«Palabras dedicadas a la separación» y otros poemas de Alkaíd Marino

Alkaíd Marino (Ciudad de México, 1980). Es autor de los libros de poesía Tatuajes (2014), Mal de espejo (2016), Deixis (2018), Desencanto del héroe (2021), La delgada costumbre de lo vulnerable (o breve compendio de lo habitual) (2022).

Participó en talleres literarios a cargo de los escritores Fidel Acevedo, Cristina Rivera Garza y Daniel Miranda Terrés: el primero organizado por el Instituto Mexiquense de Cultura, en 2005; el segundo, por el Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes (ITCA), en 2007; el tercero, organizado por el maestro Daniel Miranda Terrés en el segundo semestre del 2022.

Ha sido incluido en la Enciclopedia de la Literatura en México ELEM (FLM).

Ha publicado en medios impresos y digitales como Nueva York Poetry Review, El Coloquio de los perros, Letras Libres, La Raíz Invertida, Luvina, Círculo de Poesía, La Otra, Monolito, Nueva Provenza, Centro Cultural Tina Modotti, Girasol Noctámbulo, La Pluma del Ganso, Plana Poética: Sol filamento El Humo.


Teorema de la tristeza

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De niño me levantaba
por las noches
a revisar que las llaves del gas
estuvieran cerradas.
Vigilaba la calle desde la ventana
de mi cuarto; salía a la zotehuela
a alborotar con ruidos
a los perros
de los vecinos.

Soy de esas personas
que evitan las líneas divisoras
en los pasos peatonales;

que se lavan las manos
más de tres veces
cuando van al baño;

que dicen la palabra cerrar
cuando están
por apartarse
de alguna puerta.

Mi siquiatra sabía cómo llamarle
a todo esto.
No me interesa recordar
sus palabras.

Conté 65 azulejos
en aquel baño público.

Yo le llamo tristeza.
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De A las fracciones papá les llamaba quebrados, algo tenía que romperse (Inédito)

No entiendo matemáticas

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El maestro junta mis dedos,
me pega con el borrador.

No te enojes, papá.
Me han dicho que soy buen dibujante;
a las caricaturas les entiendo mejor
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El cinturón duele;
duele en la espalda, en las piernas.
Las lágrimas no me dejan ver
las respuestas.

Después de golpearme,
papá me deja salir a jugar:
cuando escucho las risas de mis amigos
el maltrato ya no duele.

En unos cuantos días,
recibiré de nuevo
el iracundo grito
de los números.

A las fracciones papá les llamaba quebrados,
algo tenía que romperse.
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De A las fracciones papá les llamaba quebrados, algo tenía que romperse (Inédito)

Palabras dedicadas a la separación

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Roto. O quebrado. O fracturado. Tan sólo la superposición de valores absurdos. Acaso la
adición de cosas sobrevaloradas también: amor / odio; felicidad / tristeza. La bajeza de estar
uno por encima de otro. Como una parte dividida ya de algo mal formado: la distancia.

Queda claro que el camino debe aislarse de todo deseo. Así se visualiza lo que un número
es en verdad: exacto error.

Ya sea que sume o reste, que ame u odie, un ser humano divide, en partes iguales (o no), el
oblicuo horizonte: la línea que ofrece, ante todo, una presencia fragmentada. El numerador
vs el denominador; madre vs padre; hermano vs hermano; Dios vs muerte; ellos vs yo.

.                                    Dividir..                       Tan sólo.                          dividir.

Palabras dedicadas a la separación. La pretensión humana en la poesía, que nada suma; que
resta silencios a la continuidad del tiempo.

Se deduce, entonces, que la vida se alimenta de la decepción, del desamparo; de camas sin
tender; de trastes sin lavar. Teoría de un falso amor propio (fracciones propias). El sub-
constructo parte-todo representado mediante círculos, cuadrados o frutas bien o mal
dibujadas, que se enseña a golpes: borradores, reglas, gises, mano abierta como hebilla de
cinturón.

El resultado de la fracción no descubre nada. No parece simplificar nada. No parece. He
aquí que 1/4 pueda estar vacío.                                                            y se asemeje a un hombre

.                                                                        demente.
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De A las fracciones papá les llamaba quebrados, algo tenía que romperse (Inédito)

Escitalopram

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Dejé de tomar mi medicamento:
ya no se me traba la quijada, ni babeo
en contra de mi voluntad.

Ya no le hallo lo poético a las películas
de Adam Sandler;
y ya no me parece un álbum de culto
El mal querer, de Rosalía.

Ayer, mientras veía una foto de aquel edificio,
recordé la vez que me balanceé sobre sus hombros
para dejar de existir.

Escitalopram es el nombre de mi medicamento.
Una pastilla por la mañana. Para siempre.
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De La delgada costumbre de lo vulnerable (o breve compendio de lo habitual) (2022)

Perro miedo

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Los perros saben mucho sobre miedo.
No por nada son guardianes de panteones,
guardaespaldas de indigentes,
orquestal insomnio de la madrugada.
No subestiman a los taqueros, al camión de la basura,
o al señor de los elotes. Huyen de los sonidos fuertes:
fuegos artificiales, tormentas.

He visto a perros muy feroces
tomar distancia ante un jardín lleno de botellas
con agua. ¿Pero quién ha inventado semejante artificio?
¿Se lo debemos a la ciencia? Y si fuera el caso,
¿cuál es el método científico para comprobar el temor
en un perro? Algunos piensan que es ridículo.

No tan ridículo como mi temor al futuro.
Es admirable cómo los perros le ladran tan fuerte
a esas botellas. Ya quisiera yo ladrarle así a la vida.
Ladrar es un acto de insurrección. Un ladrido
es un ejemplo de lucha y templanza.

Algún día un perro orinará sobre las botellas de algún jardín.
Yo seguiré ladrando.
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De La delgada costumbre de lo vulnerable (o breve compendio de lo habitual) (2022)

Escalera

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Cuando era niño,
disfrutaba de oler libros viejos:
papá vendía cosas usadas en los mercados,
y yo siempre le ayudaba a poner su puesto.

Me gustaba oler mucho Las uvas y el viento.
¿La poesía tiene aroma?
Y no sólo me gustaba olerlo.
También a veces lo leía.

No entendí por qué Neruda
recargaba las palabras como escaleras:
escaleras anchas, escaleras delgadas.
¿Bajar? ¿Subir? Copiaré estos poemas
para componerlos, pensaba.
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De La delgada costumbre de lo vulnerable (o breve compendio de lo habitual) (2022)

He aquí el destino de la palabra

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He aquí el destino de la palabra
fría ola de equívocas imágenes
de pobladas apariencias que zarpan
por naufragios de rotación en fuga
de espejos que son —¿varados recuerdos?—
un levar de sueños que se sumerge
en la oquedad de una inerte neurona

he aquí el bordón de la esperanza
un manco sostén de etéreas promesas
tentando a golpes una necia muerte
—una necia muerte de diablo y seso
(en la fuerza de una tesis de dioses)
que derrama una enramada relámpago
e irradia apariciones en los ojos—

he aquí el precipicio del reloj
Yo el inicio la ceniza el
final la semilla el inicio Yo
temblor quieto de creación en los cantos
esmerilados de todas las sombras
que tal vez —¡así sea!— serán soles
sumergidas flores que darán albas
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De Deixis (2018)

Éste es el esclavo de los reflejos

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Éste es el esclavo de los reflejos
petrificado animal que persigue
el movimiento de todos los astros
que manifiesta su turbio semblante
—sus párpados abiertos como el aire
su ceño ensimismado de presagios—
entre el vuelco líquido de la noche

éste es el colibrí de la neurona
el atuendo ovíparo que la imagen
—cuando la piromancia de los dados
desdeña los golpes del signo y
retira en pestañas secas delirios—
porta como su génesis reptil
o su incrédulo éxodo de hoja

éste es el orín de todos los sueños
que lento hacia los epitafios marcha
como el lamento de edad golondrina
que revienta en oscuridad el pecho
y vuelve a llenar de enigmas el mundo
—el mundo que solo erige espejismos
páramos como enjambres delirantes—
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De Deixis (2018)

Siempre quisiste un buen empleo

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Siempre quisiste un buen empleo

dinero fácil

eres cómplice de tu pereza

pero la vida te ha dado
un lugar
frente a una computadora y
te ha dado el plástico
suficiente
para hacer de ti
una deuda

tal vez no hubieras querido esto
nunca
sabes lo que quieres y eso
te mata

no sabes
recibir
y después
el silencio
burlón
de nada
en tu rostro
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De Mal de espejo (2016)

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