La filosofía de Walter Benjamin en la poesía de Walt Whitman
Escribe| Cristian Alejandro Stolarowa
En el presente artículo abordaremos las tesis más relevantes producidas por Walter Benjamin (1892-1940) y una selección de poemas de Walt Whitman (1818-1892) con el propósito de evidenciar el estrecho interés político e intelectual entre ambos pensadores respecto a la historia, las narrativas predominantes que la integran, sus causas y consecuencias, así como el compromiso político y social que ambos tuvieron con el acontecer de su época.
El primer poema que veremos se denomina «Sigue sin nombrarse al más bravo de los soldados». En éste, Whitman hace referencia a una situación bélica presente durante la guerra de Secesión (1861-1865), y también alude a un problema histórico-filosófico neurálgico y transversal en el acontecimiento que se desarrolla frente a sus ojos. El autor dedica gran cantidad de poemas, relatos y cartas a esta guerra, tanto por las razones conflictivas que la desatan, como por las consecuencias que afligen al país que ama y las experiencias que le toca vivir mientras esta se desarrolla.
«Me pregunto quién describirá escenas como esta, quién las pondrá por escrito. De muchos, si, del norte y del sur, de héroes no registrados, de heroísmos desconocidos, increíbles, repentinos, de las mayores desesperaciones… ¿Quién hablará? Jamás historia alguna, poema alguno, canción ninguna hablarán de estos hombres, de los más valientes… de los muertos.» (W.Whitman 1882, en Días ejemplares de América. Ed.Parsifal )
Este poema tiene estrecha relación con la sentencia benjaminiana «la historia es escritura de los vencedores y no de los vencidos». Presenta así un problema que es tratado por W. Benjamin a lo largo de su obra y que expresa la ausencia de héroes no registrados, de hombres muertos y vivos que no están ni estarán en ningún informe periodístico, registro histórico, o libro de algún anaquel en alguna biblioteca. Es decir, que no tienen presencia y ningún tipo de expresión textual que diese cuenta de su existencia en el pasado, de lo que lograron y/o pretendieron conquistar.
También se refiere a procesos y escenarios truncados violentamente que no fueron, que no sucedieron y así permanecieron, sin registro alguno. Whitman expresa esto luego de transitar asiduamente los hospitales como auxiliar y varias veces el campo de guerra como ayudante. Así llega a atestiguar muchos relatos y protagonistas que dentro del acontecimiento no son, no tienen status alguno y tampoco lo tendrán, ya que su perspectiva es cancelada como fuente de visión de la realidad.
Siguiendo esta línea de pensamiento se infiere que la historia la escriben los vencedores, no los y las vencidas. Por esta razón, como también sentencia Benjamin «todo documento de cultura lo es a su vez de barbarie» (Mate Reyes ; 2006), en tanto predomine cierta narración de los acontecimientos y procesos históricos-políticos. Pero no solo se trata de una barbarie bélica y fagocitadora políticamente, sino de una barbarie ontológica , aquella que Reyes Mate[1] alude cuando comenta El ángel de la Historia, la tesis 9 (novena) de W. Benjamin;
«Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. Representa a un ángel que parece estar a punto de alejarse de algo a lo que está clavada su mirada. Sus ojos están desencajados, la boca abierta, las alas desplegadas. El ángel de la historia tiene que parecérsele. Tiene el rostro vuelto hacia el pasado. Lo que a nosotros se presenta como una cadena de acontecimientos, él lo ve como una catástrofe única que acumula sin cesar ruinas sobre ruinas, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer los fragmentos. Pero desde el paraíso sopla un viento huracanado que se arremolina en sus alas, tan fuerte que el ángel no puede plegarlas. El huracán le empuja irresistiblemente hacia el futuro, al que da la espalda, mientras el cúmulo de ruinas crece hasta el cielo. Eso que nosotros llamamos progreso es ese huracán.»
(R. Mate, Medianoche en la Historia, 2006, Ed. Trotta Barcelona)
El ángel desearía detenerse y despertar a los muertos y las muertas para rearmar, ensamblar los fragmentos de la marcha, pero no puede por el huracán proveniente del paraíso que lo empuja «hacia adelante». Desde la perspectiva de Reyes Mate Se considera a ese viento huracanado como el «Progreso» y se piensa que la responsabilidad del historiador e historiadora es, entonces, la de recomponer tanto el desgarro moral como ontológico. El ángel tiene puesta su mirada en los escombros de la Historia, de eso que no pudo ser y se vio frustrado. En Whitman esto se hace presente con mucha claridad cuando redacta La verdadera guerra nunca figurará en los libros.
(…)Su historia íntima no solo nunca será escrita, sino que su realidad, la minuciosidad de sus hechos, de sus pasiones, nunca será ni siquiera sugerida. El verdadero soldado de 1862 a 1865, del norte y del sur, con todas sus cualidades, con su intrepidez increíble, sus costumbre, prácticas, gustos y lenguaje, su viva amistad, sus deseos, exuberancias, soberbia fuerza y primitivismo, su desinterés por las normas y otras cien luces y sombras en campos de batalla que carecen de nombre, nunca serán descritos, y tal vez ni pueden ni deben serlo (…)Todo esto forma la callada, la no escrita historia de la guerra, infinitamente más grande, como la vida misma, que los fragmentos y deformaciones que se contaron y escribieron. Piénsese cuantas cosas importantes eran, cuantos hechos cívicos y militares lo han sido ya, enterrados en la eterna oscuridad de la tumba. (W,Whitman, 1992,Dias Ejmplares de America Ed, Parsifal)
La séptima tesis de W.Benjamin, ya mencionada anteriormente, se denomina La Historia, escritura de los vencedores o por qué todo documento de cultura lo es también de Barbarie. La tesis se expresa críticamente, además, con quien empatiza el historiador o historiadora historicista, es decir, con el vencedor, aquel que subyugó o dominó al resto como resultado de un acontecimiento específico. De este modo, el que escribe es el vencedor, ya que en el documento prima un análisis que parte del punto de vista de éste, constituyendo así otra victoria, aparte de la resultante en una confrontación física. Pretendemos rescatar de este análisis que lo importante para nosotros es construir una historia que trascienda a vencidos, vencidas y vencedores, ya que de otra forma quedan determinadas y condicionadas nuestras consideraciones sobre el pasado, y así también potencia y sostiene en el tiempo una perspectiva con un sinfín de elementos ontológica y políticamente anulados (sesgados, tendenciosos,) que influyen en la vivencia del presente.
«Esto es algo inaudito porque no se puede decir que la experiencia de los aplastados por la historia haya pasado desapercibida a los ojos de quienes se han preocupado de decirnos qué es eso de la historia.» (R, Mate, 2006)
Benjamin nos propone una lectura de la historia desde la perspectiva del oprimido y la oprimida y en contra de la totalidad de esas teorías tranquilizadoras que perciben a la historia disciplinarmente y a sus distintos objetos de análisis como estáticos.
En este trabajo nos adherimos a esta idea benjaminiana, en la que debemos embarcarnos en la búsqueda a modo de trapero, indagando los «desechos» y «ruinas» de la historia en aquello que se supone bajo ningún factor cambiaría. Así es que se ve una Historia holísticamente diferente a como se viene realizando desde hace tiempo.
En carácter concluyente, nos hacemos una serie de interrogantes con la apertura tanto para contestarlas como para continuar en la investigación de vestigios, desechos y no-hechos históricos, de la revisión política de sujetos y personajes subyugados en la Historia pertenecientes a distintos grupos sociales en su espacio y tiempo, la observación atenta en sesgos étnicos, de género y clase en narraciones y descripciones historiográficas tanto actuales como pasadas y la reivindicación del pasado como elemento transformador del futuro y el presente:
¿Quién es el sujeto histórico que predomina en las investigaciones historiográficas y en los textos a los que acudimos para cono-ser procesos y/o situaciones políticas y sociales? ¿Qué se deja fuera de los textos? Es decir, ¿qué es registrado y qué no lo es? ¿Cómo está constituido ese criterio diferenciador que sugiere que personajes y acontecimientos realizados o no deban nombrarse y cuáles no? ¿Y de dónde proviene este mismo? ¿Cómo opera en la Filosofía en la Historia y que resulta de esto?
Referencia Bibliográfica:
- Whitman, W (1992) Días Ejemplares de América, Parsifal, Barcelona.
- Benjamin, W (2003) La obra de arte en la Época de su reproductibilidad técnica Ed. Itaca, México.
- Benjamin, W (1960) Tesis de Filosofia de la Historia Ed. EHK.
- Whitman, W Tomo I y II(1978) Poesía Completa, Río Nuevo, Barcelona.
- Mate, R. (2006) Medianoche en la Historia, Trotta Barcelona.
- Lacapra, D (2005) Escribir la historia, escribir el trauma, Nueva Visión, Buenos Aires.
- Mate, R (2008)La herencia del Olvido, Errata Naturae Ed. Madrid.
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[1] Doctor en Filosofia y profesor de investigacion del Consejo Superior de Investigaciones Cientificas en el Instituto de Filosofia (España) se dedica a la investigacion de la dimension politica de la razon, la historia y de la memoria, los vencidos y el papel de la filosofia Post-holocausto entre otras cosas.