Gaby Sambuccetti: cinco poemas para aflojar la soga
Escribe | David Marroquí Newell
Gaby Sambuccetti (Buenos Aires, 1986) es licenciada en Escritura Creativa por Brunel University, Londres. Además es profesora de literatura (Argentina) y organizadora de eventos gubernamentales. Fue la directora de eventos literarios del grupo Oxford Writers’ House en la Universidad de Oxford y asociaciones editoriales del Reino Unido.
Ha participado en eventos y festivales internacionales recitando sus poemas, impartiendo charlas, talleres y cursos literarios en países como el Reino Unido, Estados Unidos, Alemania, España, Perú, México, Colombia, Argentina, Brasil, Bangladesh, entre otros. Además, participó en un debate en el Parlamento Británico sobre escritura y medios digitales durante el 2019. También leyó sus poemas en universidades como la Universidad de Oxford, SOAS, Brunel y Northern Colorado (USA). Realizó cursos de Inglés Antiguo en la Universidad de Oxford. Es fundadora del proyecto y grupo literario La Ninfa Eco, desde el cual difunden literatura a través de una revista y un podcast.
Es la autora de Al nudo lo que nos quitó (Baobab, Buenos Aires, 2010), Los vidrios aman quebrarse (De Los Cuatro Vientos, Buenos Aires, 2012) y The Good, The Bad & The Poet (El Ojo de la Cultura, Londres, 2020). Fue parte de la antología británica Other Voices: Poems to Celebrate 40 Years of The Cure. Su cuento «Spider Web» (Telaraña) fue seleccionado por su universidad para formar parte de un libro que compila los mejores cuentos de ciencia ficción producidos por estudiantes de la universidad durante el 2017 en Londres. En la actualidad, se prepara para comenzar sus estudios de posgrado en el Reino Unido en donde se encuentra radicada desde fines del 2012.
«Los colgados tienen que acomodarse bien la soga». No, la verdad es que no he podido resistirme a dejar fuera este verso; de hecho, he decidido empezar lo poco que escribiré, ya que prefiero siempre que pasen a leer los poemas —y últimamente parece que soy de teclado fácil—, con un verso de la poeta argentina que no aparece en la selección de poemas que finalmente he decidido sacar a la palestra, pero es un verso que, personalmente, no podía apartarlo. Este verso muestra un posicionamiento y una declaración de intenciones: la poesía de Gaby Sambuccetti es una poesía comprometida con el propio verso, con la palabra, pero también con el ser humano.
Por azar en la propia previsión —casi una extraña anomalía constante—, los textos de Gaby Sambuccetti que traemos hoy aquí son los que abrirán el número de este mes de junio, siendo una poeta que puede perfectamente enlazar con nuestro cierre de marzo, ya que sus versos, a pesar de sus diferencias estéticas, comparten, y me van a permitir autocitarme, una esencia fundamental con Manuel Ángel Vázquez Medel: «la poesía y el poeta se han convertido (si es que no lo han sido siempre) en una forma de estar y una manera de comprender el mundo y de comprometerse». Y es que, como las propias palabras que abren la muestra de la poeta, «estoy tan cansada / de la gente que nos llama soñadores», compartimos un tiempo que, en lo que respecta a soñar, somos soñadores de algo grande, pero en lo básico, pequeño, y en lo sustancial, esencial. La poesía es compromiso con el mundo, con la palabra, que nos hace humanas, y con el propio ego, que al final es un nosotros.
Hay un amor y un desamor; un encuentro y una despedida, en la poesía de Gaby Sambuccetti; una soledad que es guerra, y un disfraz en el suelo, en la base del pedestal de unos ídolos que son cuerpos, carne, huesos y vísceras humanas que intentan no aparentar que respiran el mismo aire. Nuestra poeta, aquí y ahora, cumple la misión de desnudar esos ídolos, arrancarles el disfraz, comprometerse en el amor y venir al encuentro y, llegada la hora, honrarnos con un final, una cálida despedida al lector, que ya se convierte en un amigo, porque la poesía es una conexión personal que busca perdurar, dejar algo por siempre en el ser de quien la escribe, pero sobre todo, de quien la recibe.
Mis sueños
Estoy tan cansada
de la gente que nos llama soñadores
por todo lo que hicimos bien.
Tenemos tantos problemas: las emisiones,
y la tala,
o ambas cosas,
o comer las partes de animales que no necesitamos,
mientras se llenan los periódicos con las caras no tapadas
*Anónimo son siempre los mismos.
El río está hecho de deshechos,
el desierto ya no es el Sáhara:
está en nuestras venas.
Hay una brisa en nuestra garganta
que desaparece lento.
Y la ciencia ya no puede más con nuestro desastre.
Un día soñar con lo que está bien va a ser tan humillante
que ya no nos van a llamar soñadores,
van a buscar nuevas formas de torturarnos.
Cerrar nuestros ojos va a ser tan ilegal,
que no vamos a poder ir a ningún lugar,
ni siquiera con los ojos cerrados.
Nos vamos a ver como una especie de Cristo,
separándose de la astillada cruz:
seremos su premio.
Y nuestros sueños nos van a atravesar las manos
como clavos de oro,
pero la sangre no va a caer esta vez desde esa corona de espinas.
Algo más va a caer.
Algo invisible se derramará.
Pero quién quedará en pie
para sentirlo…
De The Good, the Bad & the Poet (2020)
Mi narciso
se
hunde
lento
Y resucita.
Entre
periodistas
desilusionados.
Levanta sus pies
azules,
en el mañana.
Narciso junta los fragmentos.
Arma una luna nueva.
Los mitos son reflejos
calcinados.
Narciso
tiene mil
espejos.
Nada perece. Nada permanece.
Narciso
fuga entre
las alas
de un
rompecabezas
d e s a j u s t a d o.
Y esos niños ciegos no pueden armarlo.
Ese es el final. Oficial
o reciclado.
Del narciso en diez
televisores
asesinado.
En una
noche
oscura
de ninfas
y bosques
no
identificados.
De la antología Letters on Paper (2013)
Mi guerra
Esta soledad
tiene piel de lobo
y corazón de cordero.
Estoy muerta,
pero tengo este esqueleto
lleno de calcio,
que se va a convertir
en sal,
y esa sal se va a volver burbuja,
y esa burbuja va a desaparecer
justo después de explotar.
La línea oscura en la orilla se secó,
pero yo sigo viva.
Alguna vez compusimos melodías,
pero hoy estamos en la trinchera.
Sé que recibiste un entrenamiento
para olvidar mi nombre
y aniquilarme sin piedad.
Yo me enteré que después de desaparecerme
no te van a dar mis tierras.
Quizás llores como yo cuando lo sepas.
Todos los días vivo tu estrategia
como si fuera el último soldado de esta guerra.
Sé que vas a ganar esta batalla
porque yo no voy a poder superar el shock
de verte apuntándome con un arma.
Me vas a matar antes de encontrarme,
y lo vas a hacer de espaldas.
Pero prefiero morir en la gloria
de esta nevada cordillera
antes que dispararte
en esa estepa seca.
Tengo malas noticias:
tienes un mapa incompleto.
Y además
una
gangrena
que te hace
la sangre
espesa.
Del libro The Good, the Bad & the Poet (2020)
Mis ídolos
Les voy a contar el secreto de muchos artistas consagrados:
Algunos están demasiado deprimidos, demasiado locos,
demasiado blancos,
demasiado ricos,
demasiado egocéntricos.
Incluso demasiado pedófilos o demasiado dealers.
Todos lo saben, pero muchos los siguen consumiendo,
como parejas disfuncionales de un crimen secreto.
Lo siento –No sabía que estaban ahí,
No me crean lo que estoy escribiendo. No es cierto.
Los artistas son talentosos.
Si seguimos usando las palabras correctas.
Si seguimos elaborando discursos perfectos…
Nadie va a ver los cuerpos.
Las piedras en sus manos.
La furia de las moscas.
Voy a tomar esa maldita flor del invierno,
Se la voy a dar a ese nene del metro,
ese que me pide una moneda.
Él vio el disfraz.
Él sabe que esto es falso.
Él sabe.
Del libro The Good, the Bad & the Poet (2020)
Mi final
El final es el corazón de los versos.
Es el arte de bajar el volumen.
Si el espectáculo valió la pena,
deberías estar de alguna forma involucrado:
porque ahora somos amigos,
despidiéndonos.
Espero ser más que una hoja gris de la calle,
caída y pisada,
y a punto de dejar de ser visible en tu vida.
Esto es el final.
Adiós.
Del libro The Good, the Bad & the Poet (2020)