«Poemas para Anna» de Takis Sinópoulos en cinco textos traducidos del griego
Traduce | Laura Gómez Aedo

Imagen cortesía de la Fundación Takis Sinópoulos para la Poesía Moderna Griega. Fuente.
Takis Sinópoulos (Epitalio, 1917—Pyrgos, 1981) nació en un pequeño pueblo de la Élide, en el Peloponeso occidental. Estudió Medicina en Atenas, pero ya desde muy joven mostró su interés por la literatura, publicando sus primeros poemas y relatos breves en revistas, así como traducciones de poetas franceses, como Montherlant o Valery.
Pertenece por edad a la denominada Primera Generación de Posguerra, junto con poetas como Nanos Valaoritis o Miltos Sajturis, a quien dedicó uno de sus libros más celebrados, Mi amistad con Max (1956).
En su biografía destaca su experiencia militar. Fue llamado a filas como auxiliar sanitario en 1941 y conducido al frente de Albania. Posteriormente, sirvió como sargento sanitario durante la Guerra Civil griega, hasta que se licenció definitivamente en 1949.
En 1951 publicó su primer libro, Tierra de nadie, y fijó su residencia en Atenas, donde ejerció la medicina y la compaginó con su dedicación a la poesía y la pintura. Finalmente, murió en su tierra natal, en Pyrgos, en 1981, víctima de un infarto.
Los poemas de Takis Sinópoulos que presentamos en esta traducción forman parte de la obra Poemas para Anna, y escapan precisamente a los grandes hechos biográficos del poeta y del soldado. Son testimonio de su «intrahistoria», de un breve aunque poderoso amor de verano, y se mantuvieron inéditos hasta 1999, fecha en que la depositaria de dichos textos y de aquel amor, Anna Gerali, decidió cederlos para su publicación. Cabe destacar que el último texto traducido en esta entrega («ΣΗΜΕΙΩMA» / «NOTA») fue escrito a modo de epílogo de la obra de Sinópoulos por la propia Anna, en el que clarifica el trayecto previo por el que pasaron estos poemas antes que se conocieran en Grecia.
ΠΡΟΛΟΓΟΣ / PRÓLOGO
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1) Estos poemas pertenecen a Anna,
. a Anna-pájaro.
. Surgieron de momentos difíciles así como
. de instantes milagrosos del día y la noche.
. En la noche se elevaba el alma, durante el día el sol.
. Anna-Annita es la AMADA
. y yo soy el poeta loco.
. Que nos ayuden los
. dioses, pues, en este amor que nació y cada día nace
. de una locura tal, de tal delirio, de tanta embriaguez,
. y tanto dolor.
. Agosto 1963
2) Estos poemas pertenecen a Anna del mar
. la Amada
. puede que poco a poco cambien de forma, pero la
. primera escritura, tal como surgieron los poemas,
. pertenece a Anna al igual, por supuesto, que la última.
. El loco de Agosto
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ΠΟΙΗΜΑ / POEMA
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Aquel día temblaba en tus ojos.
¿Cómo sobrellevar esa cosecha?
Los demás días se hundían, sólo ciertos instantes luminosos
saltaban del remolino
y se hundían despacio,
regresaban a la luz,
inmóviles como los cuerpos en la arena de la playa.
Tu miedo se volvía un peso implacable.
Yo también sentía miedo.
Una red de sombras envolvía los rincones del alma.
Yo me sumía en reflexiones y sabía
y no podía reflexionar, sin aliento te hallaba
mi cuerpo,
y tu cuerpo me hallaba detrás de cada puerta.
Pasos invisibles se escuchaban, huían.
Ojos invisibles miraban desde el aire.
Yo escuchaba tu dolor destilando sangre gota a gota.
Los dedos quemaban.
Quemaban los labios, mi cuerpo entero tenía sed de ti.
No sabía cómo arrebatarte a la carrera
y marcharnos, marcharnos
a qué desierto, a qué arenas,
invocando a la muerte.
Qué sed hacía erguirse el cuerpo inquieto.
Las cumbres del cuerpo incandescentes,
las horas desbocadas huían por doquier esparcidas.
El día se hundía, las palabras se fijaban lejos de la voz.
Y no podía medir cuánto tiempo escondía la noche.
No era para nosotros el tiempo.
Otros lo llamaban y lo invocaban,
mientras tu rostro y el mío se fundían
y en un solo rostro los unía la desesperanza.
Y no podía medir cuánta agua destilaba el cuerpo.
De mi sueño brotaban pájaros salvajes.
De mi sueño brotaban pájaros más negros.
Aleteaban por cada rincón de la penumbra del cuarto de la locura.
Yo estaba loco y en la ventana ilusoria,
tu alma en el aire.
Casas de la ciudad
montes enteros de silencio se desprendían, caminaban.
Los caminos del aire se agitaban.
Los listones de agua se dislocaban y el mar
arrancado de su marco,
destellos y chispas impacientes,
se hizo fuego y nos quemó
las palabras se habían consumido en los cantiles.
. 31-8-63
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ΠΟΙΗΜΑ 1 / POEMA 1
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Al principio la oscuridad te extraña, tu rostro
en el espejo es otro rostro, te peinas, encuentras
tu rostro.
Luego el día decidió por sí solo menguar,
piensas, llegará la otra oscuridad.
Pequeñas grandes palabras previas al amor,
impacientes, otras que se pierden después
en el sueño, extrañas a mi paladar.
Tocas una mano, ¿existimos? Sientes que la mano arde
y se hace pájaro.
Vinieron muchos pájaros.
Tejen una red a tu alrededor, y el pensamiento busca
en el otro rostro, a quién pertenece.
¿Quién es ese? No los distingues, como a las voces
entre los peldaños que has descendido.
Es un dolor
como la prenda que llevas, la piel por debajo es
habitación fresca y oscura,
tú respiras profundo entre cuadrados de aire.
Sensaciones punzantes huyen perlas de luz
en la sangre.
La moneda que siempre cae del otro lado.
Qué dolor era más fuerte y qué juego de
miradas. Llamaron a la puerta de súbito, y abriste,
no era nadie
ni el hoy ni el ayer, y en el mañana la luz,
los pasillos, y la noche.
El espejo muestra de nuevo tu rostro desconocido.
Pero las palabras son como pájaros, y las escuchas dudosas
en el paladar, pájaros y rostros que se pierden, regresan,
la desesperación de aguantar, pero mejor este río invisible
que te lleva a ti, oscura en tu sangre
hacia lo inefable, hacia el viaje letal.
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ΚΑΘΡΕΦΤΗΣ / ESPEJO
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La oscuridad te extraña, ajeno tu rostro
en el espejo, gritas, buscas con las uñas, encuentras
tu rostro.
Pequeñas palabras afiladas, impacientes antes del amor,
te dolía y era la primera vez, luego
las palabras restantes se perdían extrañas a tu paladar,
he ahí tu rostro.
El día menguante, llegará la otra oscuridad.
Tocas una mano, ¿existimos? La mano arde,
y la fiebre se convierte en pájaro,
muchos pájaros, alas.
Pájaros como palabras,
como una red a tu alrededor, de nuevo el espejo, pensamiento inmóvil
que tiembla, grita de deseo del rostro ajeno,
¿a quién pertenece?
Y de nuevo palabras, besos que gotean, ¿quién eres tú?
¿a quién busco? voces abajo en la escalera, dolor
bajo el vestido, luna es su mano
que te toca, la piel es una habitación fresca, oscuridad
Desesperado aliento, formas, cuadrados de aire
Otras sensaciones, como si sembraran clavos,
chinchetas en el cuerpo.
La moneda gira de pronto del otro lado.
Y qué gritos entre las miradas,
llamaron a la puerta y abriste, no era nadie,
bajaste las escaleras como un rayo. Ni hoy
ni ayer tampoco. ¿Qué dolor es más fuerte? No obstante, el mañana.
Y en el mañana los pasillos hacen girar la luz,
la noche, los focos y los coches.
De nuevo el espejo, tu rostro desconocido.
Y escuchabas palabras bajo la lengua y en tus ojos
los ojos del otro se perdían.
La voluntad de aguantar, la voluntad de huir
en el río invisible, en el aire pendía
el viaje letal.
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ΣΗΜΕΙΩMA / NOTA
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. Un poeta, un hombre en la flor de la edad, y una chica, recién salida de una
adolescencia difícil.
. Un amor «difícil» y por ello también creativo, de los que dejan huella indeleble en una
vida.
. Los poemas de este libro se escribieron todos a la vez —un río de poemas— durante
una breve separación y permanecieron desde entonces guardados en mi cajón: sólo míos.
. Justo después de la muerte del poeta, le entregué una copia de los mismos a su
querido amigo e importante estudioso de su obra Giorgos Savidis, no para que fueran
publicados, sino con la idea de que, como parte de la obra de Sinopoulos, fueran estudiados y
ocuparan su sitio.
. Se convirtió así en el único que los leyó aparte de mí.
. Después de una serie de muertes que me han marcado, siento que ha llegado el
momento de dejar estos poemas, esta vez sí para ser publicados, en las mejores manos
posibles, las de Lena y Manoli Savidis de Ediciones Hermes, pues creo que este habría sido el
deseo del poeta.
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. Anna Gerali
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