«Creo que nunca voy a escribir un texto que no vaya a recitar en público»

Escribe | Roberto Bayot Cevallos


Charlotte Van den Broeck poeta

Charlotte Van den Broeck. Fotografía de Pablo Cepeda.

Para Charlotte Van den Broeck (Turnhout, 1991) el azar y la determinación en su escritura jugaron un rol trascendental al momento de dar a conocer su trabajo. Un buen día, un amigo envió a una editorial un puñado de poemas que ella había publicado en su blog personal y leía con frecuencia en recitales poéticos. La solicitud recibió la mejor respuesta que una autora inédita puede obtener: publicarían su primer libro.

A partir de ese momento, la poeta flamenca comenzó una lucha contra el reloj ―la misma que recorre cualquier joven que quiere dedicarse a la literatura― que la mantuvo encerrada durante semanas, escarbando vertiginosamente en su memoria e imaginación, con la sensación de fugacidad y obstinación que atrapa a los veinteañeros. Todo para darle coherencia y volumen a los que apenas eran unos pocos textos, y luego, en efecto, terminarían metamorfoseando, casualmente en un libro llamado Camaleón (2015). Con este título obtuvo el Premio al debut literario Herman de Coninck.

En aquella época, se incrementaron las lecturas públicas, donde empezó a combinar elementos acústicos, vocales e histriónicos en un tipo de performance conocida como spoken word, al punto que su poesía y la serenidad enfática de su voz alcanzaron la resonancia suficiente como para ser invitada a la apertura de la Feria del libro de Frankfurt 2016, en la que Holanda y Flandes fueron los invitados, representados por el escritor neerlandés Arnon Grunberg y ella.  Ambos, pocos meses después, empezaron una especie de columna a cuatro manos en el diario De Standaard, una comunicación epistolar que hace dialogar a las dos regiones a través de la neerlandofonía en común.

Van den Broeck visitó hace pocos días Madrid para dar a conocer la primera traducción integra de Camaleón a otro idioma, en este caso al castellano, a cargo de Ronald Brouwer y editada por De Conatus. Pocas horas antes de la presentación, el pasado 21 de abril en La noche de los libros, mantuvimos una entrevista con la autora a través de videollamada, acerca de las temáticas que aborda su primer libro, su relación con la literatura en su lengua materna (todavía poco traducida para el lector hispanohablante), su visión estética y vital de la escritura y su perfeccionamiento en el escenario, la cual transcribimos a continuación.

¿En qué momento de tu vida intuiste que había una vocación literaria?
Encontré esa vocación literaria bastante tarde en mí vida. No era mi sueño de la infancia ser poeta. Siempre había leído mucho pero mis padres tampoco lo estimularon demasiado y mi familia no es una familia muy literaria. Siempre digo que en mi casa habían tres libros: un libro de cocina, un libro de jardinería y mi colección de poemas. Ahora que he publicado dos pues son cuatro libros en total. Cuando tenía 18 años me sentía todavía muy inocente y no sabía qué estudiar en la universidad. Me gustaban los idiomas, me gustaba mucho leer, así que decidí estudiar lenguas. En aquella época estaba viendo una telenovela que se llamaba Sturm der liebe (La tormenta del amor), era una telenovela malísima, muy melodramática, muy kitsch, pero me animó a estudiar alemán.

Además, pensaba en aquella época que todos los grandes escritores, al menos los escritores románticos eran alemanes. En mis años universitarios leí muchísimo: dos libros a la semana. Y eso supuso mi emancipación literaria, me dio una forma de pensar más independiente y me transformó. En esa época leí al poeta germano-rumano Paul Celan, que tiene un poema llamado «Todesfuge» (Fuga de muerte) sobre el Holocausto. El tema me parecía muy lejano pero el poema me resultó muy conmovedor. Repite todo el rato las mismas frases y tuvo un impacto enorme sobre mí. Fue un impacto muy hermoso y muy violento a la vez, y en ese momento decidí que yo también quería hacer eso y que también quería ser poeta.

Entonces, la mayor influencia que tuviste en esa etapa de formación fue Paul Celan. ¿Qué otras influencias tuviste en esa época? ¿Qué otra lecturas fundamentales tuviste en esa etapa de formación?
Estudié en la Universidad literatura alemana e inglesa, por lo que leí muchos libros del canon que han tenido una gran influencia sobre mí. A nivel estilístico me han influido mucho los escritores alemanes. Por ejemplo Thomas Mann que escribe frases de 60 palabras, separando las proposiciones con comas y así le sale una palabra. Esa forma de fluir las frases tuvo una gran influencia sobre mí. También está Ingebord Bachmann, una escritora feminista de los años setenta, que me impactó mucho porque su lenguaje es vitalista y violento al mismo tiempo. Sólo escribió una novela en su vida Malina, que fue el tema de mi tesis en la carrera. Además, en aquella época estaba muy interesada en la teoría feminista y en esa misma época escribí mi colección paralela.

Por supuesto, también han tenido gran influencia sobre mí escritores de lengua holandesa, por ejemplo el novelista expresionista de la posguerra Ivo Michiels, él tiene una novela llamada Het Boek alfa (Alfa) que es una sola frase muy larga, que ocupa todo el texto, tiene un ritmo, una melodía y el potencial del agua que sale de una represa. Por lo tanto, vuelve a aparecer ese binomio entre la violencia y la armonía que es una tensión que me interesa mucho explorar en la poesía, porque creo que es el momento en el que el poder de la lengua resulta más aparente. Y también está el escritor Peter Verhelst que también tuvo una gran influencia sobre mí, y que, además, fue estudiante de Ivo Michiels, así que al final todos están conectados.

Camaleón de Charlote Van den Broeck

Reciente edición española de Camaleón (2018) de Charlote Van den Broeck, publicada por el sello De Conatus. Fuente.

En tu libro Camaleón la primera parte está compuesta por un recorrido por diversos lugares remotos, algunos viajes reales y otros que parecen creados por la imaginación del Yo poético un poco curioso, travieso, (Bucarest, Sisjön, Örebro, Växjö, Hvannadalshnúkur) y que a la vez es un recorrido por las polaroids de la infancia, algunas imágenes que a veces olvidamos de adultos. ¿En qué consiste este viaje de la primera parte del libro?
Antes de entrar a discutir la primera parte me gustaría decir algo desde el punto de vista poético. Nunca había oído la referencia a las polaroids pero sí que entiendo la presencia de lo pictórico en el libro. Lo que no quiero hacer es explicar el libro porque no quiero forzar ningún tipo de significado sobre la lectura o la forma de entender o de tener una experiencia de mí libro de nadie.

Todas las partes del libro se conectan porque son sobre la búsqueda de la identidad en el yo y en relación con el otro. En la primera parte, hablo de cuando empecé a tener conciencia de mi cuerpo, es un momento en el que tienes vergüenza pero a la vez sientes mucha curiosidad y descubres que no sólo reconoces tú tu cuerpo sino que los demás también lo reconocen. También es el momento en el que descubres que tu cuerpo puede ser una herramienta, todavía no lo puedes controlar pero empiezas a darte cuenta de que tienes cierto poder. Es una herramienta que te permite tener una experiencia de placer pero también darle placer a otra persona, es como un despertar sexual pero desde un punto de vista más inocente. Luego la conexión entre todos los lugares por los que me preguntas es el agua y mi percepción personal de la naturaleza escandinava, siempre la relaciono con los pintores naíf porque siempre su representación de la naturaleza es un lago, un árbol, un arbusto, es una representación muy sencilla pero a la vez muy hermosa. Además, en los cuadros de los pintores naíf muchas veces hay una figura de una niña o de un animalito, y esa es mi forma de conectarme con ellos.

También exploro esos tópicos sobre el que la mujer está mucho más cerca de la naturaleza que el hombre y la conexión de la mujer con la fluidez del agua. Por lo tanto, todas estas ideas son mi forma de conectarlas con ese descubrimiento de la sexualidad y a la vez enfrentarme al molde en el que normalmente se desarrolla la sexualidad femenina. Además creo que mis poemas flotan entre la inocencia infantil y a la vez el potencial de los niños para manipular.

En tus poemas hay una metamorfosis constante a través de las distintas transiciones de una niña a púber, de púber a adolescente, de adolescente a mujer. En el poema titulado «Camaleón» escribes lo siguiente: «Probablemente acabemos por perder toda sustancia/ aquello que en las cosas cambiantes es permanente/ pero todo cambia y nada/ sigue igual a sí mismo, también nosotros/ nos volvemos distintos, más lentos/ nos salen escamas en las paletillas». ¿Cómo fue el proceso de escritura del libro Camaleón?
El proceso de escritura de Camaleón fue muy intuitivo en comparación a cómo escribo ahora. Esta es la historia: en aquella época (previo a la edición de Camaleón en Bélgica y Holanda) estaba haciendo muchas lecturas en cafeterías y en distintos escenarios porque para mí la poesía no sólo está sobre la página sino que también se representa. Tenía un blog con mis poemas y un amigo se lo envió a la que hoy es mi editorial, les gustó mucho y me dijeron: «¿Quieres escribir un libro? Seguro que tienes un montón de material en casa y que puedes encontrar algo que conecte todo ese material para crear un libro». Y yo les dije: «Sí, sí, claro que puedo. Me voy a casa enseguida». Pero en realidad no tenía nada, sólo tenía diez poemas. Sin embargo, yo era muy joven e inocente, sólo tenía 21 años y pensaba que era una ocasión única en la vida, que no me iba a volver a pasar. Por supuesto era una estupidez pero bueno, me fui a casa y me puse a escribir de forma frenética, así que el resultado, como tenía muy poca experiencia, fue una poesía más intuitiva. Hoy en día miro los poemas de Camaleón y veo que no son perfectos técnicamente pero que eran más libres y eclécticos, como un camaleón porque el camaleón va cambiando de color, va cambiando de forma y van cambiando sus cualidades.

En cuanto al poema «Camaleón», concretamente, sí que recuerdo cómo lo escribí. Me gusta mucho David Attenborough, el productor de documentales, y estaba viendo un documental suyo, creo que en las Islas Galápagos (Ecuador). Estaba siguiendo a una hembra de camaleón durante mucho tiempo y ya había pasado la época en que los camaleones se reproducen y ella no se había reproducido. Las hembras de camaleón se vuelven rojas cuando están excitadas y David Attenborough iba siguiendo a esta camaleona y ella no se ponía roja, por lo que parecía que iba a morir sin descendencia, que es el objetivo último en la vida de todos los animales. Y en un momento, siguiendo a esta hembra de camaleón la cámara giró a la derecha y apareció un camaleón macho, precioso y maravilloso, con escamas como un mosaico de colores, y la hembra de camaleón al instante se volvió de color púrpura, de ahí salió el tema en concreto de este poema. Es una referencia a todos los momentos en los que sentimos que estamos bloqueados, que nada está cambiando, que no avanzamos. Cuando en realidad todo puede cambiar en un solo encuentro con otra persona. Por eso el poema «Camaleón» es sobre ese momento de impaciencia antes de hacer el amor, pero que también es un momento de vacío y la transformación de los personajes de «Camaleón» en camaleones sucede al final del poema cuando se dice que «nos salen escamas en las paletillas».

Kameleon de Charlotte Van den Broeck

Kameleon (2015), en su primera edición neerlandesa. Fuente. 

O sea, ¿el libro surge casi por accidente pero también por una necesidad expresiva, ante la coyuntura de poder vertebrar en un libro todo el material que tenías recopilado?
Sí, la verdad es que decir que surgió por accidente es una forma de definirlo, pero también el hecho de tener la oportunidad de que me publicasen el libro simplemente aceleró algo que posiblemente hubiera pasado igual. Antes sólo escribía poemas porque sí y pensaba que a lo mejor algún día, en 10 años más, publicaría un libro pero surgió la posibilidad y entonces me puse a trabajar más rápido. También creo que surgió un poco a la fuerza, porque me hizo decidir de una forma mucho más tajante que iba a ser poeta. Tomé la decisión de que a eso iba a dedicar mi vida. Y fue una decisión complicada, por ejemplo, desde el punto de vista económico elegir ser escritor da bastante inseguridad y es una forma poco segura de empezar tu vida adulta.

Escribes en flamenco. Al ser una lengua de alguna forma minoritaria, con pocos hablantes, ¿cuál es tu relación con la lengua en que escribes?
Si le haces esta pregunta a cualquier poeta sobre su relación con su lengua materna creo que siempre te van a dar la misma respuesta: que es su materia prima. Si eres carpintero trabajas con madera y yo trabajo con la lengua flamenca. Por una parte tiene que ver con el conocimiento, cuando eres hablante nativo de una lengua conoces cómo funciona la gramática, el vocabulario, pero también conocer algo un poco más abstracto: ¿cómo puedes jugar con ella? Eres el maestro de esa lengua y puedes crear a partir de ella. La lengua materna es el punto a partir del cual puedes construir la poesía y es más difícil llegar a ese punto de partida si vas desde otra lengua, así que no tengo más remedio: tengo que seguir con el flamenco.

Charlotte Van den Broeck

Firma de ejemplares de Camaleón en Madrid durante La noche de los libros. Cortesía.

¿Existe alguna tradición poética en flamenco, dentro de la forma o el fondo de tus poemas que hayas adoptado?
En la literatura en lengua flamenca o neerlandesa la última generación que existió fue la de los escritores de los años cincuenta y después de esa generación como que desapareció la idea de una tradición literaria holandesa. Evidentemente he leído a estos escritores y conozco la historia de la literatura en lengua holandesa, pero yo me siento como una escritora contemporánea flamenca porque en este momento el paisaje está cambiando mucho en el mundo de la literatura y se trata de establecer un compromiso y relaciones con el mundo exterior. La primera generación de poetas escribía sobre el hogar, el jardín, la cocina y esos temas están totalmente muertos. Me siento parte de una nueva tradición, pero el problema de ser parte de una nueva tradición es que no puedes definir algo que todavía está sucediendo. Creo que se podrá definir a lo mejor dentro de 40 años, los estudiosos crearán una definición pero yo no lo puedo hacer ahora mismo.

Hay unos versos que me gustaron mucho, los que están presentes en el poema «Personas que ven documentales de naturaleza para entenderse mejor a sí mismas». Los versos son los siguientes: «Hablar es solo el color de camuflaje del olvido/ no convirtamos esto jamás en lenguaje». ¿Qué me puedes decir acerca de ellos?
Esos versos tratan de la lucha eterna. Escribiendo poesía me he dado cuenta que el hecho de escribir poesía te hace sentir poderosa porque en cierto sentido puedes intensificar en tus recuerdos cosas que te han sucedido, tus fantasías, cosas que quieres que pasen y puedes hacer que sean tan intensos que hasta parece que palpitan dentro del lenguaje. Sin embargo, al mismo tiempo, esa megalomanía es impotente, no tiene ninguna clase de poder. Escribiendo poesía me he dado cuenta de que la poesía existe porque hay cosas que no podemos decir. Tal vez sea un poco atrevido decir esto pero creo que todos los poemas son sobre el amor, la vida y la muerte, porque todos los poemas intentan decir algo sobre estos temas, siempre fracasan en ese intento. Y el fracaso lleva a un nuevo intento de decir algo al respecto, a un nuevo poema. Entonces, los versos «no convirtamos esto jamás en lenguaje» son un intento de escapar de esa impotencia, de esa incapacidad de decir algo sobre esos temas porque creo que, tal vez, si dejamos de intentar decir algo esas cosas puedan existir por sí mismas y las podamos sentir sin necesidad de hablar sobre ellas. Y creo que es un momento precioso de relación entre el «Yo lírico» y el «Tú lírico».

En el libro existen muchas escenas o imágenes que retratan la intimidad de las parejas, sus vínculos más íntimos y sus momentos de silencio. En algún momento escribiste que tanto el hombre como la mujer terminarán vistiendo igual. ¿Cómo visualizas en el futuro las relaciones de igualdad de género entre el hombre y la mujer?
Tengo esperanzas y a la vez no. Me parece que el debate de género se está volviendo más y más complejo, según se unen más personas a esta conversación. En estos momentos hay una poeta holandesa negra muy buena, Radna Fabias, que nació en las Antillas pero vive en Holanda, así que tiene esa identidad dual y su trabajo es muy importante. Por lo tanto, creo que se está avanzando porque antes esa voz o no habría existido o nadie la hubiera tomado en serio.

En cuanto a lo de vestir igual que sale en un poema, vivo en Amberes que es ciudad muy moderna, una ciudad de la moda y creo que soy muy privilegiada porque vivo en una parte del mundo donde hay una gran libertad de expresión. Por lo tanto, el debate siempre está presente pero no siempre avanza, no siempre va hacia adelante. Es una repetición de los mismos puntos una y otra vez. Si quisiera imaginar un futuro ideal, me gustaría que no hubiera necesidad de hablar de este tema. Creo que señalar un tema es el primer paso para hacerlo visible pero hay que ir más allá de la conversación, hay que ir hacia la aceptación, ese sería mi ideal.

Por otra parte, en otros lugares del mundo el feminismo y las cuestiones de género son una lucha totalmente distinta a la que hay aquí (en Europa) y hace falta un debate a su vez totalmente diferente y muy importante.

Nachtroer de Charlotte Van den Broeck

Nachtroer (2017) fue la segunda publicación de la poeta en su lengua materna. Fuente. 

Tus poemas tienen un alto contenido narrativo, algunos bien podrían tratarse de microcuentos o cuentos cortos. ¿Qué buscas al escribir un poema?
Lo que busco al escribir un poema es una especie de tensión entre los narrativo y lo lírico, esa lírica tan rica en imágenes. Y creo que cuando leo un poema busco más o menos lo mismo, una mezcla entre lo complejo y lo sencillo, de forma que al leer un poema te encuentres con una primera capa y si esa esa primera capa te conmueve puedes buscar otras capas bajo ella. En mi trabajo posterior a Camaleón continúo con esa búsqueda de la tensión entre la narrativa y la lírica. Cuando estoy en escena y hago mis lecturas de poemas me parece que lo lírico y las imágenes son muy estéticas, pero hace falta un contenido anecdótico que te permita tomar aliento cuando estás escuchando la poesía. Me gusta mucho actuar y, de hecho, creo que no tengo lectores sino que tengo espectadores por lo que decíamos que es una lengua muy minoritaria, por lo que quiero que mi poesía sea táctil y creo que de una forma intuitiva, basándome en mi experiencia sobre el escenario eso es algo a lo que he llegado.

Dentro del proceso de escritura, ¿cuándo tienes la intuición de que el texto está terminado o te ha pasado que existen poemas que te gustaría reescribir en el futuro?
La verdad es que diría que todos los poemas que he escrito en mi vida los quiero volver a escribir… ¡Ya! Desde un punto de vista más teórico creo que los poemas nunca están terminados del todo. Te cansas o te quedas sin palabras o dices «sigo mañana con otra página en blanco».
Me he dado cuenta que en nuestra conversación estoy hablando mucho de la intuición, pero en cuanto más trabajas menos intuición tienes porque tienes un mayor control sobre tu trabajo. Ahora, miro esta cuestión desde el punto de vista de la dramaturgia, veo como que hay un punto en el que ya debo relajar la tensión que se está creando en el poema. Antes me guiaba más por las sensaciones o la intuición. Cuando estoy escribiendo repito cada frase y al escucharla de cada frase sale la siguiente frase, por lo que siempre estoy hablando conmigo misma y hay momentos en los que me imagino una manada de animales, por ejemplo de caballos que galopan y con el galope le dan fuerza al lenguaje y es cuando están cansados que ya tengo que dar por terminado el poema.

Charlotte Van den Broeck

El escritor Carlos Pardo presentó la poesía de la autora flamenca en Madrid. Cortesía.

He visto varios de tus vídeos en youtube. En tus lecturas de poesía haces algo que ya no es tan común en España y Latinoamérica: memorizas tus versos para recitarlos, con lo que logras crear una atmósfera de serenidad pero al mismo tiempo tienes un gran dominio escénico. ¿Cuándo y cómo empezaste a recitarlos de esa forma?
En parte es como una memoria de los músculos. Los poemas no los he estudiado nunca para aprendérmelos sino que de tanto repetirlos ya están dentro de mí, como cuando escuchas una canción que te sabes y puedes cantarla. Además esto se liga con la tradición de la poesía que en su origen era oral. Sin embargo, también entra el aspecto de la inseguridad, cuando empecé a recitar me parecía que recitar un poema en el escenario era una cosa muy anticuada, como polvorienta, y si aparecía en el escenario con una hoja de papel con mi poema me sentía como si le estuviera leyendo una tarjeta de navidad a mis abuelos. No me gustaba nada esa sensación y me parecía, además, que se creaba una barrera entre yo y mi público, porque se creaba un movimiento en el que el poema salía del papel, iba a mí e iba al público, era como una barrera entre nosotros. Lo que yo quiero es que esa barrera se elimine y tener una relación directa con el público. De forma que el poema sea algo presente, que le llega directamente, que está aquí y ahora con el público. Me parece que se crea una atmósfera más íntima y tal vez sea la serenidad a la que te referías.

¿De qué forma se manifiesta tu faceta de performer?      
El aspecto poético y performativo se retroalimentan el uno al otro. Creo que todo texto si está bien escrito se puede hacer performativo y al mismo tiempo creo que nunca voy a escribir un texto que no vaya a recitar en público. Por lo tanto, me parece que es un proceso simbiótico desde el origen, desde que empiezo a escribir poemas ya estoy pensando que lo voy a recitar, que voy a hacer una performance de él, por eso escribo hablando en voz alta, porque el aspecto auditivo está ahí, antes que el poema llegue al papel.

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