«Carta abierta» y otros poemas de Esteban Espejo

Esteban Espejo (Mar del Plata, 1984) Publicó los poemarios Mundos, aún (Editorial El Surí Porfiado, 2023) y Muerde memoria (Rangún Editores, 2019) y Casi nada, casi ser. Ensayo filosófico-poético (2017). Publicó poemas y artículos en revistas literarias y culturales. Realizó estudios literarios y filosóficos en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Algunas de sus influencias literarias son las vanguardias del siglo XX y el realismo mágico latinoamericano. En sus textos establece relaciones y tensiones entre historia y narrativa argentina, en sintonía con las preocupaciones de los llamados «ensayos de pensamiento nacional»; su primera novela, Era Maluz (inédita), es testimonio de ello.

Como psicoanalista, se dedica a la enseñanza universitaria y se desempeña en ámbitos privados y comunitarios. Participa del proyecto de investigación del UBACyT «Ideología y subjetivaciones políticas. Tendencias neoliberales en una coyuntura sobredeterminada. Argentina 1976-2019».

Los poemas de Esteban Espejo que compartimos a continuación forman parte de sus libros Muerde memoria (2019) y Mundos, aún (2023).


Un asado en las Bahamas

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.               De tierra, de lodo hicieron la carne [del hombre]. Pero vieron que
.                                     no estaba bien, porque se deshacía, estaba blando
.                                                                                                              Popol Vuh
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.                                                            Todas las cartas de amor son ridículas.
.                                                                                                   Fernando Pessoa
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Una fábula habla de una carta relámpago
algo así como un parto, dicen, en el estómago de América.
Colón abrió a machetazos el océano y lo encerró en un diario
Américo le puso sal, un poco de brasa
y fue con moño al botiquín del Rey.

Postergaron el sueño, después el insomnio
¿será que andamos postergando el olvido?

La letra era ridícula, por eso quemaron la carta
y nuestra noche
la luna a la parrilla
los órganos achicharrados
en esa tinta que llamaron América.

Después del oro, las violaciones, la sangre mestiza coloreando el
café
un príncipe abrió el botiquín de sueños y pólvora:
aquella historia de la conquista y el saqueo se le deshizo entre los
dedos
como fiebres carbonizadas.
Después fue al espejo y el cepillo de dientes se llenó de clavos
fue al escritorio y la pluma se volvió un machete
que pintó con tajos el palacio.

La carta contagió de cenizas
hasta el mapa de El Dorado, hasta las ruinas
que los jesuitas no inauguraron.
América se iba comiendo todo, hasta sus entrañas.

Quizás ésta sea otra carta de amor, tan ridícula
como inventarse heterónimos:
hablar en nombre de otro
para escuchar
los truenos americanos.

¿Será que amamos los recuerdos
por piedad
de que se quemen?
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.                                                                          22 de noviembre de 2015
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De Muerde memoria (2019)

Carta abierta

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Los pasos mordidos, los crímenes metidos en la encía
nos siguen dando de comer.
Desenterrar fósiles nunca fue nuestra especialidad
cuando no murieron del todo.
Revolvemos la basura en calles inundadas, en caños tapados.
Hace tiempo que no inauguran cloacas:
todo sigue flotando en la superficie.

No es la historia, estúpido, dijiste, son los restos.
No son esqueletos, son uñas
el pelo de uno, los dientes de otro
las letras de sus nombres
cayendo como granizo.
Hablaste del odio, también
yo guardé las pezuñas ensangrentadas
las imágenes picaneadas por la luz.

No leo documentos ni oigo testimonios
sólo alientos.
Es la tierra que grita, que implora
que nos llevemos los mordiscones y el hambre
que por favor
clavemos
una puta cruz, un puto nombre
para lotear el olvido.
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De Muerde memoria (2019)

Eterno retorno

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Las cenizas caen como gotas de agua
unidas, se van dispersando
por la navaja del aire.
Dos calaveras andaban horizontales por el paraíso
a la ceniza siempre se le mete una brasa
un incendio más, humo
y esa dosis de olvido justa
para nacer verticales.

Hicieron las paces con el fuego
llovieron en Pompeya, ardieron el Popocatépetl
pero fueron hielo antes del último viaje.
Entramos con los huesos, nos vamos con la carne
siempre andando, gimiendo
la mancha de los días
sobre una espalda desnuda.

Las cenizas cada vez son menos
a cada metro que caen
más se funden con el mar.
Una calavera vistió la careta del último carnaval
y yo, en coma
oyendo cómo te ibas a festejar recuerdos.
Las cenizas esperan, el fuego no.
No puedo quemar el pasado, sólo tu futuro
dormir adentro
del volcán.
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De Muerde memoria (2019)

Andan diciendo

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Te dicen que practiques, que sufras, que sudes mucho
para ganarte el estilo, ese trofeo encerado
de técnica.
Te dicen que te la banques, que es tarde para ser nene
que el cross en la mandíbula te va a morder la inocencia.
Te anticipan un llanto, la puteada que va a salirte
cuando no puedas pegar las letras al silencio.
Te vas a despertar, dicen, en medio de la noche con sueños de baba
en la palma de los labios, y ahí, sentadito sobre tus pesadillas
apenas va a salirte un quejido.
Dicen que te vas a meter en el culo tantos poemitas
que la palabra se vive, no se piensa, que mejor olvides quién sos
y esa mirada de santo o de paria que ponés
cuando no le embocás ni al espejo.
También, que todos se meten en el culo letra por letra
paréntesis por paréntesis, para que la recta de cada frase
entre mejor en la boca, los oídos
en el tubo vacío de la bic.

Y de repente, entre tanto murmullo
otra voz dice que sigas, que te importen un carajo
los poemitas o las viditas.

Por eso, no te quejes cuando en el espejo estés solo
o ni te respondan de la revista esa
donde mandaste ese artículo tan bueno.
Jodete, eso sí, cuando te la pases en la tele
y las gotas del tiempo salpiquen el espejo retrovisor
mientras te das cuenta que hace días
no golpeás este puto teclado
hasta dejar grogui a las letras.

Hínchate bien las pelotas de vos, de tu foto de poeta
y del cagazo de quedarte sin mirada.

No importa
que mientras martilles con el dedo
–dale que te dale, duele que te duele–
te saques un moco, te cortes las uñas, te excuses
bajo alguna frase.
No importa que ya no sepas dónde mierda se metió, adónde fue
esa vidita chorreando
que iba de los espejos a los libros
ordenados alfabéticamente.
Sólo importa
que tus dedos sigan húmedos bajo la noche
sigan martillando
sobre tu cráneo de vidrio.
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De Muerde memoria (2019)

La defensa de Adolfo Alsina*

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el blanco, acá
lo salvaje, ahí
cruzando la Zanja
hirviendo secretos en la hoguera
una porción acá, una ración allá
y nunca el caldo (ni en el malón)
fue de todos

los soldados siguen cavando
la frontera
no saben que detrás del sudor
y las puntas rotas de las palas
los límites se plantan
con nada

dónde poner lo oscuro
lo marrón
de cada día

lo salvaje, ahí
cruzando el río seco de Alsina
donde las bestias silban
en lo humano, y una vez más
nadie sabe qué puede un cuerpo
macerado a la intemperie
nadie sabe
que lo salvaje fue la Zanja
que cuando un soldado caía
en combate contra el desierto
no distinguían la piel
del barro
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.                         * La Zanja de Alsina fue un sistema defensivo
.                         contra los pueblos originarios hecho de fosas
.                         y fortines en 1876 y 1877, en la frontera sur del
.                         territorio argentino.
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De Mundos, aún (2023)

Un vuelco, dice

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.                               ¿Qué es lo que es posible?, pregunta Stein.
.                               El deseo, dice Max Thor. Con esa cosa el deseo.
.                                                                       Marguerite Duras
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un vuelco del destino, le dicen
un vuelco, a secas, basta
para que el porvenir cruja
y sus vidrios astillados
laman nuestros ojos

será un colapso de la voz
(el aire no trepa a la garganta)
serán los músculos entumecidos
porque el miedo no deja despertar
forzando el camino de azufre
relleno de migajas de pan
(el bosque había tragado las piedritas)

será un vuelco del cuerpo
que desbarranca, estirado, fuera de sus goznes
gozando de abrir la piel
a dentelladas
será la materia y sus secuelas
los fulgores que chispean atrás del ojo
el temblor que disuelve los pies de barro
en tu ración de irrealidad

pero el vuelco se extiende afuera
(destruir, dice, suspiró Marguerite)
cada vez que hablás
cada colapso una saliva, un sentido
recién nacido
un modo de tensar la lengua
contra el paladar

abrir los labios y que el aire pase
por el umbral que separa la bestia
que duerme sus laberintos
del héroe acobardado
que los inventa
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De Mundos, aún (2023)

El topo antártico

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Cavo en la nieve
para no derretirme.
Siempre adentro, siempre abajo
los dientes taladran la piedra blanca
dejo uñas en el camino
como migas rojas de pan.

Abajo no es un espacio
es un estado.
Hay venas en el hielo
como vetas en las minas, laberintos azulados
que engaño, cavando.

Siempre huí del sol, alguien me habrá advertido
de sus lazos que aprietan
su voz infinita, sin boca, que aturde.
¿Me envidiarán las hojas secas del bosque
el cantar afónico de las aves?
¿Cuántos habrán querido helarse?
¿Cuántos habrán teñido la luz de gris
para que nada
se siga reflejando?

Por suerte, nadie busca mis uñas
y caigo en recuerdos blancos.

Pronto fundaré mi bosque
sin ramas ni cantos
apenas arañazos de viento
sobre muros atonales.
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De Mundos, aún (2023)

Período Triásico de Charly García

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.                                   a las Madres de la Plaza
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Habrá ojos que te esperen:
reptarás, te extinguirás, volverás
en las pieles de mil ancestros, bajo la sombra
de mil continentes llamados América.
Era una edad en que los nombres
no se habían despegado de los cuerpos

Qué importan las cirugías que pasaste, las infecciones
que no suturaron
si la lengua del bisturí sigue temblando en tu mano.
Importa camuflarse, jugar al invasor
en tu propio continente.

No fue un saqueo, fue una despedida:
esos pañuelos blancos que te sobrevivieron
cuidan que no te despiertes a mitad de la noche
con los futuros agujereados.

Un día, cansados de leer los obituarios
para encontrar tus nombres
hundimos la mirada en el horizonte
vimos, creímos ver –los testimonios se vuelven confusos–
un huevo verde.
Alguien lo entró a la casa
y esparció los gritos en los libros.

El dinosaurio ya no está, sólo su huevo
las manchas dispersas en la cáscara
los ojos que tanto buscaste.
La madre, vos, yo
tampoco estamos
sólo los pañuelos blancos:
esos atajos en la manada.
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De Mundos, aún (2023)

El descubrimiento de América

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.                      I
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A veces nos cansamos de esperar
y salteamos la noche
luego pedimos disculpas
por las arrugas
que saldrán en la luna.

A veces el sol se cansa de nosotros
de la poca paciencia, de los días blandos
cuando el sudor filtra los harapos.
Las olas prueban nuestra espera
que los pies resistan en la orilla
y sigamos delirando
las formas de las velas
en el horizonte.

Nuestro dios predijo que todo descubrimiento
sería demasiado tarde o demasiado pronto
según el vencido.

Una mañana, el sol surgió
de las pirámides donde moran
nuestros ancestros.
Ese día, colgamos los harapos
cocimos el maíz
y nos acurrucamos
sin miedo al olvido.

Finalmente, tres barcos llegaron del este
trajeron la noche
y no supimos dónde ocultarnos.
Habíamos vencido al desierto
a cosechas de polvo, riegos de aire
y ahora, faltan nombres
para esta lucha.
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.                      II
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tres velas y la cera chorrea
tres velas y un poco de tinta
son suficientes para un diario
¿qué vino antes?
indio o archivo
pinta, niña, tu santa runa
pinta, María, los idiomas manchados

el sol pobló la tierra
los huérfanos vendrán
para arañar el brillo
forzar las escaras de la lengua
escupir las consonantes pegadas
pinta, niña, tu santa runa
pinta, María, los idiomas manchados

fósiles los dedos
el odio
nunca cicatriza
una tormenta de cenizas
raya el sueño del cóndor
la ola que viene creciendo
desde el Puerto de Palos
inunda las murallas pampeanas
pinta, niña, tu santa runa
pinta, María, los idiomas manchados

el desierto nace
con la conquista

pinta, niña, tu santa runa
pinta, María, los idiomas manchados
que las calaveras blancas enceguezcan
frente a la piel de barro
eso que sigue gritando
después de cada saqueo
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.                      III
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ven, bestia, las velas acechan
ven al matorral donde respiran los troncos
rápido, remueve la arena de tus pies
que las cavidades donde iban tus ojos
no se entretengan con la promesa del mar

la sal siempre fue extranjera
nuestras, las escaras
ven, bestia, ocúltate
que los labios pintados de la santa niña
velarán tu cielo
no abras el viento:
todas tus estrellas se irán
con el último rayo de la luna

ven a las raíces enredadas
ven la savia venenosa
deja que las velas de Occidente
quemen el horizonte
el hilo que separa el cielo del agua
pronto cederá

ven, bestia
ven a lo continuo
a las vocales ardiendo en la garganta
de los últimos pumas
ven al grito que no engaña
donde un naufragio nos salvará
de las penas y el sudor
de remar con nuestros huesos
en naves extranjeras

ven a la memoria pastosa
ya no luches contra el río de barro
de su asfixia recogerás tus branquias

ven, ven a los labios pintados
de la santa niña
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De Mundos, aún (2023)

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