Poesía de Joset André Navarro, cuatro poemas (dos inéditos)

Joset André Navarro Abarca (Tarrazú, Costa Rica, 1991) es licenciado en la Enseñanza de los Estudios Sociales y Cívica por la Universidad de Costa Rica (2017). Hizo estudios en Asesoría Psicopedagógica en la Universidad Autónoma de Baja California, Campus Tijuana (2015). En esta última universidad fue conferencista en temas de enseñanza en aulas diferenciadas y educación inclusiva por habilidades. Actualmente vive en la localidad costarricense Lourdes de Montes de Oca.

Participó en eventos literarios como el Festival internacional de poesía de Costa Rica en su edición XIII y XIV, el XII Encuentro internacional de narradores y escritores de las dos orillas en Punta del Este (Uruguay) en 2015, Festival Cultural FEyRI de la Universidad Autónoma de Baja California (México) y en actividades previas al XI Festival de Poesía Caracol en Tijuana (México), ambos durante 2015.

Entre sus reconocimientos literarios se incluyen el tercer lugar en el XXXIII Certamen literario Brunca de la Universidad Nacional con el poemario El parque de los venados (2019), publicado junto a los demás ganadores en un volumen colectivo;  Finalista en el Primer Premio hispanoamericano Francisco Ruiz Udiel (2017) convocado por la editorial Valparaíso Ediciones;  uno de los ganadores en la convocatoria La Juventud tiene la palabra en el marco del XV Festival internacional de poesía de Costa Rica y el primer lugar en el II Festival experimental de poesía Tarrazú (2008).

Miembro activo del taller literario Joaquín Gutiérrez. Ex miembro de las agrupaciones estudiantiles Madre Nuestra y Retrato Hablado, de orientación teatral y poética. Además, poemas suyos han sido incluidos en las antologías Sub 30, publicada por la fundación Casa de poesía (2016); Miércoles 2 p.m. de la Editorial estudiantil de la Universidad de Costa Rica (2017) y Certamen Desierto de la Editorial Fruit Salad Shaker (2018), junto a otros autores de las agrupaciones Taller literario Joaquín Gutiérrez, Grupo Comelibros y el Círculo literario Vertedero satélite. También en las revistas Comelibros (2017) y Conjetura (2014).

Poemas suyos han sido publicados en la revista digital Círculo de Poesía (México) y recientemente en la antología virtual La Poesía Joven de Costa Rica de Marvin Castillo para la revista mexicana Campos de Plumas (2020). En 2019 impartió un taller semestral de escritura creativa en el Centro Educativo San Agustín en la localidad de Escazú.

Su segundo libro titulado Kintsugi se encuentra próximo a ser publicado en este 2020 por el Sistema Editorial de Difusión de la Investigación de la Universidad de Costa Rica (SIEDIN).  Para leer sus poemas se debe desplegar los enlaces con sus respectivos títulos de abajo.

Existo si recuerdo
los versos de Darío sobre los cisnes,
pero los versos me los han robado,

me dieron conciencia de ello
para aumentar mi desgracia.

En el suampo de quienes
purgan, yo la espero.
Bebe de los mares
como el ternero leche agria.
Cuando más debí amarla, fracasé.
Tengo el útero seco,
ningún hijo amamantado.

Del Libro El Parque de los Venados (2019)

Nacimos para nada.

Éramos la pura majadería por ser quien no nacimos.
Nunca fuimos. No hibernamos en la casa del árbol,
no trepamos a la punta del cerro,
nunca en la escuela mordimos labios
ni fuimos cirujanos
con la rana abierta de anca en anca.
Nacimos para nadie.

Cuando apenas nos crecía
un tronco en la mirada
el timbre nos cortó con su preámbulo.
Derribó aquel búnker de guerra

que apenas dibujamos. No montamos en nada.
La máquina entre los dedos
nos dejó esta miopía, cada año más densa.
Olvidé qué son los defectos.
Somos de puntillas.

………………………………………Henos aquí,
agarrándoles la boca con el puño del sollozo
en la pura ascua de sobrarle a este siglo.

Nos creció la bondad que rechazamos,
en venganza por esto miramos de reojo
como justamente hicieron los bonitos.

Los que sí se llenaron de tierra y operaron
palomas y sapos y escupieron,

los que dormían en los árboles con lámparas coloridas,
los que hicieron pactos, besaron y fueron queridos,
los que siempre les dijeron y quisieron y nacieron para todo.

Los bonitos no saben nuestros nombres.
Salen a robar la tierra, listos desde siempre.
Pasean en sus bicicletas con maromas entre los sueños.

Alzan la soledad como una varilla
que tiran, dándonos en la cabeza.

Nosotros, los escogidos a medias, no vivimos;
………………………………………..crecimos para nunca.

Sabemos de inyecciones y de víboras.
Creemos en la biblia y en uno que otro cuerno.
Hasta oímos hablar del futuro
en la esquina
de este ayer tan breve.

De Antología de Poesía Joven Costarricense Sub-30 (2016). Fundación Casa de Poesía

Acaso es porque me duelen las épocas
cuando las canta un familiar difunto,
sea tal vez el rechazo a los entierros
que me deja la esperanza.

Presumo la canción esposa del destierro.
Sin ella podríamos ser un error,
pero es tal su forma de ilusionarnos
que engendra a la misma muerte
y encamina nuestros pasos, adelante,
sin remedios ni alma.
Nos impulsa en la última borrachera
sin preguntarnos a qué abismo, qué jarabe.

Hay canciones que no deberían ser compuestas nunca
y dejar su pesadumbre para alguna sombra en el incendio.
Incluso de ellas hurto la felicidad
y la entrego a mi alto padre
y a su invisible dentadura.
Por ellas me alcanzan las penas.
¡El que muere ya no es nada!*

*Los Rayos. Canción: Cruz de Madera.

De Antología de Poesía Joven Costarricense Sub-30 (2016). Fundación Casa de Poesía

Aunque enceguecido, mientras dudo priorizar,
agradezco la vida que me dieron las almas.
Si algo acepté del pasado fue por la barbarie
y de esta última, un folleto de astrología.
Elogio al poema junto al herrero
o el guardabosques que protege la antorcha.
Admiro los reptiles cuando escupen fuego
y embellecen las nubes,
suya es la vigilia de los relámpagos,
el griterío nadie lo cruzó.
El arte en que vagamos merece las libélulas
de la pelvis. Hincharse en el tiempo de versar
en ofrenda a las ruinas admisibles,
un disparo a la jaula de mariposas.
¿Dios verá algo en la poesía?
Quizá al escucharla trace a la Luna
su filo menguante. Un cordel en olas de tinta
por las que da gusto reclamar.
Lleven este adorno de palomas al hijo que no tuve:
ojalá mis días sean tan dichosos como su ausencia.

(Inédito) 

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