaciales de una mañana estéril
que pertinaz se obstina en defínir lo blanco,
puliendo su creciente exangüe
detrás de la cortina fatigada del párpado.
O con soles furiosos estallando
como granadas en el pórtico
de un amanecer dormido, que impasible
a todos los recibe
en su vientre
de leviatán, sin despertarse.

Oye.
…….Sueño con las olas que acurrucadas en mis venas
se vuelven caracolas. Por su espiral bajo a las grutas
de mi madre, y retorno al éxtasis del nácar:
y el agua vuelve a ser mi cuerpo, mi canto y mi latido.
Sueño con algas como obscena pelambre
de oceánidas difuntas, espesando
la sopa
lunar de las mareas;
o peces que atraviesan como historiadas dagas
aguas en donde se disuelve la luz como un azúcar

…Oye.
…….Sueño las víboras que nacen en los pliegues
de cortinajes cómplices,
las víboras de ojos de hielo, que acuden, a las doce
de los relojes más secretos,
a hacer su nido bajo la almohada
del ya definitivamente amordazado,
y extinguen en su cabecera
los fuegos centinelas de su signo.

Sueño con las altas manadas
de ciervos amarillos que galopan
su sed interminable
buscando bebedero
en la selva sin labios de la noche.
O con unánimes serpientes,
fríos relámpagos, que acuden
para llenar el cauce de la noche
desecada
de todas sus estrellas.
O sueño mariposas innúmeras, pavones
de negras hopalandas cresponadas,
que acuden en espeso remolino
para engolfarse en los pulmones
de aquellos que rubrican
su última carta en esa noche:
la noche desecada de todas sus estrellas.

Oye.
…….Sueño que soy el maquinista
y a la vez pasajero
de algún tren que ha olvidado su punto de destino,
un tren que se empecina
en el riel muerto de un horizonte inmóvil
haciendo menos ruido que su humo.

Oye.
…….Sueño que me despierto portando el rostro de mi padre,
y que en cada palabra, en cada sonrisa, en cada gesto
llevo la cicatriz de un grito suyo.
Sueño que llevo como una penitencia las manos de mi madre,
queriendo asirse al viento que las arrastra hacia el olvido.
O que engasto los ojos de aquel hermano grácil
que clamaba al morir por una aurora más,
un alba,
todavía.
Oye……

…………SEGUNDO CÍRCULO

Oye.
…….Sueño con peregrinos desfilando sobre el gris horizonte
como un friso de nubes:
peregrinos en trance de retomo, hijos pródigos,
mellizos tan iguales entre sí como suspiros,
o como lágrimas:
y que no obstante jamás se conocieron;
que comieron la bazofia infame
en casa del gentil y el extranjero,
y vuelven a la casa de su Padre,
para hallar sólo un viento abandonado que se obstina
barriendo de recuerdos la planicie, mientras amor esparce
como sábanas
sus lápidas de mármol inmemorial, en donde
ya nadie se acuesta.

…Oye:
…….Sueño con muertos que son vivientes inconclusos;
con muertos
a quienes todavía se permite decir una palabra,
una única, monótona palabra,
que nadie escucha ni comprende.
Muertos que al aire inmóvil como una piedra de humo
o como gelatina lunar, desde los cuatro puntos
cardinales acuden,
y marchan en silencio
para ocupar sus horcas sin número y sin nombre
en las encrucijadas
en donde poco a poco
va tapiando sus rumbos la memoria.

…Oye:
…….Sueño con voces vaciadas de cuanto fue pregunta,
de cuanto puede ser respuesta:
voces que han regresado a la raíz del viento,
a la raíz de su hora en los relojes,
a los umbrales del corazón deshabitado:
voces que suenan como la confesión del mar a la hora cero.
crujiendo entre los dientes de geoda del escualo:
el grito de la herida volviéndose cuchillo,
la queja del latido nuevo, caído
en la órbita del beso traicionero,
o el susurro del alba llamando a las cortinas de seda del capullo.

…Oye:
…….Sueño con lágrimas suicidas como los meteoritos en agosto:
lágrimas que no alcanzan el arenal del ojo,
sorbidas por los tigres del olvido en acecho.
Lágrimas que nunca supe llorar, y que tal vez hubiesen
lavado hasta borrarlas
mi voz y hasta la culpa secreta de mi nombre:
las lágrimas sin culpa del rocío: las lágrimas dormidas
que nimban las cascadas:
las lágrimas de cocodrilo de los muertos
cuyo esqueleto sigue danzando todavía.

…Oye:
…….Sueño miradas gárrulas, miradas
de las que nadie nunca dio acuse de recibo:
nómadas resplandores, desterradas luciérnagas
que buscan siempre en vano
un espejo en el cual resucitar, ahogándose.
Miradas en las cuales
se derrumbaron cielos y montañas,
y que hoy no podrían levantar el ala
de la caída mariposa.
Las miradas que ansían grabar en el cuadrante
ya para siempre en blanco
la hora de una cita que nunca pudo concretarse.

Oye:
…….Sueño canciones que vienen de lejos alzando sus castillos
de vacíos cristales retiñendo en el aire:
canciones como pájaros picoteando figuras en el agua;
canciones como hilillos de la savia en viaje hacia la primavera.
……………………………………………………………………………….
Canciones que regresan desde el viejo corazón de los muertos.
Oye…

…………TERCER CÍRCULO

Oye:
…….Sueño con éste, más hijo que mis hijos, que yo lloré conmigo,
que ha perdido su rostro
como pierde su rostro el hijo de la ciega:
que contempla sus dedos como espigas de algún rosal ajeno;
que recorre mendigo las callejas
por donde ya no pasa el viento,
preguntando por la máscara de piedras preciosas de su amor,
la cédula de identidad de sus remordimientos.

Oye.
…….Sueño campos de manos erguidas como bastardos tulipanes,
o como espigas vanas,
huérfanas del encantado grano,
tanteando en vano el viento que las despierte al canto,
el sol que les imprima en oro la promesa sonora de la trilla.
Manos enloquecidas que pensaron
podrían rescindir su pacto con el polvo,
y soñaron ser gemas,
relámpagos, auroras; flor de la nieve; ascua.

Oye.
…….Sueño que mi cuerpo tiene
la misma piel del horizonte,
que el horizonte tiene el tacto primero de mi cuerpo;
que en mí palpita el sexo secreto de las piedras,
la lengua variable de la nube:
la cabellera imprevisible de la brisa:
el proyecto de vuelo
de verdes golondrinas
que es el canto del álamo.
Y que digo mis ansias como el lucero, iluminando,
y que digo mi historia como el aire, danzando
en el palacio barroco de las hojas:
y que digo mi sueño como la flor su amor oculto,
y que escribo mis poemas como el agua:
subiendo hasta la sed del ciervo,
lavando el vellón blando de la oveja,
lustrando el lomo del semental violento
o mojando la sábana de la mujer en parto.

Oye.
…….Sueño que soy el surtidor de un grito, borrando por los patios
la huella de mis propias pisadas, fugitivas
de una culpa que ignoro todavía.
Sueño que soy dormir sin sueño; sueño
del no dormir; tal vez custodio
de sueños no despiertos aún, o bien sueño sin rótulo,
sueño que un día ha de abrir sus siete sellos.

Oye.
…….Sueño puertas innúmeras, puertas inútiles que se abren
las unas en las otras con un bostezo frío:
multiplicadas puertas
que nunca han de llevarme a ningún sitio,
porque ellas son las puertas
de mis propias estancias, ya vacías.

Oye.
…….Sueño una luz sencilla
guiño en la oscuridad, pavesa
de pupila,
larva del diamante
que nada me descubre,
porque esa luz es todo
cuanto de mí ya queda.

Oye.
…….Sueño que estoy de nuevo
plantando
en un rincón del alba
mi raíz
en la tierra,
que es
el sueño.

1960-1972
De Tiempo y tiniebla (1982) [/symple_tab][/symple_tabgroup]

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