Una muestra de «Los hilos de la infamia», más otros poemas de Gerardo Rodríguez Salas

Gerardo Rodríguez Salas, frente al Centro Federico García Lorca de Granada. Foto de Juanmi García.

Gerardo Rodríguez Salas, frente al Centro Federico García Lorca de Granada. Foto de Juanmi García.

 

Gerardo Rodríguez Salas  (Granada, 1976) es un poeta y crítico literario, profesor titular de literatura en lengua inglesa en la Universidad de Granada.

Finalista del XXVII Premio Andalucía de la Crítica y del III Premio Internacional de Poesía de Fuente Vaqueros, ha publicado la colección de relatos Hijas de un sueño (Esdrújula, 2017), el texto teatral Vulanicos (Patronato Federico García Lorca y Diputación Provincial de Granada, 2021) y los poemarios Anacronía (Valparaíso, 2020) y Los hilos de la infamia (Valparaíso, 2024).

Sus poemas han aparecido en revistas nacionales e internacionales como Círculo de Poesía, Altazor, Extramuros, Esteros, Estación poesía, Revista canaria de estudios ingleses, Meanjin o Zenda. Sus textos han sido traducidos al francés, inglés, italiano, portugués y árabe.

Asimismo, ha participado en más de 15 antologías, entre otras, Granada no se calla (Esdrújula, 2018), Caballo del alba: Voces de Granada para Federico (Patronato Federico García Lorca, 2018), Katherine Mansfield Studies (Edinburgh University Press, 2020), En-Contra-Dos (Sonámbulos, 2021), Para decir amor, sencillamente: Homenaje a Rafael Guillén (Diputación de Granada, 2021), metAMORfosis (Antología de textos contra la violencia machista; Diputación Granada, 2023) o El tiempo, lo soñado y lo real: Homenaje a José Ignacio Lapido (Comares, 2023).

Los poemas de Gerardo Rodríguez Salas seleccionados pertenecen a sus libros Anacronía (2020) y Los hilos de la infamia (2024), recientemente publicado. Ambos títulos estuvieron a cargo del sello Valparaíso Ediciones.


3

.
.
.
Soy un bucle de glándulas henchidas
en mi abdomen, ovillo germinado
en mis entrañas con que tejeré
los hilos áureos de vuestras redes
ficticias, una historia sepultada
en el ciberespacio tras enlaces
hueros. Hoy os invoco desde abajo,
hipócritas lectoras. Ô vierges,
ô démons, ô monstres, ô martyres!
¡Hermanas, despertad! Jamás las musas
caísteis tan profundo ni volvisteis
a la tierra apagada por el lodo.
¿A dónde fuisteis, hijas de la ira?
.
.
.
De Los hilos de la infamia (2024)

7

.
.
.
¿Quién es la araña? ¿Quién la diosa? ¿Quién
me convirtió en espuria descendencia
por no erigir una ciudad, ni clavar
las rodillas, ni enaltecer sus nombres?
Aprendí de otras madres —Neith, Inanna—
el magno don de dar a luz sin ellos,
de bordar mis purpúreos motivos
que codician tus hilos de oro, diosa
airada. Soy Edén, quizás también pecado,
apócrifo tapiz, un huerto propio,
hebras en mis entrañas que urdirán
la apoteósica letra escarlata
que nunca entenderéis, obsceno símbolo
de vuestra raza, una historia real.
¿Quién dice que la tierra está baldía?
¿Acaso mi tapiz no está preñado
de sueños amarillos, pesadillas
que acechan con los ojos de Argos, todos
los ojos fecundados? Yo te reto,
divina dama, elude mi telar
de ribetes de hiedra y vosotras,
lectoras, devanad esta bobina
de la infamia, tejed todas conmigo.

Admiremos la tela del envés.
.
.
.
De Los hilos de la infamia (2024)

I

.
.
.
Europa, tus trebejos parten hacia la noche
danzando entre cenizas, retando a la guadaña.
Quizá eres el delirio de niñas que cruzaron
espejos o quizá fuiste peón y reina
con los pies atestados de plomo y de negrura.
¿Quién te tornó en tablero? ¿Quién robó tus colores?
¿Quién hizo un continente de tu carne ultrajada?
¿Por qué son tus casillas mayores cada vez
y tus piezas sucumben entre aduanas y lindes
bajo un pie colosal de bronce y unas fauces
y un arma que no yerra? ¿Quién odia tu tez bruna?
Hoy doblará un fervor de incienso, capirotes
multiusos que camuflan los siglos de la infamia
descalzos por las calles, persistentes mareas
que inundan el tablero pespuntado por límites
ficticios, ratoneras que urden los de siempre.
Aquí no habrá cobijo ni dios para vosotros,
ni serán bienvenidas las pieles atezadas,
ni colmará la luna las pozas de otros ojos,
ni abriremos las puertas de nuestros corazones.

Europa, tus cercados no te protegerán
de ti misma. Los hijos que no pariste nunca
se agolparán sin tregua en la fe de tu orilla,
breves tallas de sal en el televisor.
¿Dónde está mi bebé? ¡Ayudadme, he perdido
a mi bebé! Es nunca una palabra de humo
sin retorno y sin fin y Joseph cualquier nombre,
aunque ella lo repite gritando sin compás
en la balsa que vino en su busca. Los brazos
abiertos sueñan mar mientras otros no sueñan
—ni Aylan ni Galip, ya no sueñan—y yacen
de bruces o besando el suelo que no quiso
abrazarlos, no quiso acallar con arrullos
las ráfagas de ayer, las de hoy, las de siempre.
¿Acaso importa el nombre? El cuento siempre acaba
con un buitre esperando al niño mientras tú
haces la foto, tú también cierras la puerta
que algún día tendrás que golpear.

Europa, hoy cabalgas sobre la yerta orilla.
Tus preces a los dioses se han teñido de blanco
fundidas con la espuma que mulle las silentes
siluetas en la playa, exiguas como el sol
de invierno, microscópicos peones que fallaron
el lance porque nunca entendieron las reglas
de la partida, nunca soñaron un futuro.
¿Ves quizás a tus nietos en estas faces tristes?
¿Vengarás estos párpados tupidos, estas luces
truncadas? ¿Ladrarás como una perra antes
de ordenar que acuchillen al homicida, antes
de cantar al unísono con todas las mujeres
terribles désmios hymnos? ¿Buscarás en el viento
aquel olor a sangre que borró la justicia?

Innombrables Erinias, vengad hoy estos cuerpos.
.
.
.
De Los hilos de la infamia (2024)

IV

.
.
.
Guinea Ecuatorial exige test de embarazo en centros de enseñanza.
Despiden a mujer en Tokio por quedarse en estado sin permiso.
Serene Haven es desde ayer local
para jóvenes madres de la generación COVID.
En Suecia embarazada de origen africano
sale del metro por la fuerza.
Lapidan a mujer afgana por adulterio
y a otra en Nigeria y a otra en Pakistán,
violadas por sus padres, tíos, primos, abuelos
.

dame a tu hijo, eres la sirvienta
de la casa, la madre en la penumbra que mira de soslayo
dame tu miedo, eres la memoria
de la tribu, aunque mueras desangrada en clandestinidad
dame tu yugo, eres la deshonra
de esta empresa, tu jefe te repudia con el bastón del padre
dame tu rosa, eres la heroína
del cuento y te regalaré compresas y mandazis
dame tu raza, eres la adalid
del tren sin voz y sin billete
dame tu shahada y acallaré
los golpes de las piedras en tu cuerpo
el rumor de la sangre bautizando la arena que te cubre en el hoyo

Las inmigrantes sin papeles que den en adopción a sus criaturas
no serán expulsadas del país
(por el momento)
España es un erial
de difuntos que abonan la nación, huele a despojos
nuestro futuro sin pensiones
salvarán ellas nuestra patria
con mantos rojos, blancas cofias
que anochecen su tez, hembras irregulares
que gozarán de protección
(por el momento)

míranos, madres díscolas
fumamos y jugamos a curar
tapamos la vergüenza entre tabiques que jamás cederán a nuestros vientres

refregamos el piso de rodillas
repudiadas por ellos que no nos engendraron
contemplamos decenas de cunas y barrotes
paredes oceladas y blancos azulejos que nos ciegan con luz abrumadora
breves almas que crujen en el purgatorio
lejos de pujas y de escaparates

saltaremos al pozo
y nos encontrarán un día
párvulos huesos bajo tierra
sacrílegos abortos del futuro

míranos, madres díscolas
por siempre madres

estaremos a salvo
si nos cubre la arena
.
.
.
De Los hilos de la infamia (2024)

X

.
.
.
Hoy narra el tapiz de la diosa
augustas verdades con hebras de lumbre,
trenzados azares de herido clangor.

Hoy cantan milicias que fingen ser hombres,
que buscan amor en cristales de brujos,
que arengan soldados con débiles torsos.
Un beso, dos besos, tres besos,
los hombres se besan
si hallan la fosa del rey que los hizo,
si blanden acero en húmedas damas,
si evitan el golpe en la nuca
y velan arcanos obsequios
que lucen jinetes con verdes relinchos.

Hoy clama la estirpe guerrera,
adánico sueño de bobbies en wellies,
de Ziggy Stardust en su roja cabina,
de double deckers y vulgares turistas,
que son los Carontes de nuestra ciudad.

Mind the gap.
.                         El hueco.

Admiren la plaza de nuestra victoria:
al norte el Gobierno, al este las Casas,
la Ley al oeste, al sur la Abadía,
honrad a las doce deidades de nuestro británico Olimpo,
la gran descendencia de la Commonwealth,
honrad las figuras de quienes fundaron la patria,
modélicos moldes de insignes galanes
y de una mujer.

Hoy unjo mi historia,
yo muevo los hilos, las hebras de acero,
tú teje y calla.

The party is always right (right?).

Abril será cruel y radiante,
la lluvia ha llegado a este reino de exactos relojes.

Hoy darán las trece también en tu mente.
.
.
.
De Los hilos de la infamia (2024)

XVIII

.
.
.
no duele ser tu monstruo
con mirada de roca, las serpientes
sisean en la gruta que excavaste
en mi torso
no duele ser mujer, hombre, águila, quimera
mural en blanco, pinta tus secretos
en mí, dibuja tus caprichos
en mí, esboza el mapa de mi carne
sin borrar tus costuras
aquel barro que hiñeron otros
con alguna caricia transitoria
paro stop hijos que galopan stop
o vuelan hacia el triunfo
la mujer sin manzana, ¿la mujer?
mírame sin espejos, son tus ojos
de piedra, son tus ojos
el mismo vientre anárquico
que parió el mismo lodo
los mismos puntos
de sutura
no duele ser tu monstruo
ni el suyo, ¿y tú?
¿de quién?
.
.
.
De Los hilos de la infamia (2024)

4

.
.
.
Addio, mia dolcissima mater.
Cantarás algún día otra epopeya
y seré sólo un sueño al otro lado
del mar, lejos de ti, de nuestra cuna
que titila tan tenue en el profundo
pozo de la memoria y, acodada
en el brocal, arrojaré las migas
de pan a nuestros legendarios cisnes,
seré la musa que nadie inventó,
despertaré algún día del letargo
sin una sola foto en la pared,
rodeada de espíritus tan vivos
como tu imperio, eternamente joven,
sin un anillo que comprima el alma
ni lisonjeras voces de ultramar.
Seré yo quien te invente, madre, yo
quien dibuje tu rostro en este lienzo
que colgaré en el faro de la umbría
tras lanzar el sedal a las honduras.
.
.
.
De Los hilos de la infamia (2024)

Odisea

.
.
.
Estaba escrita esta odisea.
Esperaba la nave
sigilosa entre rimas
que ondeaban al viento.

Estaba escrita esta leyenda
en mármol nacarado
y lápidas bordadas
por los recuerdos.

Más allá de las nubes
y de los años,
estaba escrito el viaje
con otra pluma,
en otro cuerpo.
.
.
.
De Anacronía (2020)

Whakapapa

.
.
.
Como un volcán brotó su ombligo
de barro y un agreste
olor caló el aire de antojo.

Divisando la zanja desde arriba,
tiritó el cielo asido a las ubres de tierra
y aullaron los gemidos en la noche
engendrando deidades en el vientre de cieno.

Hay abrazos que el mito nunca borra.
Te fuiste y me aplastó
la oscuridad más absoluta.
.
.
.
De Anacronía (2020)

Real Chancillería

.
.
.
Esconde tu pared algún tatuaje,
la fruta clandestina de los duendes
que esparce entre susurros sus rubíes.
Resuenan dentro leyes y condenas
mientras duerme embriagada nuestra Historia
de tantos siglos,
de tantas luces moribundas.

Granada esconde
sus más sabrosos granos.
Presta atención a sus esquinas
pues las alhajas de Perséfone
deslumbran en silencio
como luciérnagas
que esperaran las sombras.
.
.
.
De Anacronía (2020)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *