Atravesar la barrera más bonita del mundo

Escribe | David Marroquí Newell


Atravesar La barrera más bonita del mundo Blanca Berjano reseña David Marroquí Newell aullido revista literatura poesía

Editorial: Luces de Gálibo (2021)
Autora: Blanca Berjano
Nº de páginas: 72
ISBN: 978-84-15117-71-1


Soy una loba
envilecida por todo,
luzco
bajo los peñascos,
grave, sonora, palpitante,
mi altarcillo de luces de neón

Voy a resaltar, primeramente, esta cita, que es la que ilustra, parca, la contracubierta del libro —hay que decirlo— preciosamente editado por Luces de Gálibo, porque me parece una carta de presentación inmejorable para describir a la poeta autora de este libro. A pesar de tener tan sólo dos libros publicados —éste es el segundo de ellos—, demuestra ser una poeta madura, por un lado por su formación académica, que hace del mundo de las letras su hábitat natural, por el otro por su experiencia vital y la asimilación de ésta forjando una consciencia clara que le da a sus textos la lucidez de quien escribe con una misión; y es que la vida y la experiencia, a veces, por no decir bastante a menudo, es la perfecta maestra de los y las mejores poetas.

La barrera más bonita del mundo es un libro pensado, macerado, que no ha dejado ninguno de sus crudos versos a la improvisación; crudos versos porque es lo que son, unos versos que te cuentan una realidad de la que estamos demasiado acostumbrados a apartar la mirada, una realidad que en este caso es lejana, oculta, pero que nos extraña tan poco, que apenas escandaliza saberla hasta que no te golpean con ella en la frente. En este caso, Blanca Berjano (Madrid, 1987) te la pone delante, una y otra vez, cuantas veces apartes la vista. Porque La barrera más bonita del mundo es un libro político —como todo en esta vida—, un libro político que se moja —porque existe la política del no mojarse, de la cobarde indiferencia—, pero que está lejos de ese estado panfletario del que te quiere vender un discurso simulando que te está vendiendo poesía.

olvidarme del materialismo
de que existe ahí
de que la verdad no es lo comercial
de que no tengo que salvar a nadie

El discurso de Blanca Berjano es la propia poesía que fluye de alguien que ve, conoce y se duele; es una poesía que te arrastra de principio a fin, con cambios de ritmos tan naturales como medidos, que te arrastran a veces suavemente y otras de manera torrencial, como la marea que conmueve la isla a sus cuatro costados, la isla en la que la obra se gesta como embrión o como sílaba.

Para quien no la conozca, la isla de Mayotte, también conocida como Mahoré, es una isla situada en el canal de Mozambique como parte del archipiélago de las islas Comoras, entre Mozambique y Madagascar. También, y sobre todo, es un departamento francés, un estatus que no deja de ser colonial, y por ello parte de la Unión Europea como región ultraperiférica. Como buena colonia, tiene a sus señores administradores blancos, francoparlantes en este caso, que en la lengua local se les denomina mzungu. Además, Mayotte cuenta con una de las barreras de corales más hermosas del mundo. La isla es un auténtico paraíso donde la naturaleza es salvaje e inunda cualquier rincón.

Partiendo de esta barrera de coral que da nombre a la obra, la poeta reflexiona y además denuncia la situación colonial de la isla, prácticamente abandonada por las administraciones francesas y convertida en un lugar que sirve de prejubilación para el funcionariado francés, la inmensa mayoría hombres de cincuenta años que van a ganar un dinero extra —se paga mejor en la ínsula— antes de jubilarse. La isla se convierte en un paraíso para ellos, amos de lugar.

(…) es oprobio
es verano
continuamente aquí        en la isla;
los señores muestran sus panzas,
expolian a las mujeres de esta tierra yerma
al atardecer siempre llueve y se entremezclan
los tonos violáceos de las nubes con las gotas que caen del cielo
(…)
amén, para los señores de la educación nacional francesa
amen, pasen, vean: es el mercado de la carne
de sus alumnas púberes
un caprichito para este verano eterno
este verano aciago
lo hago porque puedo

Blanca Berjano hace la crítica desde una perspectiva feminista y desde la otredad, sabiéndose parte de los mzungu y, por ende, privilegiada. La poeta es consciente de esta situación y, sin pretender robar la voz o venir desde fuera a dar voz a los mayoteses y mayotesas, pues entiende que no le corresponde, denuncia lo que se vive en la isla, un paraíso natural para muchos, una cárcel para otros, donde la hermosa barrera de coral funciona como punto y aparte con el mundo. A pesar de la belleza del lugar, es esta conciencia crítica con la que pelea y la que le deja alienarse de la situación.

Me dices que no escriba sobre la explotación sexual
(…)
me dices que escriba sobre el patriarcado
otra vez?          no         qué rollo
sentir los corales en las plantas de los pies
durante siglos,
(…)
me dices que estás apesadumbrada
otra vez,
que las olas no dejan de ser
un devenir inacabable             un mecerse palpable y caliente,
son tus labios carnosos,
tu piel morena

Así como la primera parte del poemario está dedicada a esa primera mirada a la isla, al llegar, y ese despertar de la conciencia en el paraíso de Mayotte, al descubrir la idiosincrasia del lugar, la segunda parte se centra casi en exclusiva a la mirada poética que Blanca Berjano le dedica a la explotación sexual que descubre que se lleva a cabo de manera impune a su alrededor.

en esta ciudad de vacaciones
el turismo sexual es el oficio más antiguo del mundo

La violencia sexual es un tema que la poeta toca sin miramientos, sin rodeos ni adornos innecesarios. Hace un señalamiento muy claro a los abusos de poder y las actividades donde la mercancía pudiera ser cualquiera que se precie en los escalafones más bajos de la jerarquía en la isla. Una lucha de hambre y opulencia, del colonizador y el colonizado, donde éste último, en este caso esta última, la colonizada, es un recurso más a explotar como parte del turismo.

pero esto nada tiene que ver con monsieur, monsieur
paseándose calle arriba, calle abajo,
la mirada alerta porque, claro: las alumnas
(debe ser la pausa del mediodía. debe de ser buena hora para la caza)

La rabia es parte del adn de esta obra porque vivimos, y a veces no podemos callar ante esa violencia que nos empapa, que nos baña, y como varias veces repite a lo largo de la obra: «no puedo salvar a nadie», porque una no puede llevar el peso del mundo. Y esta poeta es una poeta viva, y por ello, sangra y se duele. La poesía tiene que ser ese reflejo, la poesía tiene que pesar y revolver las entrañas y al mismo tiempo evidenciar esa dolencia de la poeta, que a su vez es la herida del mundo.

por qué me dará por escribir de los lupanares,
quizá por aquella mañana
cuando el francés ultra afeitado con after shave del caro toqueteaba los pechos de la
.                             prostituta malgache en la poza del río.
y yo: «no me quiero bañar con ese hombre»
ella se reía?
todo el mundo se reía!
como en un vodevil
como en las redes sociales
él le decía:
«sonríe para la foto, ahí, bajo la cascada»

¿Por qué escribir sobre lupanares?; ¿por qué escribir?; ¿de qué íbamos a escribir si no?

Podemos no hablar de ello?

Podemos hablar de La barrera más bonita del mundo; podemos hablar de esa barrera, una barrera que no existe a la hora de separar el infierno y el paraíso, pues como bien hace nuestra poeta citando a Pere Gimferrer, «El infierno y el paraíso están aquí», y los encuentras con tan sólo descorrer las cortinas. Pero la barrera más bonita del mundo existe, y actúa como tal, una barrera real y ficticia al mismo tiempo; una barrera metafórica que separa realidades y que muchos quieren intentar traspasar,  normalmente jugándose la vida.

en un mundo lacerado por la indiferencia de las autopistas
y los helicópteros que buscan el cuerpo
sin vida
de una migrante en la barrera de coral más bonita del mundo
(…)
mientras bebes tu cóctel del día
una comorense fue hallada ahogada
a pocos metros de esta hermosa playa de postal y cocoteros y tortugas marinas y turistas
con tubo haciendo snorkel

me pregunto qué sentiste, turista de flores grises, al conocer el destino de otra
.                             migrante ahogada en el paraíso

 

La barrera más bonita del mundo es un poemario de contrastes. Es hermoso y cruel a la vez. Blanca Berjano usa todo su arsenal lírico para removernos la conciencia, para deleitarnos con la belleza de la palabra, para describirnos un paraíso, y al mismo tiempo utiliza esa misma belleza para azotarnos las entrañas. Es un poemario que no deja indiferente, que no puede dejar indiferente; un poemario que gusta y duele a partes iguales. Tiene que hacerlo, porque ya existe una indiferencia que recorre el mundo. Tal vez el retrato de esta indiferencia sea el puño, el golpe fuerte de La barrera más bonita del mundo.

se secó la tierra y a ti no te importó:
al final mataron a las ballenas y a los atunes,
y con un golpe brusco y seco
también exterminaron a los tiburones bulldog.
porque los turistas tienen derecho a nadar holgadamente,
a mostrar histriónicos sus trajes de baño,

Poco me queda por decir sobre La barrera más bonita del mundo; pocos versos me quedan ya por citar de Blanca Berjano. En estos tiempos que corren, en todos los que han corrido hasta el momento, es importante que existan voces, que se siga inventando y reinventando la poesía social, que exista literatura que agite la voz y la conciencia y que se haga grito.

¿cómo se sacude a un gigante?

Sacudir al gigante, atravesar la barrera, derribar los muros, hacernos grito, escribir desde la rabia, desde el dolor, desde la sangre, desde la vida, porque sólo desde la vida se sangra.


Pequeño e inusual epílogo: mientras escribo esta reseña, me encuentro que durante la pandemia hubo un medio digital que se hizo eco en un reportaje sobre la más que precaria situación que vive la isla de Mayotte, abandonada por las autoridades francesas y europeas. Sirva esta reseña también como un altavoz a esta situación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *