Seis disparos. La poesía «De Contrabando» de Aurora Revólver
Escribe | David Marroquí Newell
Aurora Revólver nace en Huelva en 1996; si le preguntas, te dirá que con la victoria de Aznar, pero que espera que eso nunca le represente. Creció obsesionada con los poemas de animales de Gloria Fuertes, Mortadelo y Filemón y los marcianos, y tuvo como primer novio a Tintín. Joven y con una trayectoria aún por definir y mucho que aprender, esta poeta nos ha dejado un primer trabajo muy interesante y digno de leer.
En alguna ocasión ha comentado «escribo sin conciencia de hacerlo», pero sin embargo es una poeta concienciada de su alrededor, de su contexto, y lo transforma en sus textos, lo impregna de sí misma y de esa inconsciencia que es introducir tu mundo en el mundo real. Se puede apreciar en sus versos esa irrealidad basada en el hecho real y ese fundirse una misma entre los dos mundos. Su obra juega con el caos, convirtiéndolo en su cosmos; un cosmos en el que proliferan los personajes de cine que transitan entre su propia iconografía y nosotros mismos, entre las ruinas de paisajes urbanos actuales y un sueño que nunca se cumple que bien podría ser la propia vida.
Una sociedad en decadencia, el cine y la cultura pop campan por los versos de Aurora, pero también el amor; una visión del amor muy carnal y cruda a la vez que se entorna en visiones idealizadas de la amante y del momento efímero que sabe que va a terminar y que teme y se duele por ello. Un momento con un ideal de belleza y amor que intenta mantener pero que sabe que fuera de sus propias fronteras se encuentra la realidad; y la realidad es sucia y hostil fuera de ese lugar/no lugar. La amante y la poeta; el sueño y lo real. Una de las dos siempre abandona.
Su poesía tiene el amargor de una buena cerveza, pero sobre todo es irreverencia, un disparo; a veces un disparo al gusto del lector; otras veces descarga el tambor contra la idea preconcebida y a la verdad imperante; pero siempre dispara de frente, no sin ciertas dosis de humor, a nuestra sociedad, una sociedad turbia y anclada en una visión de la realidad imperante e impuesta en el modelo tradicional a pesar del empuje de los nuevos valores que intentan asentarse, reemplazar o convivir con los actuales; un disparo a la juventud, que se goza pero igualmente se disipa llevándose consigo sus sueños; un disparo a aquellos que siguen venerando el pasado deshonroso de nuestras tierras.
Sus primeros versos se publicaron en la Revista Españolado y la Antología Ver S.O.S. Participó en la Antología de Poesía Joven Onubense (Editorial Niebla). En 2016 publicó su primer poemario, De contrabando, con la Editorial Versátiles. Ha participado en numerosos recitales y festivales poéticos. Forma parte desde 2016 del Colectivo de Poesía Feminista Herederas de Salem y de la Guerrilla Audiovisual Feminista/aprendices de cineastas; Hyksos. Estudia periodismo en la Universidad de Sevilla. Colabora escribiendo en medios de cultura para ganarse el tiempo.
A continuación compartimos con ustedes una muestra de la poesía que compuso su primer y único libro hasta el momento, De contrabando. Puedes leer cada texto al desplegar la pestaña correspondiente al título.
Creo que no podemos salir de este cuarto.
Tú sigues dormida y aún no te has dado cuenta
pero yo llevo casi una hora en una esquina
fumando
mirando a través de las rendijas de las ventanas
si la vida sigue igual afuera.
El mismo banco.
La misma foto publicitaria.
La vecina de enfrente tiende su ropa interior.
Debe ser de día.
Pasan los coches.
La Iglesia vibra.
La carretera estornuda.
Los trabajadores del supermercado de al lado corren
[para no llegar tarde.
Tú te mueves en la cama,
gimes en sueños;
me sublimas como cuando lo haces despierta.
Sobresales de la cama
y yo me acuesto en tu pecho
sólo para saber qué se siente al tener los pies fríos.
Tarde o temprano tendré que romper los muros
y llegar a las tuberías
para que no muramos de sed.
Mi padre soñaba con todos los cómics del mundo
imaginando ser un héroe.
Ya los tiene;
se están llenado de polvo en los estantes.
Quería tener una banda de hard rock reivindicativo;
ahora se conforma con cantar en el coche
por encima de las canciones de U2, Radio Futura o Madonna.
Amaba a todas las chicas del mundo
y al final se casó con mi madre.
Mi padre quería ser director de cine negro.
Al salir de la ducha aún se mira al espejo,
se apunta la cabeza con una pistola imaginaria,
se dice a sí mismo que se devuelva la pasta
y que se reúna con Michael Bastrati
si no quiere ser hombre muerto
y Bastrati espera en el mismo restaurante italiano
desde hace 30 años.
Que nadie se atreva a soñar como mi padre.
…Touched for the very first time
Madonna
Siempre que pienso en ti
un corrupto himen de hierro me crece en la vagina
y sangro
no por dentro
ni por fuera
sino en el universo.
Sangro
como petardos en mayo
frente a cruces llenas de flores
y niñas vestidas de lunares.
Pisaré con mis pies ennegrecidos
las orgullosas lágrimas de sus padres
y sus cráneos binarios.
Les enseñaré por fin el verdadero tacto del pecado
si tú vuelves a atravesar las barreras.
Recuerdo el día que me encontré a Rita Hayworth en la puerta del City.
Tenía el pelo aprisionado en un recogido
pero algunos mechones se le escapaban y se esparcían por su cara.
Fumaba uno de esos cigarrillos largos
con nombre de revista de moda.
Iba a cambiarme de acera
para no tener que pasar a su lado
pero tenía los ojos vidriosos
y ya sabéis que soy muy vulnerable.
Después me di cuenta de que sólo quería que alguien
le invitara a una copa.
Entramos y bebimos en silencio.
Ella limpió el borde de su vaso
más de 50 veces antes de darle el primer trago.
Mientras, Orson Welles nos espiaba desde la ventana
con unos prismáticos para hacerse notar
arañando el cristal
empañándolo con el vaho de sus suspiros.
El silencio se rompía cuando ella comentaba lo dura que es la vida en Hollywood.
Yo a cambio le hablaba de lo aburrida que es la vida en Huelva.
Miraba el futbolín;
quería proponerle jugar
pero sabía que ella diría que no
Joder. Katherine Hepburn.
Ella sí que hubiera aceptado.
María del Mar tiende la ropa
es el día de su tercera comunión
y ya no tiene miedo.
Ha decidido formar parte de la esencia de las cosas que todos digerimos y lubricamos
sin saber por qué están ahí.
En su Primera Comunión
el cura le vomitó girasoles en el pelo
que se cerraron antes de llegar al templo
cuando las monjas descubrieron las pipas caídas en sus zapatos
dijeron que tenía alma de hombre
y que sí se arrodillaba podía librarse del pecado de no serlo.
No le funcionaron las piernas por mucho que les gritó en el silencio sacro
entre futuras enfermeras
y marineros.
Su padre le rompió las caderas para que no deshojara las oportunidades
y con los trozos de huesos esparcidos llenó los cebos de sus cañas.
La segunda
fue debajo de los bancos donde dos horas antes
las mujeres con mantilla se santiguaban el hedor de sus cadáveres.
Las piernas le funcionaron esa vez
se arrodilló
pero solo para que no le apretaran los ojos las punzantes costillas de más
El cura las descubrió estrechando las bahías.
Su madre le echó salitre y sal en la piel desgarrada.
María afila el plato
come frente a dos sillas vacías
se hunde en la única, la del puchero.
Por última vez se pone la cruz en el pecho justo después de
salir de la ducha aún mojada
para cruzar la misma puerta.
Le ha dicho que coja por la orillita a ver si se encuentran
en Sanlúcar.
Vivo al lado de donde está enterrado Queipo de Llano
y por las noches me cuesta conciliar el sueño;
20 millones de manos blancas me ahogan,
gritan mi nombre,
como si la culpa se derramase tabique a tabique
hasta llegar a mi cuarto.
Cuando somos dos
o tres en mi cama
arañamos las paredes con aún más fuerza
y por una vez ganamos la batalla,
aunque al final no nos dormimos de placer
sino de rabia.
No se puede pisar el suelo donde yace;
aún se considera sacrilegio.
Un cordón de terciopelo color ocre
divide al humano de la bestia
y sigue habiendo quien pone frenos
a la pasión
para poder contraer el tan sacro matrimonio
a escaso metro y medio de la tumba
y todos salen gloriosos y llorando de alegría
mientras uno de los padrinos echa a los tullidos
que venden romero en la puerta
para que no les estropee las fotos
y en las calles de al lado
nosotrxs nos creemos ganadores,
porque llenamos las universidades
las tiendas nos venden litros de cerveza a un euro
y ya casi nos dejan regalar poemas insalubres y besos
a quien queramos.
Sin embargo, decir camarada en una plaza pública
sigue sonando a propagar una enfermedad que te corroe la piel
y te deja ciego.
Seguimos siendo ciudadanxs de segunda clase
en este país
que a veces sigue respondiendo ante dios
pero que aún no ha aprendido a responder ante la historia.