«Nacer hombre» y otros cinco textos de Adela Zamudio
Adela Zamudio (Cochabamba, 1854—Ibíd, 1928) fue una poeta, artista, novelista, cuentista, educadora y trabajadora social boliviana, quien pese a haber nacido en una familia acomodada de su ciudad natal apenas cursó hasta el tercer año de primaria, como dictaba la norma de la época en que le tocó vivir. Sin embargo, esto no fue impedimento para que desarrolle un pensamiento poderosamente adelantado, y quizá incomprendido, acerca de los derechos de las mujeres en la sociedad boliviana, desplegado tanto en su poesía como en su prosa y actividad periodística, a tal punto que a casi un siglo de su muerte su obra lleva unos pocos años de haber sido paulatinamente redescubierta.
En vida publicó los poemarios Ensayos poéticos (—publicado en Buenos Aires—, 1887), El Misionero: poema religioso (1879) y Ráfagas (—publicada en París—1913), mientras que póstumamente se publicó Peregrinando (1943). Algunas ediciones contemporáneas que rescatan su obra son Cuentos (2013), Poesía (2017) —reunió en un solo título los tres libros de versos que Zamudio publicó en vida, el cual estuvo a cargo de Mónica Velásquez y Virginia Ayllón— y Hasta seguir mi huella (2019), volumen con 19 poemas de la autora acompañados de ilustraciones de 19 artistas bolivianos. Más adelante, como parte de la Biblioteca boliviana del Bicentenario, se editó el volumen Obra reunida (2021) que recoge la totalidad de los escritos de la autora cochabambina, incluyendo crítica literaria contemporánea a su producción literaria a finales del siglo XIX e inicios del XX, fotografías, traducciones y musicalización de poemas.
Además, su obra ha sido recogida en antologías panorámicas de la poesía de su país tales como La poesía del siglo XX en Bolivia (2015), en Editorial Visor y con edición de Homero Carvalho. Adicionalmente, su creación literaria y pensamiento ha sido motivo de un par de estudios biográficos, Biografía de una mujer ilustre (1955) de Augusto Guzmán Martínez y Adela Zamudio. Transgresora de su tiempo (1997) de Dora Cajías de Villa Gómez; estudios críticos tales como Soledad o Adela Zamudio (1968) de Alfonsina Paredes Larrea, La narrativa de Adela Zamudio (2003) de Willy O. Muñoz, El pensamiento de Adela Zamudio (2019) de Virginia Ayllón, así como la recopilación de artículos académicos La Crítica y el poeta. Adela Zamudio (2022), a cargo de Mónica Velásquez.
En la época en que vivió, sobre todo, se dio a conocer por su actividad periodística que realizaba como articulista de El Heraldo de Cochabamba con el seudónimo de «Soledad» (el mismo que empleó para dar a conocer sus primeros poemas en 1875 en el periódico La Reforma), espacio en el que se difundieron muchas de sus ideas progresistas sobre el rol que debía ocupar la mujer en la sociedad boliviana ante el enseñanza religiosa oficial, el patriarcado y la violencia machista. Es tal la repercusión de su imagen en su país que cada 11 de octubre, el día de su nacimiento, se conmemora el Día de la mujer boliviana, iniciativa tomada desde 1980 durante la presidencia de Lidia Gueiler Tejada, mientras que en su ciudad natal se creó un concurso literario de cuento que lleva su nombre desde el 2006.
En España, Libros de la ballena editó la novela Íntimas (2019), con prólogo de la escritora Giovanna Rivero. Mientras que hace pocos meses se publicó una reedición de Ráfagas, a cargo del sello editorial Averso. Asimismo en Chile, Vísceras Editorial dio a conocer una plaquette titulada Nacer hombre (2021).
Nacer hombre
.
.
Ella, ¡qué trabajos pasa
por corregir la torpeza
de su esposo! y en la casa,
(permitidme que me asombre)
tan inepto como fatuo
sigue él siendo la cabeza,
. porque es hombre.
Si alguna versos escribe—
—«De alguno esos versos son
que ella sólo los suscribe»;
(permitidme que me asombre)
Si ese alguno no es poeta
¿por qué tal suposición?
. —Porque es hombre.
Una mujer superior
en elecciones no vota,
y vota el pillo peor;
(permitidme que me asombre)
con sólo saber firmar
puede votar un idiota,
. porque es hombre.
Él se abate y bebe o juega
en un revés de la suerte;
ella sufre, lucha y ruega;
(Permitidme que me asombre).
Ella se llama «ser débil»,
y él se apellida «ser fuerte»
. porque es hombre.
Ella debe perdonar
si su esposo le es infiel;
mas, él se puede vengar;
(permitidme que me asombre)
en un caso semejante
hasta puede matar él,
. porque es hombre.
. ¡Oh, mortal!
¡Oh mortal privilegiado,
que de perfecto y cabal
gozas seguro renombre!
para ello ¿qué te ha bastado?
. Nacer hombre.
.
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De Ensayos Poéticos (1887)
Quo Vadis
.
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Sola, en el ancho páramo del mundo,
. sola con mi dolor,
en su confín, con estupor profundo
miro alzarse un celeste resplandor:
¡Es Él! Aparición deslumbradora
. de blanca y dulce faz,
que avanza, con la diestra protectora
en actitud de bendid6n y paz.
Inclino ante Él mi rostro dolorido
temblando de ternura y de temor,
y exclamo con acento conmovido:
. —¿A donde vas, Señor?
—La Roma en que tus mártires supieron
en horribles suplicios perecer
es hoy lo que Los césares quisieron:
emporio de elegancia y de placer.
Allí está Pedro. El pescador que un día
predicó la pobreza y la humildad,
cubierto de lujosa pedrería
ostenta su poder y majestad.
Feroz imitador de los paganos,
. El Santo Inquisidor
Ha quemado en tu nombre a sus hermanos…
. ¿Adónde vas, Señor?
Allá en tus templos donde el culto impera
¿Qué hay en el fondo? O lucro o vanidad.
¡Cuán pocos son los que con fe sincera
te adoran en espíritu y verdad!
El mundo con tu sangre redimido,
veinte siglos después de tu pasión,
es hay más infeliz, más pervertido,
más pagano que en el tiempo de Nerón.
Ante el altar de la Deidad impura,
huérfana de ideal, la juventud
contra el amor del alma se conjure
proclamando el placer como virtud.
Las antiguas barbaries que subsisten,
sólo cambian de nombre con la edad;
la esclavitud y aun el tormento existen
y es mentira grosera la igualdad.
¡Siempre en la lucha oprimidos y opresores!
De un lado, la fortuna y el poder,
del otro, la miseria y sus horrores;
y todo iniquidad… Hoy como ayer.
Hoy como ayer, Los pueblos de la tierra
se arman para el asalto y la traición,
y alza triunfante el monstruo de la guerra
su bandera de espanto y confusión.
Ciega, fatal, la humanidad se abisma
en Los antros del vicio y del error.
Y duda, horrorizada de sí misma…
. Adónde vas, Señor?
.
.
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De Ensayos Poéticos (1887)
Baile de máscaras
.
.
La vida es un gran baile
. con antifaces,
en que todos los hombres
. usan disfraces;
. y en el que todos
se adornan de oropeles,
. de varios modos.
Cada cual, con el traje
. que bien le viene,
el papel representa
. que le conviene;
. en él hay farsas,
enredos, y aventuras
. entre comparsas.
En él dan los poetas
. sus sinfonías
poblando los espacios
. de melodías;
. mas, los poetas
también, como los otros,
. llevan caretas.
Baile en que toma entrada
. todo el que nace,
y en que es imprescindible
. que se disfrace;
. y en que bailando
las horas y los años
. pasan volando.
En el baile del mundo
. nuestra alegría
es traje deslumbrante
. de fantasía
. con que cubrimos,
la incógnita tristeza
. que reprimimos.
Y, cuando entre las turbas
. enmascaradas
publica su contento
. con carcajadas,
. el hombre siente
un dolor en el alma
. que le desmiente.
Entonces, envidiando
. la dicha ajena,
devora ocultamente
. su acerva pena,
. y se figura
ser él solo quien sufre
. tal desventura.
Desde la edad primera
. la más lejana,
en que se dio a la escena
. la historia humana,
. toda la tierra
no es más que un gran teatro
. que no se cierra.
.
.
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De Ráfagas (1913)
Poeta
.
.
En la ruidosa fiesta del trabajo,
de nuestro siglo en la grandiosa escena,
en medio de ese caos que se llama
«Lucha por la existencia»,
un personaje exótico aparece
extraño a los negocios de la tierra.
En su porte modesto al par que altivo,
y hay en su frente un sello de grandeza:
ni la risa del necio lo confunde,
ni del rico la vana suficiencia,
al pisar el umbral de los salones,
quizá por vez primera,
ostenta en sus modales
la distinción de incógnita nobleza.
—¿Quién es?
—El mismo que haraposo un día
cruzó las playas de las islas griegas,
cuyos divinos cantos,
fragmentos de una espléndida epopeya,
arrojados al viento de los siglos
Son de su genio la inmortal herencia.
El mismo que en los campos de la Galia,
peregrino en las noches de tormenta,
. cansado y aterido,
del hogar patriarcal llamó a la puerta;
y acogido con franca simpatía
. tras de sabrosa cena,
encantó a sus oyentes con tiernísimas
. baladas y leyendas;
y ante los muros del feudal castillo,
desafiando la furia de los déspotas,
pulsó el laúd, vibrante y melancólico,
de la oculta beldad junto a la reja.
Es el desheredado del destino
que en su errabunda y singular carrera
va recogiendo lauros —siempre el mismo
a través de los siglos y las épocas.
En cambio del laúd y de la lira,
por doquiera que va, consigo lleva
Un álbum —su tesoro— más valioso
que todos los tesoros de la tierra.
Hay en su pecho un fuego misterioso:
. El fuego de la Idea.
¡La Idea! Sentimiento sublimado
que en el cerebro la razón condensa
y en el claro raudal de la palabra
brota llenando páginas excelsas.
Mas, para que esa llama sacrosanta
en su potente corazón se encienda,
es preciso que apure de la vida,
las heces más acerbas;
que conozco del hórrido infortunio
las escabrosas sendas;
que sus riscos y abrojos le lastimen,
que sus choques y obstáculos le hieran.
¡Eso es la inspiración! Flor misteriosa
que sólo exhala su divina esencia
después de las terribles sacudidas
de tempestad violenta…
Esa es la obra del Arte: sacro fuego
que devorando crea;
crepitación de un alma hecha pedazos
sangre del corazón, —¡eso es la idea!
¡Oh bardo del dolor! llegas a tiempo:
Pulsa el laúd, alza la voz profética;
de las grandezas de la edad presente
muestra la falsedad y la miseria.
Lamenta los secretos angustiosos
de esa infeliz generación decrépita
que, ahogando el malestar que la devora,
su muestra satisfecha
de los triunfos risibles
de la industria y la ciencia…
También tú, tributario de este siglo,
tienes el alma y la conciencia enfermas,
¡Poeta del dolor! Llegas a tiempo,
cantor de la verdad, ¡pulsa esa cuerda!…
.
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De Ráfagas (1913)
Progreso
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Hubo un tiempo de amor contemplativo en que el saber,
muy poco positivo,
confundiendo la tierra con los cielos,
ensalzaba las vírgenes modelos.
Y en que inspirándoles horror profundo
la realidad prosaica de este mundo,
las muchachas de quince primaveras
se arrobaban en místicas quimeras.
Pero desde que el hombre sabio y fuerte,
compadecido de su incierta suerte,
discute con profundos pareceres
la educación moral de las mujeres;
Desde que ha definido su destino,
no señalándole más que un camino,
y ni virtud ni utilidad concilia
sin la maternidad en la familia;
Ya saben ellas desde muy temprano
que amar un ideal es sueño vano,
que su único negocio es buscar novio
y quedar solterona el peor oprobio.
Ninguna ha de quedar chasqueada
hoy día por elegir —como antes sucedía—
que hoy ocupa el lugar de la inocencia
la prematura luz de la experiencia.
Hoy del amor, preciso es no hacer caso,
porque el amor es pobre y pide plazo,
y por salir cuanto antes del apuro
se acepta lo más próximo y seguro.
De modo que todo hombre hoy al casarse
podrá con la certeza consolarse
de que —a no serlo suya— siempre fuera
su adorada mitad de otro cualquiera.
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Mi epitafio
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Vuelo a morar en ignorada estrella
Libre ya del suplicio de la vida,
allá os espero; hasta seguir mi huella
lloradme ausente pero no perdida.
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De Peregrinando (1943)