Medidos desvaríos de un joven poeta
Escribe | David Marroquí Newell
Editorial: Opera Prima
Autor: Etienne Demerson Ramos
Nº de páginas: 74
ISBN: 978-84-9946-778-8
En lo alto del barranco se cernía
aquel joven extraño y errabundo,
gritándole a los cielos lo que el mundo
a él, ingenuo niño, le dolía.*
Lo primero que sorprende sobre Etienne Demerson Ramos (Madrid, 2003) es su juventud. Es un niño, como aquel que dice; es poeta, pero también niño. A punto de cumplir la mayoría de edad, si no la ha cumplido en estos últimos meses, Etienne Ramos ha escrito un libro de poemas que recoge sus experiencias y su visión del mundo antes de convertirse en adulto a los ojos de la sociedad. Para la propia poesía, tal vez se convirtiera en adulto cuando escribiera su primer buen poema. En este caso, Medidos desvaríos, su obra, es una colección de poemas ordenados por forma y cronología, cuya primera sección son poemas escritos entre 2015 y 2017. Hablamos de que este libro contiene poemas escritos cuando su autor tenía tan sólo 12 ó 13 años. Un niño.
Podrá ser emotivo tu mensaje,
ella podrá amargarme todo el día,
podrá hacer de lágrimas una ría;
pero, en este éxodo, es mi bagaje.Y no permitiré ningún ultraje
porque ella es mi alma, mi hermana y mi guía,
llamada por algunos Poesía,
para mi inocencia desnuda, un traje.
Los poemas de Etienne Demerson Ramos son singulares. Podría decir más cosas de ellos —y por supuesto lo haré—, pero lo primero que puedo destacar de ellos es justamente eso: su singularidad. Lo que antaño sería lo normal, y ya no hablo siquiera de siglos pasados, sino de varias décadas atrás, a día de hoy se convierte en algo poco común. Cuando llegaron a mis manos algunos de sus poemas hará unos meses, me invadió el interés de leer su libro, Medidos desvaríos, por lo que me puse en contacto con la editorial madrileña Opera Prima, una firma que se ve que debe su nombre por su interés en lanzar autores noveles y que, dicho sea de paso, si esta obra es representativo de su catálogo, tienen un trabajo muy pulido. Opera Prima no tuvo ningún inconveniente en mandarme un ejemplar a Sevilla y me puse manos a la obra con el trabajo de este joven poeta.
La singularidad de la que hablo en la poesía de Etienne Ramos es su clasicismo. Medidos desvaríos bebe de nuestra literatura clásica, de nuestras raíces literarias, aquellas que a veces y cada vez más a menudo vamos olvidando en nuestra modernidad, y a la que pocas veces recurrimos si no es para algún trabajo de clase o impresionar a algún amigo que pillemos despistado. Y es que Etienne Ramos empezó su formación literaria, curiosamente, con el rap, en paralelo al placer de ir descubriendo la literatura clásica hispánica gracias a su hermano. No se me ocurre un mejor comienzo para un joven poeta, y ni que decir tiene que Medidos desvaríos es un muy buen primer libro para comenzar a publicar.
No menos devoto por ser mozuelo,
me alejé de todo lo material,
mis bienes cedí, pues eran el Mal,
y mis mejores dotes serví al Cielo.
Lo primero que se nos viene a la mente con esta obra son dos cosas enfrentadas entre sí: la medida y el desvarío. Un desvarío, casi por definición, conlleva un desorden, una alteración mental, cosas disparatadas o sin sentido. La medida es control, seguridad, es prudencia, que una cosa no se te vaya de las manos. Un desvarío medido es casi como decir «poesía». La poesía es, en cierta medida, desvaríos, alteraciones de la mente y del lenguaje, «poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse», como diría Lorca, pero en este caso el poeta lo tiene todo bajo control, todo medido. Es una de las primeras cosas que me llamaron la atención al leer los primeros poemas de Etienne. Soy un fanático de la métrica, lo reconozco, y solamente empezar a leer la detecto, como tiburón a la sangre y también exagero.
Aunque, como ya he mencionado, la forma es lo que más llama la atención de Medidos desvaríos y es en lo que más voy a centrar el texto, también porque el propio Etienne Ramos la ha usado a modo de articulación —hay una sección de poemas llamada «chupitos de poesía», que son quintetos, cuartetos y tercetos y otra que es exclusivamente de sonetos, donde el poeta demuestra conocer su estructura a la perfección, e incluso juega con ella, utilizando sus formas no canónicas—el contenido es también interesante y variado. La obra es un libro que articula las emociones, sensaciones y reflexiones de un poeta adolescente, siendo el amor un tema recurrente, como también lo es la muerte, el devenir de la vida y algunos trazos de preocupaciones sociales, como se puede apreciar en el siguiente fragmento:
La publicidad nos ha convencido,
nuestra vida es por y para el mercado:
financiar y ser el medio empleado
para explotar y ser destruido.
Un ser inauténtico enajenado
que sólo quiere vivir, distraído
Dentro de los «chupitos de poesía» es el tema del amor el que predomina. Este tema es expuesto se manera sencilla, en pequeñas dosis, parece que como llegaron al poeta, en pequeñas notas escritas en papel para que no se pierdan, en el autobús o en algún momento de lucidez estando en la clase de alguna aburrida materia —seguramente alguna se perdería por el camino antes de llegar a su destino final— y juntas componen esta pequeña sección de apenas cinco carillas con veinte poemas en total.
Yo la quise y la mordí,
hoy no me acuerdo de nada
pero de que lo hice, sí.
……………………………..
Prefiero amar sin amor,
dejar espacio al misterio,
no tomarme nada en serio,
vivir sin drama ni ardor
esperando al cementerio.
……………………………..
Me dijo: «Ten cuidado poeta
que a vos se os sube más el amor
que la bragueta».
Recientemente, en redes sociales, una conocida colega, poeta también, a la que estimo y con la que he intercambiado impresiones alguna vez, publicó una encuesta en su Instagram sobre qué opinión nos merecía la rima en la poesía, siendo la suya de que era algo un tanto desfasado y cursi —cursi entendido como algo que ya no suena bien, que es empalagoso y que infantiliza, de alguna manera, la poesía, quitándole seriedad—. No estaba en absoluto de acuerdo con ella, e iba a discrepar en ese momento, teniendo la poesía de Etienne Ramos en la cabeza o a otros autores, pero finalmente no lo hice.
Pues no rindo pleitesía
ni a la espada ni al escudo,
sólo escribo poesía
por antiguo y testarudo.
Creo que tampoco es ahora el lugar de hacerlo, porque este texto va dedicado a Etienne Ramos y sus Medidos desvaríos, pero sí comentar la cuestión solamente en torno a él; y es que, sin entrar en ese debate, sí decir que conocer las figuras literarias, cómo hacer la construcción del ritmo, la métrica, la rima, es algo que me parece imprescindible en la formación de un o una poeta, sin importar si las use o no. En mi humilde opinión, la cuestión no es si la rima, a día de hoy, a nuestros ojos en la posmodernidad, afea un poema, lo debilita o lo despoja de toda seriedad, sino que está en el buen uso del lenguaje. Yo he rechazado lecturas precisamente por las rimas; pero, por ejemplo, en el caso de Etienne, fue todo lo contrario y acepté Medidos desvaríos por las rimas. Es posible que debamos preguntarnos por qué nos queda más cursi a nosotros que a Góngora, Borges o a Lorca.
Brota bruto el agua del manantial,
apagando llamas, sirviendo al ciego
sol de espejo. Mientras, un viento austral
esparce en la era semilla y sosiego.
Todos son equilibrio natural:
agua y luz, la tierra, el aire y el fuego.
Mas la función de los seres humanos
debiera ser pasto, se pasto de gusanos.
Personalmente, creo que Etienne Ramos, dada su formación —que es mucha para su edad, pero poca debido a lo mismo, y al que animo a seguir explorando y, sobre todo leyendo—, dadas también sus inquietudes, ha asimilado, tal vez de forma más o menos involuntaria, eso no tiene importancia, las formas poéticas desde la raíz, desde los clásicos, y el uso de la métrica y de la rima lo tiene tan incorporado en él, que sale de forma natural y forma parte orgánica del poema. Creo que la parte dura del trabajo la tiene ya hecha —y en esto, creo que el rap también tiene mucho que decir— y, una vez que el poeta domina la técnica, está preparado para explorar otras formas, otros ritmos, prescindir o no de la rima, etc. Estoy seguro que seguirá avanzando, aprendiendo y escribiendo, y que con sus versos irá nuestro ánimo, pues es un poeta de los que escribe por necesidad, de los que, si no escribe, estaría muerto en vida.
Por ella he dado, doy y daré mi vida.
Me salvó de este mundo gris y duro,
me dio cobijo, consuelo y futuro,
bebí de su seno hasta atar mi herida.Juro que no la dejaré a su suerte:
vino conmigo, y se irá a mi muerte.*
* El poema que abre este texto es el mismo que lo cierra.