Tres fragmentos y el prólogo de «La Nueva Poetría», el reciente libro de Javier Bê
Prólogo | Manuel Gerardi Poemas | Javier Bê
. La poesía procedural de Javier Bê
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. No esperes que el rigor de tu camino
. que tercamente se bifurca en otro,
. que tercamente se bifurca en otro,
. tendrá fin.
. Laberinto / Jorge Luis Borges
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. Con piedra viva escribiré mi canto
. arcos, puentes, dólmenes, columnas,
. frente a la soledad del horizonte,
. como un mapa que se abra ante los ojos
. de los viajeros que no regresan nunca.
. Escritura / Eugenio Montejo
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Al aventurarnos en la obra poética de Javier Bê nos encontramos de súbito descendiendo por la garganta del mundo, viajeros a través de una hondura que solo es posible en la consciencia de la indeterminación, por igual, de los espacios interiores y exteriores. En ese vértigo se despliega una mitología de lo subterráneo ante la cual el poema adquiere una dimensión cartográfica. En este se revelan caminos secretos bajo la espesura del hielo, la verdadera extensión de los paisajes fragmentados de la memoria y hasta el camino que retorna hacia la infancia de cada uno de los lugares. Como en toda aventura, su prosa nos adentra por senderos desafiantes. Caminos bloqueados, puentes rotos y ruinas insondables. Lo inalcanzable, siempre presente, se invoca aquí como exhortación a la temeridad del imaginante. Es por ello que, el lector, viajante o errauta, se verá en la necesidad de bajar, todavía más, en el pulso mismo del tránsito, como guiado por una intuición: la del quehacer edificante que es la poesía.
. Se ha demostrado que las alas
. dan un único sentido de simetría
. De día, de noche, de día
. :el viaje (p.41).
Este compendio de textos, que conforman La Nueva Poetría, se vale hábilmente de una serie de referentes de la tradición poética, la fantasía y el imaginario del rogue, consiguiendo entrelazarlos en una textura única. Una mezcla de ensueño y bloques de bits precipitándose como aquella lluvia anunciada en las antiguas escrituras. Del torrente brota la pregunta por la relación entre la certeza de la muerte y la agencialidad humana. Por la naturaleza de nuestros cuerpos, ahora mediados por la máquina, y su lugar en la frontera digital. E, inevitablemente, sobre si esta aventura digital contemporánea no exige el surgimiento de una poética de lo cyborg. No obstante, si una inquietud se alza sobre las demás, es quizás la más antigua de todas las concernientes a la poesía: ¿Qué tanto se parece la poesía a la magia?
. mago elfo tocando la flauta,
. el polvo y el polvo y el polvo y el polvo y el polvo y el
. polvo y el polvo y el polvo y el polvo y el polvo y el polvo
. y el polvo y el polvo y el polvo y el polvo y el polvo y el
. polvo y el polvo y el polvo (p.141).
Permítanme que explore y me pierda un poco bajo los amplios túneles de La Nueva Poetría. En «El Banquete», con el fin de ilustrarnos la relación entre el amor y la inmortalidad, Platón nos habla sobre la ποίησις (poíesis), concepto a menudo traducido como el acto de la «producción», la «creación», la «realización» o la «fabricación». Un hacer productivo que trae al mundo aquello que antes no estaba. En torno de la poíesis se desarrolla un saber práctico, que permite metodizar esa producción. A ese saber hacer los antiguos griegos le denominaron τέχνη (téchne), de donde proviene nuestra palabra «técnica», y que en el marco de la hermeneusis filosófica se traduce como arte. Arte o técnica como disposición productiva, como método o medio para un hacer. La poíesis comprende tanto la producción de objetos para el uso (utensilios) como la creación de una obra de arte, independientemente de su tangibilidad. Asimismo, la techné vendría a ser la habilidad o el conocimiento técnico del artesano y el artista, por igual. El arte de la poesía como el arte del herrero. Platón, no obstante, se encargaría de degradar a la poesía en relación con la filosofía, cuidando de distinguir, en su jerarquía epistemológica, el conocimiento verdadero de cualquier forma de saber poiético o artístico. No sólo por considerar a la poesía como productora de imágenes ilusorias (sombras/ apariencias), sino por tenerla como poderosamente seductora (y, por ende, como un peligroso medio para la persuasión), fue que Platón decidió echar a los poetas de su República. Ilusoria y persuasiva; a la poesía se le atribuyó las cualidades del hechizo[1].
Así como sucede con el horizonte polisémico de la palabra artificio, la techné nos remite en igual medida al ingenio, al artefacto y al engaño. Martin Heidegger destaca ese carácter mágico de la poíesis en tanto que acaecer o hacer presente un algo. El desocultamiento de lo oculto. Es por ello que, a diferencia de Platón, dirá de la téchne que se trata del más alto saber, pues aquello que la poiésis descubre o evidencia es realidad o verdad sobre el mundo (αλήθεια)[2], constituyendo la poesía una suerte de ejercicio metafísico. Simultáneamente causalidad y compresión de la misma. Por supuesto, Platón y Heidegger manejaron distintas nociones de verdad. Heidegger también reinterpreta esa actividad realizadora como una forma de transmutación, de renovación de mundo como creación y como transfiguración en pos de su habitabilidad, en términos de lo humano. Construir es habitar. Y, sin embargo, al poeta se le ha condenado a errar por los extramuros de la civilización.
¿Qué tanto se parece la poesía a la magia? El fin de ambas parece ser el asombramiento, ese estado del alma entre la sorpresa y la fascinación. Ahora, si nos concentramos en lo que actualmente comprendemos como conocimiento técnico, más ceñido a nuestra concepción del conocimiento científico que al juicio y la actividad estética, nos encontraremos también con un fenómeno deslumbrante y misterioso, que resulta del raudo e inédito avance técnico-científico de los últimos dos siglos. Así parece advertirlo la poesía de Javier Bê, que nos invita a reparar en los sutiles e intrincados mecanismos que hacen posible el mundo que hoy habitamos, esos que se nos presentan como el resultado de la comprensión de un lenguaje arcano, aunado al empleo de los materiales más insólitos y los medios más inescrutables. Hemos elongado nuestro pensamiento y nuestros cuerpos a través de los números, la electricidad y las pantallas, desarrollando, en el proceso, todo un ethos digital. Tanto el refinamiento de las comodidades materiales, como el quehacer poético, coinciden en la transmutación del mundo como entramado de percepciones y agenciamientos, haciéndolo habitable. Entonces, ¿qué tanto se parece la tecnología a la magia y por ende a la poesía?
. en el vasto páramo, donde el sol descansa aullando
. los truenos y las tormentas eléctricas siguen su
. camino, gráficos de octano, motor Unreal (p.125).
En todo caso, pareciera que la poesía, a diferencia del utensilio, no es usualmente concebida como mero medio para otro fin (aunque exista el equívoco), sino como libre juego que se manifiesta fin en sí mismo. De ahí que se diga que un paraguas sirve para protegernos de la lluvia, pero que la poesía no sirve para nada fuera de ella misma (no es servil). Incluso si nos atenemos a la idea marxista del trabajo como actividad vital y pensamos en la producción como hacedora de mundos, tendemos a pensar que el fin inmediato de la producción de utensilios es siempre distinto o extraño respecto de su propio proceso, a diferencia de lo que sucede con el juego y la poesía. Esto se presenta especialmente evidente tras el tránsito de la producción artesanal a la producción industrial, tal como advierte Agamben[3], quien, al elucidar sobre la poíesis como un obrar o estar-obrando, señala que el carácter fundamental de la producción industrial es la estricta disponibilidad, el despojo de toda singularidad en aras de la reproductibilidad y el consumo. Lo que normalmente se expresa diciendo que el producto industrial no es «obra» sino, precisamente, producto.
Si pensamos en torno de nuestra existencia cibernética (entendiendo un concepto un tanto más amplio que aquel legado por la tradición de la Ciencia Ficción, que refiere casi exclusivamente a lo robótico) y reflexionamos, por ejemplo, en torno de la emergencia de las inteligencias artificiales, o respecto del fenómeno de la retroalimentación en relación con los complejos sistemas algorítmicos que rigen las redes sociales (objeto de estudio de la cibernética de segundo orden, que comprende al observador como parte del sistema mismo), entonces podríamos experimentar una suerte de angustia y aturdimiento similar al primer movimiento en la experiencia de lo sublime, una mezcla de admiración y terror que deviene en una sensación de impotencia. El término «cibernético» proviene, paradójicamente, del griego κυβερνητικός (kibernētikos), que hace alusión al arte del timonel. La poesía, veremos, plantea a cabalidad otra respuesta ante lo sublime.
Todas estas inquietudes matan y mueren a lo largo de la «Nueva Poetría» y su esencia errauta. Errauta por la errancia, el tránsito, el deambular. Pero también debido al desacierto. Errare humanum est. El errante se pierde. Vuelve sobre sus pasos o sigue adelante por el placer de desviarse. Divaga, así como se peregrina a través de los ocultos rincones del pensamiento. El errante se pierde y a veces elige perderse. En su obra se despliegan el error y la entera dimensión del errante. El equivocarse y el trashumar. La dislocación de los objetos de nuestra percepción y sus sistemas. La palabra poética como un código irregular y volátil, de naturaleza asistemática. La Nueva Poetría se inscribe en la obra de Javier Bê como el culmen de un ambicioso trabajo alrededor de la noción de esa errancia o exploración (su «Poesía Errauta»), que no solo integra un interés metafísico en la cibernética con los lugares propios de la aventura, la magia y lo humano (motivos a los que ya se había aproximado profusamente), sino que convierte estos elementos en la materia misma del poema, fundiéndolos en su propia constitución. Pudiendo decirse que «Tres obras» hace las veces de bisagra entre sus previos trabajos y esta nueva indagación, mientras que a partir de «Wizardría» se pone de manifiesto lo errauta tanto como atmósfera como en la propia construcción del cuerpo de poemas.
La voz poética hace metamorfosis y se muestra hechicera, exploradora y organismo digital. Pero también valle, ribera, caverna y pantano, a imagen y semejanza del errante. El poema hace del camino su hogar y en él se extiende inabarcable. Incluso el camino de regreso se nos muestra siempre un nuevo camino; una reinterpretación. La intervención o la variación de poemas como «The Tyger», de William Blake, nos conduce a través de esa espiralidad como un esfuerzo de ingeniería inversa, para develar las distancias más largas y las rutas más serpeantes o enmarañadas. Todo andar un desvío, aunque desviarse parezca, en última instancia, imposible. ¿Qué lugar no es el correcto? Ocurre un diálogo entre la apertura y lo intrincado. Entre lo subterráneo y lo hiperbóreo. El afuera y el adentro; arriba y abajo. Del abismo brota una inmensa torre:
. Vivo y soy la Torre Oscura
. reuniendo en una misma vertical
. un océano de tumbas
. Entonces sucedió
. y no me detuvo nadie (p.70).
Entre las páginas de este donjon se gesta el arte del puzzle que menciona Perec al hablarnos del sistema o la estructura. El cálculo y la premeditación de trampas e ilusiones para conmover al viajero, a la otredad siempre forastera. Así es la téchne del poeta en La Nueva Poetría. Quebranta el pensamiento compartimentado y lo infiltra en un afán procedural, re-hacedor. Aquí el arte de la poesía se vuelca sobre el del herrero y pregunta: ¿Qué martillo, qué yunque y qué metal? (p.131). Una poesía no-guerrera que penetra en el filo del mundo a través de la palabra entraña. Ingeniería inversa, insisto, para preguntarse ahora por el dios detrás del fuero maquinal de nuestra época y por aquello orgánico, animal, que se engendra en sus mazmorras. Poesía mágica, sí. Hechicera. Pero también scavenger y rogue. Es pícara, furtiva y astuta. Recupera de la tradición las preguntas/imágenes/amuletos mientras recorre el medio de su contemporaneidad. En definitiva, se vale del artificio y del artefacto. El tigre de Blake merodea, exhibiendo en su pelaje de unos y ceros la infinita potencialidad de las rayas, actualizando a su paso todo aquello que estremece en la virtualidad, lo inusitado y lo sublime. ¿Qué máquina inmortal se atrevió a forjar tu siniestra simetría? (p.132) Exclama una voz ante el encriptado vacío que es el propio reflejo.
Desandar para volver a andar. Deshacer para poder hacer. Comprender los secretos del mecanismo para ensamblarlo ahora en aras del error, el capricho y el azar, pero siempre en riguroso cumplimiento de los principios del agenciamiento poético, esos que invoca Yanuva León al preguntarse por qué siguen batiéndose organismos conscientes, colmados de subjetividad, sueños, traumas y cuentas pendientes con el destino (…) en torneos de ajedrez, habiendo IA’S tan escandalosamente eficientes y rápidas en comparación con el intelecto humano[4]. Deseo y misterio, sostiene Yanuva, son los dominios de la poesía. El poderoso influjo de un eros que contiene en sí la plena novedad de las cosas. No hablamos aquí del deseo como tendencia a la obtención del objeto o del cuerpo, sino como una fuerza inmanente que genera conexiones y redes entre individuos, cosas, pensamientos, y afectos. El deseo, en este sentido, es una fuerza productora de realidad, no meramente de subjetividad. El deseo y el misterio figuran en la Poesía Errauta como los motores de la emoción que produce la lucha humana contra aquello que, incluso, sabe que no puede vencer. Aquí sobreviene el movimiento que sigue en la experiencia de lo sublime, luego del primer estado de sobrecogimiento y pasividad. Me refiero a ese afán de perseverancia que se impone a la sombra de la muerte. El espíritu de la voluntad humana.
En «Lo Cibernético y lo Humano», Aurel David, entendiendo el pensamiento mágico como una desorientación etiológica que produce ambiciones divorciadas de lo posible, nos presenta la disciplina de la cibernética como el último o el más reciente estadio alcanzado en la organización de la acción, luego del período de los magos y los técnicos. Afirma, a su vez, que el cibernético ha unido a una técnica extremadamente ambiciosa los objetivos casi ilimitados del mago. Nos preguntamos si una poesía capaz de reunir esas cualidades, a la vez que retiene para sí esa actualidad en el hacer, que señalan Agamben o Heidegger, vendría a ser el fundamento de una poética de la cibernética, o una poética cyborg, capaz de devolvernos la maravilla. Nos preguntamos, también, si el destierro platónico, aquel que cierra a la poesía el acceso a la verdad, hace de la misma una exploración permanente, como si la tierra floreciera al mismo tiempo en todos los caminos. Los caminos caminantes de la magia, o el rito mítico en el cual invocamos la vida.
. mago elfo tocando la flauta,
. tus hechizos están escritos en la piedra y las raíces
. se quiebran mientras te alejas Y el viento atraviesa la
. oscuridad y las estrellas se precipitan en el cielo hasta el
. punto en que el polvo no se desvanece Para siempre en tu
. mente y encontrarás que esta vida vale la pena morir un
. rito mítico. (p.162).
Volvamos sobre la idea del asombramiento en el arte de la tecnología. ¿En qué momento ha dejado de impresionarnos el extraordinario conocimiento de las leyes fundamentales y la maestría en la transmutación de la materia? ¿Por qué razón se acortan o aparecen vedados los caminos que ensanchan el horizonte de nuestro pensamiento? Javier Barrera despeja una senda a través de la poesía, una que lleva de regreso a la apertura del espíritu; hacia la infancia de lo humano. Restituyendo la pregunta que no atiende a la utilidad sino al acto mismo de ser. Arrastrándonos de la expectación a la interactividad. Haciendo del poema la grieta misma de la hipertextualidad.
. # un poema genera otro poema
. print(“animal abstracto de la mente, sin forma, sin
. rostro, sin sonido; criatura sin límites, sin cuerpo, sin
. peso, sin color. ¿Quién lo imagina, quién lo sueña, quién
. lo esculpe en la imaginación? “): (p.128).
La asimilación de lo tecnológico y su anquilosamiento en categorías impermeables al escrutinio poético produce la maquinización de nuestra relación con el mundo y con el cuerpo de ideas que hemos construido respecto del mismo (dualidad analítica que viene a formar una unidad). Así ocurre la codificación del deseo cuando degenera en la misma imagen de producto. El misterio y la emoción supeditados o mejor dicho inmolados en nombre de la utilidad. No hay emoción ante el triunfo de una máquina, recalca Yanuva. La poesía de Javier Barrera desafía nuestra impasibilidad frente a la grilla y quebranta las formas de lo mecánico en los sismos de su propia mentira. En este sentido del transitar y la transmutación podemos hablar también de una poesía de potencia metanóica. Una que reencauza la mirada hacia lo constitutivo de la existencia humana. Que interpela al metal y al digito sobre montañas y piedras coloridas. Y al humano sobre su propia mecanicidad.
. CUALQUIER INTERACCIÓN PERSONA-ORDENADOR REQUIERE UN
. AJUSTE CULTURAL, TANTO POR PARTE DEL ORDENADOR COMO
. POR PARTE DE LA PERSONA. ES DECIR, O BIEN EL ORDENADOR
. TIENE QUE APRENDER A HABLAR ‘PERSONA’ O BIEN LA PERSONA
. TIENE QUE HABLAR ‘ORDENADOR’. (p.141).
Si Platón arguye la naturaleza sombría, mimética, de la poesía, para desdeñar su aproximación al mundo como verdad, y, muy posteriormente, la escuela de Fráncfort condena la reproducción de la obra de arte para su mercancificación, la poesía errauta, procedural, metanoica, cyborg, de Barrera, reconfigura la mirada hacia la arquitectura del meme. Lo contagioso, que se propaga y se extiende, precisamente, como red o cuadrícula. Fuerza vinculante, pathos (puente) ethos y logos. Plantea en su constitución una poesía, no como mera producción de imágenes, sino como una actividad vital, un volcarse sobre la experiencia de la belleza que la arrebata de la verdad y de la eternidad. Una belleza terrible, como la de un Tigre de Mœbius. Frágil, como la de un perro de espuma negra. Terrible y frágil, que no herramienta retórica ni ornamento ni disecado animal de museo. En el reconocimiento de esa fragilidad o complejidad ocurre la desinstrumentalización de la naturaleza, dada y artificial (artificiada), naturante y naturada. En su infecciosidad (la del sentimiento de lo bello) se propaga trepidante una idea o gen mutante. Una respuesta a la pregunta por la naturaleza mágica de la poesía y a nuestras inquietudes respecto de la evolución humana. Mutante, pues, en su particular resonancia, a la vez procedural, altera su contenido mientras conserva una estructura formal, inmanente. Cada experiencia una nueva forma de habitar. Y en esa multiplicidad dinámica, que humaniza el mundo y en cuya comprensión se enciende la voluntad humana, La Nueva Poetría nos remite al sentimiento del amor:
. En una historia de amor,
. lo único que importa
. es la composición del mapa, relieves y líneas costeras:
. al igual que cualquier fractal,
. se da una regla y ésta se itera
. un número muy elevado
. de veces. (p.99).
El proceso de propagación, mutación y renovación, parece recordarnos Javier Bê, es condición necesaria para la vitalidad. Así como reza el poema de Ernesto Cardenal[5], en el que nos afirma que la evolución de la materia ha sido hacia la vida, de la vida al pensamiento y del pensamiento hacia el amor, Javier Bê exclama que amor, vida, poesía y viaje son conceptos inseparables y que en su unidad se multiplica y se renueva lo humano, desafiando al fin:
. Este gran privilegio del amor
. :el viaje
. (p.45, 51 y 55).
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. Madrid, octubre de 2024
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[1] Hernández Moreno, J. S. (2016). La persuasión de la poesía imitativa en La República de Platón: La estética de la mimesis y el derrocamiento de las imágenes. Universidad de los Andes. P. 4.
[2] Heidegger, M. (1994) Conferencias y artículos. Ediciones del Serbal. P. 14-15.
[3] Agamben, G. (1970) El hombre sin contenido. Ediciones Áltera, S.L. P. 106-107.
[4] Leon, Y. (2024). El poder contranostálgico de las poéticas cyborgs. Revista Poesía, edición #81.
[5] Cardenal, E. (1989). Canto cósmico. Editorial Nueva Nicaragua. P. 214.
El viaje de Alexei Pazhitnov (variaciones sobre Desireless, R. M. Rilke y Google)
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. [inicio]
. Se ha demostrado que las alas
. dan un único sentido de simetría
. De día, de noche, de día
. :el viaje
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. [tercer movimiento]
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. De día, de noche, de día,
. :los viajes, los viajes
. :el viaje
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. [cuarto movimiento]
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. Este gran privilegio del amor
. :el viaje
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. [quinto movimiento]
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. En las aguas sagradas del Indian River
. :viajar, viajar
. :el viaje
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. [séptimo movimiento]
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. Por el país de cristal del Sahara
. Desde Fiji a Fujiyama
. :el viaje
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. [octavo movimiento]
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. No te detengas
. en el alambre de púas,
. Bomba de corazón,
. ¡Mira el océano!
. :el viaje
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. [noveno movimiento]
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. Viajar, viajar, viajar,
. de día, de noche, de día
. y el ánimo ha menguado tanto,
. y la nostalgia es tan grande
. :el viaje
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. [décimo movimiento]
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. Este gran privilegio del amor
. :el viaje
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. [décimo tercer movimiento]
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. Lejos del día y de la noche
. :los viajes, los viajes
. :el viaje
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. [décimo octavo movimiento]
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. Este gran privilegio del amor
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De La nueva poetría (2024)
TygreError: sintaxis no válida (variación de «The Tyger», de William Blake)
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3
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LA INTELIGENCIA DEL FINGIDOR
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# variación: sustitución de términos
.
substitutions = {
. ‘tigre’: ‘animal’, ‘Tyger’: ‘Animal’, ‘ardiente’: ‘veloz’,
‘fuego’: ‘energía’, ‘symmetry’: ‘equilibrio’, ‘inmortal’:
‘eterno’, ‘noche’: ‘bosque’, ‘mano’: ‘mirada’, ‘ojo’:
‘visión’, ‘hombro’: ‘corazón’, ‘arte’: ‘poder’, ‘sinews’:
‘músculos’, ‘martillo’: ‘fuerza’, ‘cadena’: ‘vinculo’,
‘yunque’: ‘base’, ‘garras’: ‘garras’, ‘terror’: ‘pavor’,
‘estrellas’: ‘lunas’, ‘sonreír’: ‘creó’, ‘cordero’: ‘oveja’
}
.
def substitute_words(text, substitutions):
. pattern = re.compile(r’\b(‘ + ‘|’.join(substitutions.keys()) + r’)\b’)
. return pattern.sub(lambda x: substitutions[x.group()],
. text)
animal_name = input(«Ingresa el nombre del animal: «)
poem = substitute_words(«»»
Se HA PRODUCIDO UN ERROR. SI ESTE PROBLEMA
PERSISTE, PÓNGASE EN CONTACTO CON NOSOTROS
A través DE NUESTRO CENTRO De AYUDA
[balbuceo]
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[descarta]
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# un poema genera otro poema
print(“animal abstracto de la mente, sin forma, sin
rostro, sin sonido; criatura sin límites, sin cuerpo, sin
peso, sin color. ¿Quién lo imagina, quién lo sueña, quién
lo esculpe en la imaginación? “):
print(«Y cuando sus huesos fueron unidos con juntas,»)
print(«y los tendones de su corazón firmemente tejidos,»)
print(«él rugió con fuerza y gran poder.»)
print(«¿Qué ojos inmortales o mano,»)
print(«podrían crear la simetría de esos ojos?»)
print(«Sus iris son un mar de unos y ceros,»)
print(«su pupila una puerta abierta a lo desconocido.»)
print(«¿Qué computadora o qué mente»)
print(«puede imaginar la belleza de ese tigre?»)
print(«Sus rayas son fractales, sus curvas, ecuaciones,»)
print(«su piel es un algoritmo de colores.»)
print(«¿Qué mano, qué ojo»)
print(«En las profundidades de qué cielo distante,»)
print(«ardiente fue forjado el fuego de tus células?»)
print(«¿Qué programador, qué artista,»)
print(«puede igualar la perfección de tu forma gráfica?»)
print(«¿Y qué programa, qué código,»)
print(«replicar la ferocidad de tu alma?»)
print(«Oh tigre, símbolo del poder y la majestuosidad,»)
print(«eres una obra maestra de la naturaleza y la tecnología.»)
[descarta]
..
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De La nueva poetría (2024)
FATA Expresividad gráfica en lo que se dice o cómo se dice I Parte: La Torre*
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.
*La torre es un gráfico sencillo:
una línea vertical. de la raíz al sexo
siguiendo la lógica de espejo del almendro
Su amplitud o envergadura trófica
aumenta con la latitud
. a medida que nos elevamos.
.
.
– – –
expansión:
expansión:
. AND THEN THE FOLDING DOORS
. THE HALL WERE BURST OPEN
. AND THE KING OF ELFLAND
. RUSHED IN
. Al contrario
. Lee este poema como es:
. una rama retorcida
. bastón de cojo
. al que le ha crecido un
filo:
. hacha de rama y hojas
. un hacha que camina
. que es hogar
. y que es hoguera
. a la que arrojar todas las
infancias silenciadas
. [Y]
. Si juntas todas las palabras
del poema se dibujan las astas de un ciervo.
(…)
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De La nueva poetría (2024)