Poemas navideños para acabar el año
Escribe | David Marroquí Newell
Tiempo ha tardado en enfriarse el aire, pero por fin lo ha hecho. Ya tenemos el árbol colocado —para los más nórdicos— y el belén montado —para los más tradicionales—. Los centros de las ciudades lucen ostentosos con las miles de bombillas de todos los colores y que juntas toman todas las formas de los objetos tradicionales del momento del año. Las plazas llevan ya tiempo adornadas con los puestos de mercado —antes de que se enfriase el aire— y los castañeros ahúman el aire como reclamo de su profesión. La ciudad bulle, hay prisas por comprar los últimos regalos, ultimar los detalles de la cena, es tiempo de encuentros, reencuentros y desencuentros, de comidas y de cenas, de ilusiones y de nuevos propósitos. Las tazas de chocolate caliente y del sonido de música que invita a detenerse unos minutos, a mirar con otros ojos lo cotidiano.
También los y las poetas miran a estas fiestas de diversas formas, con diferentes perspectivas y captan lo cotidiano pero con los ojos de la poesía. Para estas fechas se me ocurrió rebuscar en las bibliografías de diferentes autores y autoras para encontrar poemas navideños, versos que celebren o simplemente hablen sobre este momento del año en el que prácticamente la totalidad de las sociedades se transforman a su manera y celebran e interpretan a su ritmo, al calor de sus costumbres.
Para esos momentos en los que podáis encontrar algo de tranquilidad dentro de tanto ajetreo y acurrucaros en vuestra mantita o en torno a la mesa camilla, os dejo esta pequeña y breve selección de poemas navideños. Esta selección busca reunir esas distintas miradas que, a través de los siglos, han dado forma poética a esta celebración universal. Entre luces, sombras y reflejos, los poemas navideños nos acompaña en el viaje emocional de estas fechas, invitándonos a descubrir la belleza que yace en los pequeños y grandes momentos de la Navidad.
Vamos a comenzar con Juan Ramón Jiménez, uno de nuestros premios nóbeles de Literatura. En concreto podemos encontrar este poema llamado «Navidad», que está dentro de su famosa y emblemática obra Platero y yo. Juan Ramón Jiménez captura la esencia de la Navidad desde una perspectiva nostálgica e infantil. El poeta y Platero Platero dan una vuelta por el pueblo en la víspera de Navidad, observando las luces, los villancicos y la alegría de los niños. Los niños del casero representan una Navidad lejos del lujo o de la tradición urbana y encuentran alegría en la simpleza: calentarse las manos, asar bellotas y castañas, y jugar con Platero.
Navidad
¡La candela en el campo!… Es tarde de Nochebuena, y un sol opaco y débil clarea apenas en el cielo crudo, sin nubes, todo gris en vez de todo azul, con un indefinible amarillor en el horizonte de Poniente… De pronto, salta un estridente crujido de ramas verdes que empiezan a arder; luego, el humo apretado, blanco como armiño, y la llama, al fin, que limpia el humo y puebla el aire de puras lenguas momentáneas, que parecen lamerlo.
¡Oh la llama en el viento! Espíritus rosados, amarillos, malvas, azules, se pierden no sé donde, taladrando un secreto cielo bajo; ¡y dejan un olor de ascua en el frío! ¡Campo, tibio ahora, de diciembre! ¡Invierno con cariño! ¡Nochebuena de los felices!
Las jaras vecinas se derriten. El paisaje, a través del aire caliente, tiembla y se purifica como si fuese de cristal errante. Y los niños del casero, que no tienen Nacimiento, se vienen alrededor de la candela, pobres y tristes, a calentarse las manos arrecidas, y echan en las brasas bellotas y castañas, que revientan, en un tiro.
Y se alegran luego, y saltan sobre el fuego que ya la noche va enrojeciendo, y cantan:
…Camina, María,
camina José…
Yo les traigo a Platero, y se lo doy, para que jueguen con él.
De Juan Ramón Jiménez en Platero y yo
Continuamos con Gloria Fuertes, una poeta que se ha caracterizado por escribir muchos cuentos y poesías infantiles. De ella hemos encontrado también poemas navideños, versos dedicados a estas fiestas y compuestos para ser recitados a los más pequeños de la casa. De ella hemos sacado «El camello cojito». Este poema nos da muestras del estilo único de Gloria Fuertes con la ironía y el humor cercano a lo cotidiano. Vemos una representación original de la Navidad, alejada de los convencionalismos y marcada por su enfoque humano y entrañable. El poema nos muestra una narración divertida sobre el viaje de los Reyes Magos, donde Gloria Fuertes utiliza el humor para humanizar a los Reyes venidos de oriente y transformar una escena solemne en un relato lleno de pequeños contratiempos cotidianos.
El camello cojito
El camello se pinchó con un cardo del camino
y el mecánico Melchor con buen tino le dio vino.
Baltasar fue a repostar
más allá del quinto pino…
mientras intranquilo Melchor
consultaba su «Longinos»
va espeluchando su felpa
entre los troncos de olivos.
Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
-Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.
A la entrada de Belén
al camello le dio hipo.
¡Ay qué tristeza tan grande
en su belfo y en su hipo!
Se iba cayendo la mirra
a lo largo del camino,
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.
Y a las tantas ya del alba
-ya cantaban pajarillos
a la puerta de Belén
el supremo rey estaba.
Los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.
-No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero al camello, le quiero.
Le quiero, –repitió el Niño.
A pie vuelven los tres reyes
cabizbajos y afligidos,
mientras el camello echado
le hace cosquillas al Niño.
De Gloria fuertes en Chiquicuentos
Vamos a continuar con nuestra selección de poemas navideños con otra premio Nóbel, en este caso chilena, que nos trae una visión de la Navidad bastante diferente a Juan Ramón Jiménez y Gloria Fuertes. En el caso de Gabriela Mistral, su poema «Noel indio» nos transporta a una Navidad dentro del contexto de las culturas indígenas andinas, revistiendo el relato navideño con los colores, paisajes y voces de América Latina. Estamos también ante un poema que refleja tanto la sensibilidad social de Gabriela Mistral como su lado más espiritual. El poema presenta a una madre que no tiene bienes materiales que ofrecer y se resalta la pobreza al mismo tiempo que la dignidad de las figuras humildes que suelen aparecen recurrentemente en la obra de Mistral. La madre se enfrenta a su precariedad con un amor que trasciende lo material. El último verso resume el núcleo del poema: la madre se convierte en un símbolo de entrega total, incluso desde la pobreza extrema, dando lo único que tiene. Estamos ante, en mi opinión, un poema hermosísimo cargado de simbología.
Noel indio
Madre sin aguinaldo
ni grande ni menudo,
soñando a media noche,
soy mi niño desnudo.
En aire de los Andes
y en el rastrojo crudo,
mi único don voy dando
a mi niño desnudo.
No hay viento de la Puna
que silbe tan agudo,
como silba llamándote
el tu niño desnudo.
Mi dios ve toda carne,
y a mi señor ayudo
dándole en noche santa
a mi niño desnudo.
De Gabriela Mistral en Ternura
Para concluir, que ya los entrantes se han acabado y está a punto el asado, tenemos una buena reflexión en el poema «Nochebuena», de César Vallejo que nos ofrece una visión profundamente subjetiva de la Navidad, alejándose de las imágenes tradicionales de festejo colectivo para explorar una experiencia íntima y espiritual. Vallejo utiliza la festividad de la Nochebuena como un marco para explorar temas de soledad, tristeza y anhelo. Las sensaciones que transmite el poema son las de un individuo melancólico que, en medio de la celebración navideña, se siente apartado. César Vallejo utiliza la Nochebuena, que tradicionalmente es una noche de alegría y reunión familiar, en una ocasión para reflexionar sobre la ausencia y la pérdida. Los elementos tradicionales de la fiesta aparecen entre sus versos pero están cargados de simbolismo. Además, el poema transfigura el espacio físico en un ámbito espiritual donde la naturaleza y lo humano se mezclan en uno solo.
Nochebuena
Al callar la orquesta, pasean veladas
sombras femeninas bajo los ramajes,
por cuya hojarasca se filtran heladas
quimeras de luna, pálidos celajes.
Hay labios que lloran arias olvidadas,
grandes lirios fingen los ebúmeos trajes.
Charlas y sonrisas en locas bandadas
perfuman de seda los rudos boscajes.
Espero que ría la luz de tu vuelta;
y en la epifanía de tu forma esbelta
cantará la fiesta en oro mayor.
Balarán mis versos en tu predio entonces,
canturreando en todos sus místicos bronces
que ha nacido el niño-jesús de tu amor.
De César Vallejo en Los heraldos negros
Ya está el plato principal en la mesa, el vino y el cava, el marisco; ya está el delicioso Wellington de setas, los canelones de espinacas y tofu y el asado de coliflor entera si eres vegano o vegetariana. Tienes a la familia, la que toca o la elegida en la mesa, con sus más y sus menos y su cuñado de turno. Espero que esta selección de poemas navideños os haya sacado algo, una sonrisa o una mueca, una exclamación a lo sumo, pero espero que la hayáis disfrutado y que paséis unas muy buenas fiestas rodeadas y rodeados de quienes os quiere y os quiere bien. Ya os dejo cenar con tranquilidad. Masticad, comed despacio y, sobre todo, Felices fiestas.